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La pandemia de la covid-19 afectó a toda la sociedad, pero algunas generaciones se vieron más perjudicadas que otras y cinco años después arrastran todavía las consecuencias, que para los jóvenes están relacionadas con la salud mental, las dificultades en el aprendizaje y la socialización.
"Cuando empezó la pandemia parecía que los más afectados iban a ser las personas mayores, pero enseguida se puso de manifiesto que la población más afectada estaban siendo los jóvenes", explica a la Agencia EFE Manuel Muñoz, miembro del Grupo de Evaluación e Investigación Psicológica en Salud Mental y Sociedad de la Universidad Complutense de Madrid.
En sus palabras, "un confinamiento no lo vive igual un niño, adolescente o joven que una persona adulta, que tiene otras experiencias previas en la vida sobre crisis, o que una persona mayor, que en España en cierta franja de edad habían pasado una guerra o una posguerra".
Problemas en el desarrollo
La psicopedagoga Marta Valcárcel reconoce que cuando terminó la pandemia la empezaron a llamar familias pidiendo ayuda porque sus hijos tenían retrasos en el desarrollo de la lectoescritura, no pronunciaban bien determinadas letras, tenían problemas de psicomotricidad, les costaba ir al cole o no querían dejar de dormir con los padres, entre otros problemas.
"Son cosas que siempre han estado pero ahora se han afianzado", explica a EFE Valcárcel, quien también ha detectado que los niños y los adolescentes presentan dificultades en la sociabilización, además de miedo a la separación y dependencias afectivas hacia los padres.
Las razones se deben, en parte, al tiempo que pasaron encerrados en casa, pero también a cómo se manejó la situación durante el año siguiente, apunta la psicopedagoga, quien recalca que los menores no interaccionaron con realidades diferentes a la de su familia, jugaron menos en la calle con otros niños de su edad, y pasaron más tiempo del recomendable delante de la televisión, el móvil o la tablet.
Los adolescentes y la salud mental
Muñoz alerta de que en los últimos años se ha detectado un deterioro muy importante de la salud mental entre los jóvenes.
"Los más afectados fueron los que en 2020 estaban desarrollando sus habilidades sociales, su identidad, su relación con el mundo", subraya el experto, quien avisa de que entre 15 y 29 años han aumentado las autolesiones, los suicidios y los trastornos de la alimentación.
Valcárcel ha detectado entre los adolescentes adicciones a las consolas o las redes sociales. "Mientras hubo pandemia hubo mano libre con los dispositivos, no hubo ningún tipo de control", esgrime.
Asimismo, la psicopedagoga constata que la pandemia ha hecho a los niños y especialmente a los adolescentes "mucho más individualistas", además de restarles empatía.
La nueva realidad de los universitarios
Cynthia Almenara, profesora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma a EFE que sus estudiantes se llaman "generación covid" a ellos mismos porque cursaron los últimos años de instituto en pandemia.
"La vida universitaria, a nivel social, aún no se ha recuperado. Antes las facultades estaban llenas, la gente hacía vida en el centro: se quedaban a comer, a hacer trabajos, estudiar... los pasillos siempre estaban llenos", resalta Almenara, quien lamenta que hoy en día la mayoría de estudiantes prefieren regresar a casa tras las clases.
La profesora subraya que los universitarios se han vuelto "expertos" en alternativas a la presencialidad y al trabajo codo con codo, y muestran cierto recelo a entregar trabajos hechos a mano y en la propia clase.
Almenara reconoce que espacios como las asambleas de estudiantes, los sindicatos o las asociaciones son mucho menos evidentes. "Es una vivencia de la universidad radicalmente diferente a como se entendía antes, la especialización de la educación no te la quita nadie, pero esa parte social, de implicación y activismo no se percibe", avisa.
Salud mental e impacto en el nivel académico
La profesora del Departamento de Sociología Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, María Fernández, advierte de que los problemas de salud mental han repercutido en el nivel educativo.
Fernández detecta una pérdida de aprendizaje, especialmente en matemáticas. Entre las razones se encuentra la menor presencialidad en la escuela, pero también las situaciones psicológicas complicadas, desde estar encerrados a sufrir la pérdida de algún familiar, o convivir con las preocupaciones económicas familiares porque alguno de los progenitores había perdido el trabajo.
Asimismo, el cierre de las escuelas e institutos aumentó la desigualdad entre los alumnos, puesto que su seguimiento dependía de que en sus casas pudieran disponer de recursos como ordenadores, conexión a internet, espacio para estudiar o buen ambiente.
"A los estudiantes de entornos más aventajados socioeconómicamente no les impactó tanto, pero a los que tenían más carencias les afectó. También a los que no eran tan buenos estudiantes", comenta.
Por su parte, Valcárcel ve "lagunas académicas" derivadas de la interrupción del aprendizaje continuado en edades clave. Muchos de los alumnos, en su opinión, se han acostumbrado al "mínimo esfuerzo".
Sin embargo, Muñoz asegura que no todo es negativo. "Ha aumentado la normalización de la salud mental, la gente habla sobre ello, y eso es gracias, en gran parte, a los jóvenes y a la aceleración de esta visión provocada por la pandemia", celebra.