El aficionado está con ganas de ver pelota. Los meses de los frontones vacíos de espectadores y con el ruido de la pelota como única banda sonora llegaron a su fin. La gente ha vuelto y lo ha hecho con muchas ganas. La final del Cuatro y Medio entre Jokin Altuna y Unai Laso que se disputará el 14 de noviembre en el Bizkaia de Bilbao será la primera con los asientos ocupados tras la pandemia. Será un regreso por todo lo alto, sin límites de aforo y con un ritmo de venta de entradas que va a toda velocidad y apunta a agotar todo el papel. El deseo de volver a disfrutar de un partido de pelota en vivo es una de las razones principales de esta situación, pero no el único. Son muchos los ingredientes que hacen que este festival sea atractivo para el espectador más allá de la razón lógica de que hay una txapela en juego.
Las entradas se pusieron a la venta el pasado 11 de octubre y la respuesta de la gente fue inmediata. Sin conocer todavía a ninguno de los dos finalistas, la venta fue a un ritmo muy alto y dejando muy pocas entradas disponibles en la mayoría de los sectores. Ahora una vez conocidos los dos contendientes que pelearán por la txapela, se espera que este ritmo aumente aún más todavía. Las expectativas para ver las gradas llenas son altas. A día de ayer, uno de los sectores de las butacas de cancha y otro del rebote a la altura de la cancha estaban agotados. Algo que sigue la misma tendencia en el resto de las zonas del recinto. El Bizkaia cuenta con un aforo de 2.935 personas y para la final de la jaula ya están vendidas dos terceras partes de las entradas. Teniendo en cuenta que los dos finalistas no se conocieron hasta el domingo y que es ahí cuando da otro golpe de efecto la venta de entradas, sería extraño que el billete de completo no quedara colgado.
En esta final las empresas también han puesto de su parte para que aumente el flujo de venta de entradas. Los precios quedaron reducidos con respecto a la última final de la jaula y las localidades en cancha cuestan veinte euros menos que las vendidas en 2019 en la final disputada en el Navarra Arena. Pero no solo el precio influye. Desde la vuelta de los espectadores a las gradas, ocurrido en el festival de homenaje a Altuna tras ganar el Manomanista, la respuesta del público ha sido muy positiva y la mayoría de los frontones han rozado siempre el límite de aforo permitido. El mejor ejemplo estuvo en las semifinales de este pasado fin de semana con el Ogueta y el Labrit prácticamente llenos. Ambientes festivos de pelota que aspiran a repetirse de nuevo en una final.