Un exdirectivo de banca de inversión que renunció a las tensiones de ese mundo para dedicarse a la literatura acaba de sustituir al frente de Kutxabank a un músico vocacional que dejó la guitarra para firmar una exitosa carrera en las finanzas. El curioso vínculo entre Anton Arriola y Gregorio Villalabeitia no pasa desapercibido y permite afilar la prosa para exprimir esa conexión cultural. Ni la música ni la letra del banco cambiarán. No se esperan grandes revoluciones en el heredero de la actividad de las tres cajas de ahorro, que se ha consolidado durante los ocho años de mandato de Villalabeitia y que mantendrá el rumbo y la velocidad de crucero con Arriola al timón.
Los bancos, casi por definición, están obligados a dar rentabilidad a sus accionistas. En este caso, los propietarios –BBK, Kutxa y Vital Kutxa– financian su obra social con los beneficios. Y en el trasfondo de la actividad bancaria de Kutxabank está la huella de tres entidades creadas para atender las necesidades sociales y empresariales del territorio. Es el arraigo al que apeló Anton Arriola el día de su toma de posesión.
Esa herencia no frena en cualquier caso el cambio de paradigma en el sector financiero. El paso lo marcan la digitalización, las exigencias del regulador y sobre todo la necesidad de sobrevivir compitiendo con peces más grandes y con el colmillo más afilado. Por ese frente viene la reducción gradual y constante de sucursales, ligada a una certeza común a todo el sector: la banca on line aleja a los nuevos clientes de las oficinas bancarias. Y en las sedes de las entidades flota la pregunta de cuántas veces acude hoy en día un cliente a la sucursal más allá de sacar dinero del cajero. Esa dinámica también tiene incidencia en la plantilla del banco, que se ha reducido en más de 2.000 personas –básicamente con jubilaciones y bajas incentivadas– y que gana peso tecnológico frente al financiero.
Ese ajuste fino de la estructura está apuntado en la agenda de Anton Arriola, que también tendrá que definir la estrategia del banco. El consejero delegado de la entidad, Javier García Lurueña, llevará el día a día, cumpliendo las directrices del BCE. El desplome de las cajas de ahorro en el resto del Estado, engullidas precisamente por los voraces competidores que buscan ahora su trozo del pastel en Euskadi, ha generado muchas dudas en Europa.
Una de las grandes obsesiones del BCE es la división de poderes ejecutivos entre el presidente y el CEO del banco, figura que creó en 2015 Kutxabank y para la que contó con Lurueña, un hombre de la casa. El BCE ha puesto la guinda a la bicefalia con el visto bueno al nombramiento de Arriola, como lo hizo en su momento con el consejero delegado.
El tercer presidente de Kutxabank llega a un banco sólido y con expectativas de crecimiento. Si fuera una start up al uso, sería muy parecida a un unicornio: una empresa emergente que alcanza una valoración superior a los 1.000 millones de euros sin necesidad de buscar financiación en Bolsa. ¿Cuánto vale hoy el proyecto que nació en 2012 para garantizar la continuidad a las cajas de ahora? Sin la vara de medir de la capitalización bursátil hay que recurrir al balance del banco, que refleja un crecimiento a la altura de los gigantes del sector.
Los 84 millones de beneficios del primer ejercicio han avanzado hasta rozar los 350 millones en 2019, justo antes de la pandemia, y todo apunta a que este año volverá a romperse la barrera de los 300 millones. El volumen de negocio marcará previsiblemente un nuevo récord superando los 124.000 millones del año pasado. Todo ello en un contexto marcado hasta hace bien poco por varios años con el precio del dinero en negativo.
Precisamente, el cambio en la política monetaria del BCE ha puesto fin a las estrecheces de los tipos de interés cero en el sector y alimenta el negocio bancario tradicional. Con todo, Kutxabank ha apostado fuerte por la captación de fondos de pensiones y seguros. Una necesidad en época de tipos flacos que será a partir de ahora un complemento básico en la dieta del banco a medio plazo.
Líder indiscutible del mercado vasco, la expansión por el Estado será uno de los principales retos de Arriola. CajaSur, el banco cordobés que rescató BBK durante la crisis financiera, es la marca en Andalucía, pero el impulso del negocio en Madrid, Catalunya y Valencia que se ha marcado como objetivo la entidad permitirá extender la K del banco por las comunidades más pobladas y con mayor actividad empresarial del Estado. En ese desarrollo geográfico será clave la reputación y el sello de ser la entidad financiera más solvente del Estado.
Otra cuestión en la que pondrá empeño la entidad bancaria los próximos años es el mercado de la financiación empresarial. Acompaña a la mayoría de las pequeñas empresas vascas, pero tiene menos actividad con las medianas y grandes.
En resumen, Arriola tendrá que tocar un instrumento bien afinado en su corta trayectoria y sacarle más partido para reforzar su independencia y seguir nutriendo la obra social de los propietarios.
Los retos de Arriola
Liderazgo
Un ‘ferrari’ en Euskadi. El primer presidente de Kutxabank, Mario Fernández, dijo en su momento que el banco de las tres antiguas cajas de ahorro vascas tenía que competir con ‘ferraris’ con la estructura societaria de un “coche de pedales”. Lo cierto es que Kutxabank es líder indiscutible en el mercado doméstico. Tiene una cuota del 45% en el mercado hipotecario, pero también es un agente activo en la financiación de las empresas. En su balance figuran créditos a la clientela por valor de casi 47.900 millones de euros y su volumen de negocio roza los 122.000 millones.
Expansión
El mercado estatal. La expansión de la marca Kutxabank por el Estado es una de las principales vías de crecimiento del grupo bancario. Madrid, Catalunya y Valencia son mercados objetivos por su tamaño y gran parte de los esfuerzos se centrarán los próximos años en esos frentes. Cajasur, el banco cordobés que adquirió BBK en el proceso de reestructuración del sector tras las crisis financiera, es una pieza consolidada y clave para la expansión por Andalucía.
Participadas
Pendientes del BCE. El Banco Central Europeo no ve con buenos ojos que los bancos tengan participaciones industriales y en los últimos diez años Kutxabank ha salido de Euskaltel, Ibermática, Enagás y NHoteles. Sigue teniendo capital en Iberdrola, CAF, Ingeteam y Petronor; inversiones que le han reportado hasta septiembre dividendos por valor de 83,7 millones de euros. El banco vasco asegura que se siente cómodo con esa cartera de participadas y no se esperan grandes movimientos en ese frente.
Dividendo
Obra social. No hay debate sobre la propiedad de Kutxabank, que tiene como accionistas a las fundaciones bancarias BBK, Kutxa y Caja Vital, y las cifras avalan la decisión del banco de no salir a Bolsa. El reparto del dividendo que nutre la obra social de las antiguas cajas de ahorro seguirá creciendo en línea con los beneficios. Desde su fundación, Kutxabank ha repartido más de 1.240 millones a sus accionistas.
Nuevo modelo
La gestión. Anton Arriola asume la presidencia de Kutxabank con menos poderes ejecutivos que sus antecesores. También siguiendo las directrices de Bruselas, el banco nombró consejero delegado a Javier García Lurueña a mediados de 2015. Ligado a BBK primero y después a Kutxabank desde hace más de 40 años, Lurueña es el encargado de dirigir directamente al equipo directivo.