Aunque Aroa está orgullosa de su transición, le da miedo contárselo a su pareja, Ekaitz, "por cómo pueda reaccionar". La aparición de Naia, la novia que tuvo cuando era hombre conocedora de su pasado y sus celos trastocarán sus vidas... "y no puedo desvelar más porque haría spoiler", se excusa Ane Aranguren. La estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Mondragón y vecina de Sodupe forma parte del equipo de seis personas que ha creado Ni horrelakoa naiz, el cortometraje que aborda la transexualidad nacido de un trabajo en clase con aspiraciones de proyectarse en festivales o auditorios de la comarca. Ane y sus compañeros necesitan alrededor de 2.000 euros para cubrir gastos, una cantidad que "no parece excesiva, pero sí para gente joven como nosotros", así que han emprendido una campaña de crowdfunding para recaudar fondos. Se puede contribuir de momento hasta la próxima semana accediendo a la página web www.itsulapikoa.eus y ya cuentan con 1.245 euros.
El proyecto surgió de los guiones para ficción que cada alumno debía escribir dentro del programa lectivo. Los trabajos se fusionaron en "cuatro grupos, cada uno con un cortometraje". Ane centró el suyo en "la música y los géneros no binarios", que se fundió con otra propuesta que trataba la transexualidad. Creen que, pese a los avances, sigue siendo necesario visibilizar el tema, y lo hacen además con tres de las impulsoras de Ni horrelakoa naiz que militan en un equipo deportivo transinclusivo.
Ese miedo a hablar que atormenta a la protagonista "persiste de alguna forma, aunque es verdad que depende de la persona y de experiencias del pasado que igual provocan que el proceso se interiorice". Para reflejarlo de la manera más fiel posible, "hemos hablado con gente" y también han cuidado que lo traslade la elección de los actores y actrices. Por ejemplo, "Vera Alonso, una chica trans, interpreta a la protagonista". Completan el reparto "Josu Iriarte, que da vida a su actual novio; Julene Zorriketa, en el papel de su exnovia e Iraitz Cordero, un personaje que es un poco más secundario para la trama".
El rodaje transcurrió entre "el campus de la Universidad del País Vasco en Leioa, el edificio Mondragón de Zorrotzaurre y tres escenas en Berriz, en la habitación de una de las personas del grupo" para recrear la intimidad del hogar. Tras las cámaras y controlando el sonido, etc. se colocó el equipo creador de la obra, que culminaba así dos intensos meses para dar forma al guión definitivo y pulir otros detalles antes de grabar. "Estamos sufragando todo de nuestro bolsillo: transporte, vestuario... El dinero nos permitiría sacar el proyecto adelante y pagar al elenco", detalla.
Más allá de la Universidad
Ahora les toca una labor de edición que también se presume ingente. Durará "entre diez y quince minutos y cuesta decidir qué mantener y qué quitar, como ya nos ocurrió al escribir la historia", confiesa Ane, quien visualiza una trayectoria para el corto que trascienda la Universidad. Le encantaría "que llegue a proyectarse en Enkarterri y que se dé voz a proyectos de gente de la zona". Una vez lo hayan presentado en clase, "los profesores nos han hablado de las opciones de presentarlo a festivales", otra importante plataforma.
Compagina sus estudios de tercer curso con la preparación del cortometraje y su trabajo "en el departamento de comunicación de Ikerlan, una empresa de investigación tecnológica". "Me gusta llenar mi rutina porque me organizo mejor y, al mismo tiempo, me siento más realizada", aunque en esta etapa que requiere de horas y horas para el corto "a veces tengo la sensación de que quien mucho abarca, poco aprieta", bromea, haciendo suyo el refrán. En cualquier caso, la aproximación al mundo laboral le está resultando enriquecedora y útil para "acercarme a la realidad práctica" fuera de las aulas y decidir hacia dónde orientarse cuando finalice los estudios. "Me va un enfoque más artístico", sin embargo, "no lo he decidido todavía". Quizás "podría estar relacionado con los drones porque saqué el carné para pilotarlos, quién sabe".