Después de dos años en barbecho vuelve la responsabilidad de dar comienzo a las fiestas...
¡Y todo el mundo te lo recuerda! Hay quien me dice que me pille confesado y ya me noto tenso por lo que puede ser...
¿Cómo ha vivido Celedón estos dos años sin fiestas?
Ha sido duro. El primer año lo llevamos mal, pero todos creíamos que el año siguiente se volvía y cuando no se pudo fue un momento complicado. Recuerdo que mucha gente me mandaba vídeos y fotos emulando en sus casas la bajada y fue muy emotivo, pero duro.
¿Qué se le pasa por la cabeza ahora con el regreso a la vuelta de la esquina?
Pues sobre todo que hay que hacer más énfasis en pedir a la gente que use la cabeza, que nos permitan a mí y a los/as acompañantes llegar bien a balconada para que se inicien las fiestas y todos tengamos esos momentos que tanto hemos echado de menos y queremos.
¿Nota un ambiente especial?
Son dos años, estamos todos con muchas ganas esperando el pistoletazo de salida como en las carreras de 100 metros, con el cuchillo entre los dientes, y es mucha presión porque parece que tienes que cantar y saltar más que antes, incluso, y no sabes qué va a salir de ahí.
¡Después de 19 bajadas eso es pan comido para usted!
No te creas, para mí va a ser un año raro porque mi hijo mayor ya no va a estar conmigo en la balconada. Ya quiere estar en la plaza con su amigos y, aunque luego estaré con él, será duro. Por lo demás, tengo muchas ganas, pero los nervios no se pasan aunque lleve 19 años haciéndolo...
¿Las sensaciones serán como las del primer año?
Hasta las 7.00 de mañana no lo voy a saber, pero los nervios por volver a esa rutina que había perdido ya llevan conmigo más tiempo del que suele ser habitual.
Hablemos de rutina, ¿qué hace Gorka Ortiz de Urbina el día 4 de agosto?
Subo a Vitoria desde mi casa, que está en la Puebla, suelo almorzar con mis amigos, atiendo normalmente por la mañana a varias radios, estoy un poco con los/as acompañantes para coordinarme y a las 14.30 voy a comer con la familia. Luego me hago con el puro y a las 17.20, más o menos, llego a la Caja Vital.
¿Cómo son esos momentos hasta que llega el muñeco donde está esperándole?
Hablo con la gente que suele estar en el piso conmigo, con quienes han preparado el cable, estamos apaciguando los nervios y en un momento dado Iñaki Landa, que está conmigo, me dice: “Venga chaval, que hay que prepararse”. Y me ayuda a vestirme, con la faja ¡Y me aprieta las abarcas mucho!
Y llega al muñeco y esa cortina se abre...
Ese momento es muy bonito y emocionante. Desde que oyes el txupinazo estás pendiente del cable, te van diciendo los minutos que quedan y cuando sales ves a la gente y te emocionas. Luego llega el momento de cruzar la plaza, con todo lo que conlleva. Unas veces sufres más que otras, pero cuando llego a la balconada y puedo besar a mi tío Esteban, a mi mujer y a mis hijos para mí es muy especial.
Ya está arriba...
Me coloco la ropa y el pañuelo para no parecer un cowboy, me hidrato, pongo el pañuelo al alcalde y a quien lanza el txupinazo y salgo a la balconada. Siempre pienso en lo que voy a decir, pero tampoco es un momento de discursos y acaba siendo más o menos lo mismo. Es un momento increíble. Yo tengo la mejor visión de la plaza de la Virgen Blanca un 4 de agosto.
¿Qué pasa cuando Celedón ha hecho su papel?
Pues soy la novia con diferentes novios, todo el mundo quiere fotos y declaraciones y me tiro un buen rato atendiendo a la gente. Un amigo de los que está en el piso me lleva la ropa de calle que he dejado donde salgo a los Arquillos. Allí me dejan una habitación para ducharme, cambiarme y estar tranquilo un rato con personas que igual no veo en otro momento. Luego voy a cenar con un grupo de amigos, doy una vuelta y al día siguiente salgo de blusa con mi cuadrilla, Bereziak.
Y todo esto desde 2001
Bueno hay cosas que han cambiado. Antes me cambiaba en el piso de un amigo, los primeros años me acompañaban municipales y ahora son blusas, neskas y gente que lo lleva haciendo desde 2007, cuando empecé mi mujer era mi novia y ahora tengo dos hijos... Es toda una vida lo que ha pasado.
Gorka Ortiz de Urbina dijo que no iba a estar más de 21 años de Celedón...
Y lo voy a cumplir. Llevo 19, porque los dos últimos no han existido. Se ha parado el mundo y por no haber no ha habido ni cartel de fiestas. Dije que iba a estar 21 años y son los que voy a estar. Ni uno más ni uno menos. Fue un contrato conmigo mismo y lo voy a respetar. Este año el 20 y el que viene…
¿Estarán buscando ya el sustituto?
Imagino que sí. Cuando Iñaki Landa fue avisando de que aquello se acababa sé que hicieron una lista en la que había tres personas. Yo estaba el primero, hablaron conmigo, yo hablé con Yoli, mi novia entonces, porque aceptar implicaba unas obligaciones que también le afectaban, y con el propio Iñaki para que me contara. Lo demás ya se sabe.
¿Cómo recuerda la primera bajada?
Fue una gozada. No conocía nada, todo era nuevo, iba a lo desconocido, pero con muchas ganas. Recuerdo sobre todo los nervios, y esos todavía no los he controlado. ¡Es que es una responsabilidad muy grande! Iñaki me había contado lo bonito de aquello y cuando crucé la plaza por primer vez... Casi mejor ni recordar cuando le vi después en la balconada lo que le dije.
¿Hay alguna otra que recuerde con especial cariño?
Sin duda alguna la de 2007. Era el 50 aniversario de Celedón, íbamos a cruzar la plaza los tres celedones vivos que había en ese momento, pero Isasi se puso malito y no pudo estar con nosotros y lo hicimos Iñaki y yo. Creo que todos/as tenemos en la retina esa foto de la balconada. Fue muy emocionante. Iñaki estaba como un chaval, yo, además había sido aita por primera vez. Fue una pasada.
Decíamos que le estarán buscando sustituto. ¿Y si es sustituta?
Será algo que tengan que valorar. Los blusas y las neskas deciden. Veremos qué pasa cuando llegue el momento.
¿Le quedan dos años, ¿qué espera de ellos?
Uy, todavía no me he puesto a pensar en eso, pero mira, hasta ahora nunca me ha pillado un día de lluvia. De mucho calor sí y han tenido que refrescar a la gente los bomberos y todo, pero de lluvia no me ha tocado. En los dos años que quedan espero que tampoco haga acto de presencia.