Han pasado 18 años desde que A dos metros bajo tierra, una serie que cautivó a público y crítica situándose en clasificaciones como las elaboradas por Time o Empire entre las mejores series de televisión de la historia, llegara a su final. Para muchos, la serie emitida originalmente por HBO está considerada como “de culto”. Varios Premios Emmy y varios Globos de Oro la avalan.
Ahora, esta ficción que quizá por lo original de su historia o por la forma en que trató las relaciones familiares, marcó un antes y un después en la producción de series televisivas, ha llegado a Netflix gracias al acuerdo de la plataforma con Warner Bros. Discovery. Acuerdo por el que, recordamos, ya se pueden ver en la plataforma títulos como Hermanos de sangre.
A dos metros bajo tierra es obra de Alan Ball, creador de la película American Beauty o de la serie True Blood. Nos presenta a la familia Fisher, propietaria de la empresa funeraria Fisher & Sons en Los Ángeles. Todo comienza cuando el patriarca, Nathaniel (Richard Jenkins; La forma del agua, Spotlight) muere en un accidente de tráfico mientras esperaba la llegada de su hijo Nate (Peter Krausse; Dirty Sexy Money, 9-1-1). David (Michael C. Hall; Dexter), segundo hijo de Nathaniel y Ruth (Frances Conroy; American Horror Story) es un hombre gay que no ha salido del armario y es el encargado de dirigir el negocio familiar junto a su madre. La familia la completa Claire (Lauren Ambrose; Yellowjackets), una problemática adolescente inmersa en las drogas.
LA MUERTE, PROTAGONISTA
La serie fue, para algunos de sus intérpretes, un buen trampolín para hacer carrera y consolidarse en la televisión. Es el caso de Michael C. Hall o Rachel Griffiths, protagonista de la serie Cinco hermanos y películas como La boda de Muriel o La boda de mi mejor amigo. Entre los personajes secundarios encontramos nombres conocidos como los de Joanna Cassidy, Patricia Clarkson o Kathy Bates.
Y todo esto con la muerte como telón de fondo. Paradójicamente, algo que podría retraer a muchos es una de las principales bazas de la serie por la forma en la que es tratada, sin morbo y sobre todo con una gran carga de humor negro, y apareciendo como contrapunto al sexo en el seno de una familia bastante disfuncional cuyos miembros tratan de encontrar su espacio mientras lidian con sus aventuras amorosas o sus compulsiones sexuales, por ejemplo. En uno de los episodios de la serie, un personaje pregunta “¿por qué tenemos que morir?”. A lo que Ruth, la matriarca y dueña del negocio contesta: “Para que la vida tenga sentido”.
Dividida en cinco temporadas y con un total de 63 episodios, A dos metros bajo tierra fue estrenada en el Estado por La 2 de TVE en 2003.