El día en la feria de Leioa estuvo plagado de alegrías y emociones para muchos. Sobre todo, para los más pequeños. “Tienes que disfrutar de esto”, le susurraba un aita a su hijo. Y, ciertamente, lo hizo él y muchísimos más. En especial, sus caras se iluminaban con los animales. Vacas, bueyes, burros, caballos y ponis y hasta un dromedario, una cebra, un búfalo de agua y otras especies que cuesta reconocer, y a las que mima desde hace años en Gatika Jon Lacruz, pastaron ayer domingo en Leioa. Los mayores también hicieron las delicias, principalmente, comprando productos de esos a los que no hace falta poner la etiqueta de ecológicos, porque siempre lo han sido: el baserri acampó en Leioa y vecinos y visitantes pudieron adquirir frutas, hortalizas, pan, pastel vasco, pimientos… Prácticamente todo se vendió como rosquillas (bueno, concretamente, las propias rosquillas, que volaron de los mostradores…).
Fue la trigésimo tercera edición de la feria agrícola y ganadera de Leioa (que tiene toques de artesanía también). Ocupó el centro del municipio desde las 10.00 hasta las 15.00 horas y ¡sin lluvia! Riadas de gente se concentraron allí, aunque hubo quien percibió que había menos personas que otros años debido al macropuente. Aun así, el bulevar de Iparraguirre y las plazas José Ramón Aketxe y Errekalde eran un ir y venir continuo de familias, parejas, aitites, amigos… Por estas tres zonas se esparcieron las decenas de puestos de venta y las distintas actividades que complementan la feria. Las vacas, por ejemplo, se encontraban en la stoa del bulevar. Ellas son unas de las protagonistas del evento, por todas las miradas que suscitan, por todas las veces que posan ante las cámaras de los móviles y porque sobre ellas giran dos de los concursos impulsados. Los certámenes La vaca más bonita y La vaca que más pesa invitaron a los asistentes a expresar sus gustos y a probar suerte calculando kilos... Entre todos los participantes, se sortearon dos cestas con productos. Además, también tuvo lugar un acto de pesaje y de explicación de las razas de ganado. Por otro lado, estuvo latente el recuerdo a Esperanza, la vaca que el año pasado falleció en esta feria al caer a la carretera de La Avanzada. En este sentido, aparecieron varias esquelas para criticar la presencia de animales en este tipo de eventos en ciudades. “Seguiremos luchando por que se os trate con dignidad”, aseguraba el escrito, dirigiéndose al ganado.
Están sumergidos también en una lucha los miembros de Euskal Artzain Txakurraren Adiskideak, EATA Elkartea. Es una asociación comprometida con la preservación, mejora, difusión y fomento de la raza canina perro pastor vasco, en sus dos variedades: gorbeiakoa e iletsua. Y es que es una raza catalogada en peligro de extinción. Se estima que quedan alrededor de 600 ejemplares entre los dos tipos. Este colectivo tuvo ayer domingo su espacio en la feria de Leioa para darse a conocer y explicar que si uno es propietario de un perro pastor vasco lo registre para que esté contabilizado, que no lo cruce con otras razas, o que participe en un estudio que está realizando la asociación para analizar diferentes aspectos del ADN. Asimismo, desde esta agrupación se animó a adoptar esta clase de perros.
De la feria a la mesa
La huerta es la otra parte principal de esta feria en pleno suelo urbano. Para muchos, es la cesta de la compra más especial del año: por la calidad y el sabor del género, por la confianza, por echar una mano a los productores vascos... Pan, pastel vasco y rosquillas suelen acabar con suma facilidad en las bolsas de la mayoría de los asistentes.
También el queso es otro de los ingredientes infalibles. Que se lo pregunten a Aitor Azkueta, de Zeberio, que ayer domingo una hora antes de que la feria cerrase, ya había vendido prácticamente todo su queso Olarrekoa. “Hay ferias en las que se vende bien, en otras algo menos, pero, en general, son sitios que merecen la pena. Hoy ha habido mucha gente y ha hecho buen día. Yo llevo unos años viniendo a Leioa y esta es una de las ferias que funciona bien. Por lo menos, yo me he ido contento las veces que he venido”, comentaba. El queso, desde luego, es estrella en Leioa. No en vano, en el contexto de esta cita con el baserri se celebra desde hace más de veinte años el concurso de queso Denominación de Origen Idiazabal para productores vizcainos, Ayuntamiento de Leioa.
En otro extremo del recinto, se hallaba Javier Beaskoetxea, del vivero Ortuberri, en Iurreta, quien también efectuó un balance positivo de su estancia en Leioa. Y eso que ha sido un año raro para sus flores y plantas. “El tiempo nos ha afectado porque no ha habido primavera en primavera, ni otoño en otoño”, apuntó. Ayer domingo, sobre todo, vendió flores de Pascua y plantas de interior. Él estaba situado junto a los artesanos que trabajan la piedra, la madera o los tejidos para dar vida a ejemplares únicos. La artesanía es el otro latir de esta feria que contó con más palpitaciones, como las de los herri kirolak, con las finales de torneo Open Bizkaia de levantamiento de piedra masculino, yunque femenino, levantamiento de fardo masculino, carrera de sacos kinttopekoak para chicos y exhibición de trontzalaris. También hubo euskal dantzak con Gure Ohiturak Dantza Taldea, taller de elaboración de sidra, o animación, con txistularis de Leioako Txistu Doinuak, Udondoko Txikiteroak, trikitilaris y gigantes de Lamiako Maskarada, entre más argumentos.