El Baskonia ya vela armas para su estreno europeo de este viernes en El Pireo ante el Olympiacos post-Spanoulis. Mientras sigue en el aire el concurso de Alec Peters y Rokas Giedraitis –el alero lituano es quien tiene más opciones de reaparecer–, el partido puede convertirse en una inmejorable oportunidad para que varios jugadores de Dusko Ivanovic se reivindiquen y eleven su crédito. Entre ellos se encuentran Simone Fontecchio y Wade Baldwin, que ya vistió con poco éxito la camiseta del conjunto griego durante la temporada 2019-20.
En realidad, aquel curso en tierras helenas se mantiene como una de las espinas clavadas en la todavía corta carrera profesional del base baskonista, quien antes de su explosión definitiva en el Bayern Munich a las órdenes de Andrea Trinchieri vivió una etapa de lo más convulsa en Grecia. Tan solo cumplió la primera de las dos campañas que firmó tras ver rescindido prematuramente su contrato, aunque si por David Blatt –por entonces entrenador del Olympiacos– hubiera sido, posiblemente su andadura en el barrio portuario de Atenas hubiese sido más fugaz si cabe.
Porque la química entre Baldwin y el, en su día, campeón de la NBA con los Cavaliers, tristemente alejado ahora de los banquillos por culpa de la esclerosis múltiple, fue escasa desde el primer día. En un ecosistema muy particular donde Spanoulis hacía y deshacía a su antojo, el flamante timonel azulgrana nunca se sintió cómodo. Desplazado del primer plano por la mediática estrella griega ya retirada, que monopolizaba casi todos los sistemas del equipo y asumía la mayor parte de los tiros, su estancia en Atenas no resultó lo fructífera que esperaba.
Tras haber militado hasta entonces a caballo entre la NBA y la Liga de Desarrollo, Baldwin optó por aceptar el reto de triunfar por primera vez en Europa de la mano de un entrenador que conoce a la perfección el baloncesto norteamericano. Por entonces, tenía 23 años y pagó la novatada.
Su baloncesto inmaduro y propenso a la mala toma de decisiones en los momentos críticos de los encuentros le costó demasiados minutos de castigo en el banquillo. Algunos despistes a nivel defensivo también solían sacar de sus casillas a Blatt, que terminó reclutando con la temporada ya iniciada a otro viejo conocido de la afición baskonista como Taylor Rochestie con el fin de reforzar la dirección de juego. Una prueba inequívoca de que su confianza en Baldwin fue decayendo con el paso de las semanas.
Los números en El Pireo del uno nacido en Nueva Jersey lo dicen casi todo: 5,5 puntos, 1,8 rebotes y 1,8 asistencias en menos de 17 minutos en pista. Tan solo fue titular en nueve partidos en la Euroliga y su porcentaje de acierto desde la línea de tres puntos no superó el 27%.
Al término de la campaña 2019-20, Baldwin y el Olympiacos entendieron que lo mejor para ambas partes era separar sus caminos. Entonces llegó la explosión definitiva del actual timonel del Baskonia en Múnich, donde como un portento físico de este juego se reivindicó a lo grande siendo el indiscutible líder de un equipo que rozó con la yema de los dedos su pasaporte para la Final Four de la Euroliga.
Esa rutilante estrella que brilló con luz propia en el Bayern ha aparecido, de momento, con cuentagotas en Vitoria. En los minutos de la basura del reciente compromiso en Badalona se sacó varios conejos de la chistera que, a la postre, tan solo sirvieron para adornar su estadística.
jayson granger
pide ponerse "el mono de trabajo"
Optimismo. Granger aseguró ayer, de cara al comienzo de la Euroliga, que "estoy convencido de que con el trabajo que estamos haciendo podremos cumplir con nuestros objetivos". El uruguayo dejó claro que "el Baskonia se merece estar entre los ocho mejores de Europa porque en los últimos años siempre nos hemos quedado a las puertas de entrar en el Top 8 y tenemos un equipo que aspira a estar arriba, aunque hay que ponerse el mono de trabajo y ver hasta dónde nos lleva la competición". También explicó que "la intensidad es lo que tiene que caracterizar a este equipo" tras la mala imagen azulgrana en el Olímpico de Badalona.
El estadounidense estuvo a punto de ser cortado por bajo rendimiento en mitad del ejercicio 2019-20 y no convenció a David Blatt