La fuga de Pogacar que soliviantó al pelotón

Los equilibrios en el pelotón son muy frágiles, casi precarios. Son demasiados los intereses que se cruzan y, que a menudo, chocan entre sí en un ecosistema de competición extrema. Normalmente, la sociedad del ciclismo soluciona esas cuestiones de puertas adentro, sin que trascienda más de la cuenta esos enganchones.

Refractarios los ciclistas a airear lo que sucede en las interioridades de un hábitat, con claros contrapesos, cuando el dominio de alguien resulta abrumador.

Se asumen las jerarquías, incluso las exhibiciones, pero cuando estas se consideran tiránicas, algo se agita en la estructura del ciclismo, que saca la libreta y apunta lo que se consideran agravios innecesarios.

La fuga de Tadej Pogacar en la etapa del viernes en el UAE Tour, un capricho del esloveno, que trató de buscar la victoria con un movimiento inopinado motivado por una apuesta, torció el gesto de los demás equipos, que afearon la conducta al campeón del Mundo.

Agitar el avispero

No entienden el motivo de agitar el avispero y lo sitúan en un marco que consideran provocativo. En una etapa que estaba diseñada para el esprint, Pogacar generó un estrés extra que censuró el pelotón. Eso quedó como legado un día después.

Se apreciaron grietas en el pelotón, desde donde traslucieron gestos de reproche y miradas hoscas tras lo vivido. En otra jornada que llamaba al esprint, Pogacar se alejó del frente y dejó hacer para restañar heridas.

En el debate de velocistas, venció Tim Merlier, que sumó su segundo triunfo al esprint en la prueba saudí. La batalla del esloveno, líder de la carrera, está en la cima de Jebel Hafeet, que corona este domingo la carrera que ha coronado en dos ocasiones.

El esloveno parte con una cómoda renta respecto a sus rivales. Pello Bilbao es séptimo en la general e intentará entrar en el podio de la prueba que domina el esloveno. Le separan 11 segundos de la tercera plaza, que ocupa Iván Romeo. Si Pogacar se exhibe, nadie protestará.