Se dice que las historias de los ríos son la historia de nuestro pasado y si hay uno que sabe de esto es el río Duero, que casi cruza la península Ibérica entera de este a oeste y durante la Edad Media, entre los siglos X y XI fue frontera entre los reinos cristianos y los muslmanes. A su paso por la provincia de Soria un bastión en su orilla se convirtió hace 1.000 años en la fortaleza árabe más grande de Europa.
En la localidad soriana de Gormaz, a algo menos de una hora de la capital de la provincia y cerca de Burgo de Osma, se encuentra la poco conocida y muy espectacular fortaleza árabe conocida como castillo de Gormaz. Se alza sobre un agreste cerro encima de la población en la orilla norte del Duero y permite vigilar el paso por el río así como la extensa llanura que la rodea.
El castillo árabe de Gormaz es uno de los más grandes y mejor conservados de España
Fueron los romanos y las poblaciones locales los primeros en aprovechar este estratégico enclave, pero fue en la Edad Media cuando su importancia aumentó. La invasión árabe del siglo VIII y la posterior reacción de los incipiente reinos cristianos dividieron la península Ibérica en dos mitades con el río Duro como frontera.
El castillo de la 27 torres
En Gormaz, único vado viable en muchos kilómetros con un puente de origen romano, que fue recosntruido en esta época, y uno de los dos bandos, no se tiene claro cuál, levantó una fortaleza en este lugar, pero ya a comienzos del siglo X quedó en manos de los árabes convirtiéndose en una punta de lanza, unacabeza de puente en terreno cristiano para lanzar ataques y razzias con las que hostigar al enemigo.
Para defenderlo con eficacia, Abderraman III ordenó reforzarlo y extenderlo. El resultado fue una fortificación que albergaba un puesto de mando casi inexpugnable y en su interior miles de hombres como guarnición.
De entrada cuenta con un perímetro amurallado de algo más de un kilómetro. Estas murallas tienen una altura media de 10 m asentadas sobre una base maciza que les da gran solidez, tanta que han durado 1.000 años más con unos daños mínimos. La longitud es de 440 metros con un anchura variable, depende de la forma del cerro, de 60 metros en la parte más ancha. Además de estos muros, la defensa exterior también se confió a los 27 torreones cuadrados y de aspecto imponente que recorren todo el perímetro. En su interior aún se conservan las distintas secciones que organizaban la vida en el bastión, entre los que destaca el aljibe abovedado central.
La ermita románica de San Miguel de Gormaz.
En el interior del recinto se encuentra el alcázar, un segundo reducto fortificado que albergaba la zona palaciega, la zona noble del castillo. A sus recios muros se unen también siete torreones, incluyendo la torre del homenaje, que en caso de que el enemigo consiguiera superar la primera línea de defensa permitían aguantar un asedio largo. Es en esencia, un segundo castillo dentro de otro.
A mediados del siglo XI, cuando la influencia y el vigor del Califato del Córboda se debilitaron, los reinos cristianos, como el de León, Aragón y Navarra, empujaron a los árabes hacia el sur y Gormaz fue tomado definitivamente por las tropas leonesas. Durante esta primera época en manos cristianas, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, fue uno de los comandantes militares de la fortificación. Como es lógico, forma parte de la gran ruta El Camino de Cid, que recorre los parajes por los transcurrió la vida del protagonista del Cantar.
Que más ver en Gormaz
Aunque la sombra del castillo árabe es alargada, la localidad soriana también cuenta con más patrimonio. Además del puente romano original, que fue reconstruido en la Edad Media y todavía se puede visitar, destaca la ermita de San Miguel, en las inmediaciones de la fortaleza. Asombra que este templo cristiano de origen románico sobreviviera a la ocupación musulmana, y todavía más saber que parte de él fue reconstruido por los propios musulmanes. Es probable que esta sea la razón por la que sus dos portadas de accesos serán de arco de herradura, como las que se pueden ver en el propio castillo. Además conserva en uno de sus muros un sillar con caracteres árabes que, al decir de los expertos conmemora este hecho. En su interior se han descubierto unas pinturas murales de gran interés que conservan gran parte de su color.
Antes de llegar al núcleo urbano, las ruinas de la vieja ermita de Santiago salen al paso del viajero. Además de la planta semicircular de la cabecera, se conservan también la caja muraria realizada, que revela un sistema de encofrado característicos de construcciones militares. Se puede ver cláramente el ábside, un presbiterio recto y una nave única. Estas ruinas son ahora el cementerio de Gormaz.
Ya en el pueblo, la actual iglesia de San Juan Bautista es del siglo XVII, pero cabe suponer que se encuentra levanta sobre otra anterior, probablemente románica. El único rastro que queda de esta época es la pila bautismal, una copa cuadrangular sobre un soporte cilíndrico. Llama la atención su vaciado interior en fora de cruz griega, con los cuatros brazos de la misma longitud.