Las comunidades energéticas se encuentran en una etapa vigorosa, al menos en las aspiraciones de los colectivos de consumidores y en el decir de las administraciones, con el objetivo de su desarrollo y consolidación en España. Sin embargo, no se ha dado el impulso político para disponer de una legislación que las defina y regule.
En el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 se apela al fomento y despliegue de las comunidades energéticas locales como un instrumento necesario dentro del objetivo de reducción de emisiones, de la eficiencia energética y la participación ciudadana en la generación y distribución de la energía que consume.
Bruselas responde al movimiento pionero e impulsor de la ciudadanía, que ha sabido leer la importancia de este nuevo concepto de la producción y la gestión de la energía, controlada por el propio ciudadano en el que además es dueño de sus decisiones económicas y energéticas. Corresponde en coherencia a las administraciones, tanto central como autonómicas y locales, regular el ejercicio de sus funciones y propiciar su instalación y consolidación de manera ordenada, eficiente y justa.
Este articulo describe como, bastantes años antes de vislumbrarse las posibilidades de la autogestión energética, una comunidad de 600 vecinos del barrio de Bera-Bera en Donostia, encontró las razones para adoptar una decisión que en adelante configurará esta área. Se ha consolidado una comunidad que desarrolla en 37 años sus propios servicios energéticos gestionados en forma cooperativa con los que ha definido y diferenciado en el ámbito urbano su devenir social, económico y energético. El 10 de junio de 1985, de acuerdo con la Ley de Cooperativas del Gobierno Vasco de 1982, se constituyó la sociedad cooperativa de consumo Urberoa, con un capital de 810.000 de las antiguas pesetas
Su objeto social determina claramente el fin: “La cooperativa proporcionará a los asociados, al precio corriente el suministro, uso y consumo de energía térmica, para las instalaciones de agua caliente y calefacción para las viviendas”. Pero los fundadores resaltan además el objetivo de autonomía en la gestión y el suministro, y “para ello, la cooperativa adquirirá, instalará, organizará, distribuirá cuantos artículos bienes muebles o inmuebles, cosas técnicas, suministros y servicios que crea conveniente y apropiado para su propio uso y consumo y el de sus asociados”. El fin es imperativo, garantizar un servicio energético a un precio competitivo, adquiriendo la energía primaria y dotándose de la infraestructura y medios técnicos para garantizarlo, además de asegurar el mantenimiento de las instalaciones y de los equipos de los consumidores.
¿Por qué la fórmula cooperativa? Sencillamente por considerarse la formula socio-empresarial más apropiada para garantizar la autonomía en la propiedad, la gestión y el suministro, y también la participación de los consumidores en los órganos de gobierno gestores del proyecto. Hoy día, las instituciones públicas promotoras de las comunidades energéticas, sugieren el modelo cooperativo como forma societaria idónea para una efectiva autogestión y participación, además de asegurar la propiedad de la generación y distribución de energía.
La cooperativa Urberoa se dotó de los órganos de gobierno correspondientes: una asamblea general compuesta por todos los socios, un consejo rector electo por la asamblea, una comisión de control y comisiones especiales. Manifestación del proceso participativo para decisiones que afectan al desarrollo de la empresa, a la regulación y a las circunstancias sociales, así como a la modernización de infraestructuras y adaptaciones tecnológicas. Todo ello atendido por voluntarios.
El proceso de generación y distribución dura ya exitosamente 37 años y se prepara para una adaptación a un contexto energético en el que la garantía de suministro, la gestión de proximidad, el autoconsumo, la reducción de emisiones y el servicio a precios competitivos suponen una exigencia social.
La gestión se ha caracterizado por la flexibilidad en un dialogo permanente con el consumidor, la adaptación al cliente, a la tecnología disponible que influye en la eficiencia, al combustible menos contaminante y a la adecuación de tarifas frente a los precios del mercado.
En estos tres últimos años, Urberoa, pese a la pandemia y la crisis de precios energéticos, ha sabido mantener las tarifas a sus asociados gracias a una gestión rigurosa de compra de gas y biomasa, un control de costes internos y una reforma de la red de suministro que ahorra perdidas en el transporte.
La cooperativa emprende la atención de las necesidades de calefacción y agua caliente de sus asociados desde su constitución en 1985. Este cometido fundacional ha supuesto asumir decisiones complejas que afectan a la infraestructura de servicios, a la calidad del suministro y al control de costes, con el objeto de una mayor eficiencia, pero también asegurar la reducción de emisiones y la sostenibilidad del proyecto.
En el año 2012, la UE optó por impulsar los sistemas centralizados de calefacción y agua caliente por su mayor eficacia y seguridad. En estos sistemas centralizados se priorizan las llamadas “redes urbanas” que atienden una diversidad de edificios y población, completando su función con el aprovechamiento óptimo del calor residual generado mediante la cogeneración para la generación eléctrica. Esta descripción corresponde literalmente con la actividad que realiza Urberoa, por lo que se ha convertido en un caso de estudio de gran interés en el escenario europeo.
La cooperativa muestra una decidida apertura a todas las tecnologías que contribuyan a la mejora del servicio que presta, además de un orden de costes del servicio que permita unas tarifas competitivas frente al mercado y contribuyan a una decidida descarbonización. Desde estas premisas la cooperativa ha ido realizando en los últimos 22 años una serie de cambios sustanciales que afectan tanto a la generación, suministro y a la eficiencia energética, como a la relación comercial con el cooperativista.
En el año 2000, se decidió sustituir el fuel-oil por el gas natural. En noviembre de 2009, tras dos años de largas negociaciones administrativas y con un proyecto técnico y económico realizado desde la propia cooperativa, además de una ampliación de capital suscrito por la totalidad de los cooperativistas, se pone en funcionamiento la planta de cogeneración con una potencia instalada de 1MW/h.
En 2014, se instala una caldera de biomasa de 600 KW como apoyo al sistema y reducción del consumo de gas. Asimismo, adelantándose a los plazos indicados por las directivas europeas sobre tarificación individual del consumo se implanta un sistema de contadores individuales que provoca una nueva ampliación de capital y revisión del sistema de tarifas. Con este cambio a contadores individuales el consumo global de calefacción se ha reducido casi un 38%, pasando de 4,8 a 3 GW/h anuales. En ello ha sido decisivo también el papel de los propios vecinos, al ajustar el confort térmico de sus viviendas y acometer mejoras en su aislamiento térmico.
Y ahora, hemos dado el salto a Europa, pero eso lo explicaremos en el próximo artículo. l
Consejero de Urberoa S. Coop. Miembro de la junta directiva de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA)