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La fruta y la verdura fresca se encarecen hasta triplicar su precio y complican la compra de las familias más vulnerables

El incrementos de costes de los productores y una meteorología con extremos dispara los precios de los alimentos básicos | El pollo y la ternera acumulan también incrementos superiores al 20% en un año
Verdura fresca en un mercado navarro durante esta semana
Verdura fresca en un mercado navarro durante esta semana

Una sandía, doce euros. Un kilo de plátano de Canarias, casi cinco. Un melón, ocho euros. Los precios de la fruta, así como los de la verdura de temporada, se han incrementado entre un 10% y un 200% en el último año, complicando el acceso a los productos frescos a miles de familias de bajos ingresos y rematando un cuadro inflacionista que amenaza con llevarse por delante al Gobierno central.

No se trata de un asunto menor. El consumo de alimentos en casa, que supera los 2.100 euros por persona y año –entre 6.000 y 8.000 euros para una familia media–, supone junto a la vivienda y el transporte uno de los grandes gastos del presupuesto familiar. Casi todo se ha encarecido en los últimos meses, con los carburantes rompiendo registros y los alquileres y precios de los pisos de nuevo cerca de máximos. Los gastos esenciales absorben así cada vez una proporción mayor de la renta de las familias y enrarecen el ambiente social, sobre todo si los salarios no se incrementan en la misma proporción: menos de uno de cada tres sueldos sube en Navarra en 2022 por encima del 3%.

Los datos semanales del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, que analizan semanalmente una cesta de productos de temporada, no dejan lugar a la duda. El pepino ha triplicado su precio, al igual que los plátanos. Los tomates, las cebollas y el melón lo han duplicado. Otros productos registran incrementos cercanos a un 40%, que quintuplican el alza media de la inflación y que multiplican por 12 el incremento medio de los salarios. Tampoco las carnes se libran de este aumento: el pollo sube más de un 20%, al igual que la ternera, y tanto el cerdo como el conejo registran alzas por encima del 10%. Solo el cordero queda por debajo de esta cifra, con una subida media del 6%. Productos como los huevos escalan más de un 60%. Y en definitiva, el INE encuentra un alza media del 11% en el conjunto de los alimentos, por lo que el mordisco al bolsillo familiar puede suponer hasta 800 euros al año.

“El incremento de costes que sufrimos los agricultores se tiene que repercutir en el precio final”

Álvaro Cirauqui - Agricultor de Funes (UAGN)

Dos aspectos se han combinado durante el invierno y la primavera de 2022 para dar forma a un alza de precios casi sin precedentes. Por un lado, el encarecimiento de los insumos de los agricultores, desde el diésel a los fertilizantes –Rusia y Ucrania son dos de los grandes productores mundiales de estos productos–. Y, por otro, una primavera atípica en lo meteorológico, con unas heladas tardías que golpearon algunos cultivos en abril, un intenso episodio de calima en el sur de España que afectó a la producción de Almería, así como sucesivos episodios de calor que dispararon la venta de las frutas más veraniegas, como la sandía, cuando apenas se disponía todavía de producción nacional.

En Funes, a orillas del Arga, trabaja Álvaro Cirauqui, agricultor y vicepresidente de UAGN. Tiene claro que el incremento de costes “se tiene que repercutir sí o sí” en los precios que pagan finalmente los consumidores. “Porque estamos hablando de subidas en todas las partidas, desde el gasoil hasta los fitosanitarios y los abonos, pero también en los aperos. El hierro se ha encarecido hasta un 50% y eso se nota en las compras. De unos meses a estar parte, un apero puede haber subido un 25%. Y también se nota en las reparaciones”. Incluso el plástico, imprescindible para los acolchados que impiden la aparición de malas hierbas, ha subido su precio hasta un 35%, explica Cirauqui.

“Las verduras congeladas son una alternativa interesante, porque mantienen sus propiedades”

Roncesvalles Garayoa - Profesora de Nutrición en UNAV

El problema, además, parece lejos de vislumbrar una solución. Cultivos de verano, como el tomate y el pimiento, que piden un abonado continuo, “van a tener que elevar sus precios”. Y los contratos que se firmen para los de invierno, como el brócoli y el cardo, se harán con las actuales expectativas de costes, por lo que también subirán.

