Han pegado cientos de carteles por si alguien ha visto a Arya, su gata blanca, visitan todas las colonias de gatos que conocen por la zona tanto por la mañana como por la noche, han llamado a todas las perreras e incluso han intentado poner una denuncia de desaparición en la comisaría. Pero nada ha sido suficiente para encontrar al felino albino que hace cinco años les robó el corazón. Ahora, quemando el último cartucho que se les ocurre, María y Xabier ofrecen una recompensa de 1.000 euros por encontrar a Arya.
Esta pareja bilbaina lleva más de una semana sin ver a la que supone un miembro más de la familia. El 7 de octubre Arya desaparecía por la zona de la Basílica de Begoña. "Cuando llegamos a casa el viernes ya no estaba. La chica de la limpieza nos asegura que cuando ella entró en casa Arya no salió a recibirla como hace habitualmente", explica María. A veces está escondida en algún armario cuando María y Xabier llegan a casa, cuenta la pareja. Sin embargo, aquel día no apareció entre las chaquetas.
"Cuando me di cuenta de que no estaba llamé a todos los pisos del edificio a ver si por un casual la habían visto, pero ninguno de ellos pudo darme información", explica la joven. "Al principio pensamos que igual estaba en el alféizar de la ventana y se asustó al escuchar un ruido y se cayó, pero entonces las flores y plantas de debajo de casa deberían estar magulladas pero están perfectas", detalla. "En momentos como estos piensas de todo. Hasta nos hemos planteado que hayan entrado a robar en casa pero luego lo piensas y dices, ¿quién va a estar a robar una gata? Estamos desesperados".
Arya es una gata completamente gata blanca de ojos verdes muy dócil y mimosa. "Cuando llegó a casa hace cinco años con seis meses y la sacamos del transportín lo primero que hizo fue acercarse a mí y ponerse a ronronear", explica María. "No sé cómo actuaría si una persona se acercase a ella, no sé si tendría confianza de ir hacia una desconocido", lamenta.
LA RECOMPENSA
La familia de Arya está haciendo todo lo posible por encontrarla y si tenían que poner una recompensa para que su gata volviese a ronronear junto a ellos, iban a hacerlo. "Es un miembro más de la familia, y por la familia hacer cualquier cosa", explican. "Un amigo nos recomendó que pusiéramos una recompensa porque quizás de esta manera salía más gente sale a buscarla. Al principio íbamos a poner menos cantidad, pero si íbamos a ir subiendo si no aparecía al final decidimos ofrecer 1.000 euros desde el principio. Con esta cifra puede incitar hasta a los más jóvenes a buscarla", relatan.
"No sé si mil euros es una cifra alta, solo sé que no me gusta tener que poner precio a un miembro de mi familia", reconoce la pareja. "Una vez puesta la recompensa no sabes si te estás quedando corto, si es mucho... Solamente te sientes mal por tener que ponerle un precio a la vida de alguien de la familia".
"Llevamos una semana buscándola sin cesar y nos preguntamos si alguien la habrá cogido; quizás esta recompensa le anime a devolverla", señala. "La desesperación nos lleva a hacer cosas que igual no funcionan, pero cualquier esfuerzo es poco. Vamos dando tumbos, no sabemos qué funciona y qué no. Todo el barrio está empapelado pero de repente aparecen carteles arrancados. Yo los vuelvo a poner en cuanto veo que alguien los ha quitado", alerta María.
"Esto es un sin vivir porque no sabes si está bien o está mal, si la tiene alguien o estará en la calle y, si la tiene alguien, si la estará cuidando bien", cuentan, preocupados.
Carteles, batidas vecinales y mil euros, una de las recompensas más altas para un animal sin raza, pero para María y Xabier todo eso es poco si no consiguen volver a tener a Arya con ellos.