Si algo dejó claro la pandemia del coronavirus es que los rollos de papel higiénico son uno de los artículos más imprescindibles en el hogar. Carros de compra llenos y estanterías arrasadas en los súper por el pánico a un posible desabastecimiento elevaron al papel higiénico a la categoría de producto estrella.
Blanco, de color, normal, de doble cara, de dibujos, mullidito… lo cierto es que, sea como sea, además del rollo colocado en el portarrollos siempre tenemos cerca otros de repuesto para cambiarlo en cuanto se termine. Si no prestamos atención podemos colocarlo mal y, aunque parezca un asunto baladí, en realidad no lo es.
Historia del papel higiénico
A lo largo de la historia se han utilizado distintos materiales para la higiene personal, como es el caso de paños de lana, cáñamo, lino, hojas, piedras, nieve o musgo. En China, en el siglo XIV, ya existían unas hojas de papel perfumadas de un tamaño de 60 por 60 centímetros a las que solo tenían acceso el emperador y su familia; así, durante siglos, solo estuvieron al alcance de los más adinerados.
No fue hasta 1891 cuando el estadounidense Seth Wheeler inventó el rollo de papel de baño tal y como lo conocemos hoy, enrollado y perforado, y supuso un gran avance para la higiene de los hogares de todo el mundo.
Cómo colocarlo
Hay dos formas posibles de colocar el rollo de papel higiénico en el portarrollos: una, con el extremo suelto del papel por encima del rollo y otra, con la hoja por debajo del rollo bajando por la parte más próxima a la pared. Pues bien, la ciencia tiene muy clara cuál de estas dos maneras es la más correcta, atendiendo tanto a la funcionalidad como a la higiene.
Un estudio de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) en el que se han analizado 12 baños públicos de la zona ha encontrado en ellos 19 grupos de bacterias distintos. La investigación concluye que la forma más adecuada de colocar el rollo de papel higiénico en el portarrollos es con la hoja suelta colgando hacia afuera, es decir, por encima del rollo.
La propia patente de Wheeler ya lo mostraba colocado de esta forma y los expertos señalan que así se evita que pueda rozar con la pared y nos infectemos con algún tipo de bacteria. Además, permite agarrar y cortar la cantidad de papel deseada sin tocar el resto del rollo, muy importante para evitar la transmisión de gérmenes, así como mantener el papel lo más limpio posible.
Riesgo de contaminación
Y es que el baño es una de las estancias de la casa en la que más microorganismos se acumulan y la pared más próxima al retrete es uno de los lugares con mayor presencia de bacterias. Si colocamos el papel de forma que la hoja suelta cuelgue por detrás del rollo, existe el riesgo de que se roce con la pared contaminada o de que toquemos la pared con los dedos, estos se nos contaminen y transmitamos después los gérmenes al papel.
No tener el papel higiénico en las condiciones adecuadas puede causar problemas de salud. Además, si acumula demasiada humedad o entra en contacto con superficies contaminadas, puede acumular bacterias y virus y ser el origen de infecciones.
El lugar ideal
El portarrollos es uno de los accesorios importantes del baño y, según los expertos, se debe colocar a unos 66 centímetros del suelo, lo que permite acceder fácilmente al papel mientras se está sentado en el inodoro.
Debe estar además a una distancia de entre 20 y 30 centímetros del retrete y nunca cerca de la ducha o de otras fuentes de agua. Puede colocarse enfrente del inodoro o a uno de los lados de este. Hay una regla no escrita que dice que si somos diestros el portarrollos nos resultará más cómodo a la izquierda.
Echa un vistazo a los portarrollos de tu casa y fíjate cómo tienes colocados los rollos. Ya ves que no es solo una cuestión de estética ni de comodidad, sino que colocar bien el rollo es un sencillo gesto que también puede afectar a tu salud.