“Tal vez el problema –concluye Cirauqui– es que los consumidores se han acostumbrado a pagar poco por la verdura. Tenemos el caso del brócoli, que dicen que es un súper alimento con múltiples propiedades y se vende a 25 céntimos el kilo. Fíjate si con esos precios puede comer una familia. Igual es que queremos comer sano y barato y quizá no se puede”.

Familias vulnerables 

Por mucho que todas la perciban, la subida de precios afecta de modo muy diferente a los consumidores. Quienes viven con mayor holgura mantienen sus hábitos de compra. Pero quien percibe un salario escaso o una prestación pública debe hacer milagros para seguir llenando el cesto de la compra. Porque el precio importa: según EAE es el segundo motivo más citado –después de la cercanía– al explicar por qué se elige un establecimiento u otro.

La situación económica incide así directamente en los hábitos de compra. Y numerosos estudios relacionan un menor consumo de alimentos frescos y saludables con situaciones de vulnerabilidad social. “El número de niños y niñas con obesidad es mayor entre las familias con rentas más bajas”, concluye el estudio Aladino sobre alimentación, actividad física y desarrollo infantil que elabora el Ministerio de Consumo.

Roncesvalles Garayoa, profesora del grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad de Navarra, está de acuerdo con ello, pero indice en que no solo la renta determina el modo en que nos alimentamos. Otros factores, a menudo relacionados, como “la formación y la educación” resultan decisivos. “Hay mucho desconocimiento” y por ello muchas personas acuden “a los alimentos envasados y ultraprocesados que además los encuentras a patadas en los supermercados”.

Garayoa explica que la fruta y la verdura constituyen alimentos indispensables en una dieta saludable por su “bajo nivel de calorías y alto contenido en vitaminas, minerales y fibra”. Su encarecimiento golpea a las familias más débiles, admite Garayoa, pero existen alternativas. “Yo soy una gran defensora de hacer una lista de la compra no solo con aquello que queremos comprar, sino con las cantidades, porque se acaba tirando mucha comida. Es verdad que ahora mismo estamos en un momento crítico, con un alza de precios importantes, pero en el caso de los alimentos frescos suele haber también fluctuaciones de semana en semana. Hay que buscar aquello que está mejor de precio. Y las verduras congeladas son una buena alternativa, porque mantienen todas las propiedades nutricionales”, dice.

Nuevo impulso a la marca blanca

Ya sucedió durante la crisis de 2008 y se está volviendo a repetir ahora. La marca blanca, más asequible –entre un 10% y un 30% para la mayor parte de los consumidores– y por tanto especialmente atractiva en momentos de incertidumbre económica, está ganando de nuevo cuota de mercado frente a las marcas de los fabricantes.

Esta es una de las conclusiones del informe Marcas de distribución: Hábitos de compra, valor de marca y sostenibilidad, que elabora EAE Business School. “El principal motivo de compra en el establecimiento es la cercanía, seguido de precio y variedad, conforme aumenta la edad se vuelve más importante el motivo de compra de cercanía al hogar de residencia. Hay que destacar que a menos nivel de estudios más se plantean la variable precio”. Este motivo cambia cuando se pregunta el motivo de comprar marca blanca, que pasa a ser la relación calidad precio y el precio. “A menos ingresos más sensibilidad de compra por precio”, dice.

Así, entre 2005 y 2021, la cuota de mercado de la marca blanca ha crecido en 22 puntos, con un incremento de once puntos durante la crisis de 2008-2013, un alza sostenida en los años siguientes y un nuevo aumento desde 2019. En estos momentos supone ya casi el 47% del total del mercado.

“El consumidor está viendo mermado su poder adquisitivo y está incrementando su sensibilidad al precio; una información que, por otra parte, le resulta fácilmente accesible y comparable en un entorno mucho más digital”, explica Enrique Porta, socio y responsable del sector de consumo y retail de KPMG España, quien advierte de que estos dos factores pueden impulsar más si cabe las conocidas como marcas blancas.

Venta directa, opción creciente

Saltarse intermediarios o comprar en mercadillos ambulantes son dos de las opciones de las que disponen los ciudadanos para hacer frente a un alza de precios. La venta directa de los productores a los consumidores es una opción creciente, favorecida por la conectividad digital y que el Gobierno de Navarra está regulando en los últimos meses. “Dar más opciones al consumidor es una buena noticia para los ciudadanos”, explican desde la asociación de consumidores Irache, que en cualquier caso recuerda que es necesario garantizar la seguridad y trazabilidad de los productos”.

2022-07-03T15:09:02+02:00
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