Este año sí que va a poder salir en cabalgata. ¿Qué le parece?
–Todos hemos tenido que tomar medidas. Ha sido difícil para todos y aunque no pueda recibir a todos los niños como me gustaría, sí que por lo menos les podré saludar desde la carroza.
¿Echó de menos el año pasado este desfile?
–Pues sí, pero era una medida necesaria. La tuvimos que tomar entre todos porque todos estábamos preocupados y fue una responsabilidad por parte de todos los ciudadanos, así como de Olentzero y del Ayuntamiento, tomar esa decisión de que no hubiese cabalgata.
¿Qué acto prefiere el celebrado el año pasado en Mendizorroza o la cabalgata?
–Bueno... Las dos cosas. Cada una tiene su momento. El año pasado se decidió que fuera así y así lo hicimos. Este año, por ejemplo, hemos decidido que sí que puede haber cabalgata pero no recepción y es por las circunstancias.
Este año su cabalgata amplía el recorrido en 700 metros y acaba en la esquina de San Antonio con Florida. ¿Qué le parecen estos cambios?
–Necesarios porque ya que no va a haber saludo desde el balcón del Ayuntamiento, ni recepción a los txikis y no se va a poder dar los regalos en mano, alargar el recorrido siempre está bien.
¿Y el hecho de que no puedan lanzar caramelos?
–Tampoco es tan grave. Unas caries menos siempre vienen bien.
¿Cree que la gente respetará la distancia interpersonal y el uso de mascarilla?
–Sería lo suyo porque se lo hemos pedido, pero la gente de Vitoria yo sé que saben cumplir, tanto niños como adultos. Los vitorianos han demostrado que saben estar a la altura.
¿Cree que los niños se han portado bien, en general, este año?
–Sí. Los niños no solo se han portado bien, sino que han conseguido sus objetivos, han ayudado, se han preocupado por la sociedad y por sus familias. Yo sé de niños que han preguntado cómo están aitite y amuma sin poder estar con ellos por la situación de la pandemia.
¿Y a los adultos a quién traería gustosamente carbón?
–Bueno... El carbón no es forzosamente malo, pero dejaría sin regalos a los que no toman las decisiones correctas, a los que en vez de verlo de forma general, intentan arreglar las cosas por lo puntual...
¿Ha tenido problemas para traer los regalos, teniendo en cuenta todos los problemas que hay este año de desabastecimiento?
–He tenido más problemas, pero creo que vamos a satisfacer a casi todos.
¿Qué le parece la nueva ubicación de vuestra caseta en La Florida, frente a la Catedral Nueva?
–Pues muy bien. La Florida es un sitio en el que está el Belén, la pista de hielo... Es un sitio fenomenal para Vitoria. Es céntrico, aparte de que parece que estás en la naturaleza pero a la vez estás en medio de Gasteiz. Está muy bien.
Pero es el tercer cambio de esta caseta en cinco años. ¿No está cansado de tanta mudanza?
–No. Hay que tener en cuenta que yo vivo en el monte, así que venir a Vitoria y estar en un sitio nuevo de la ciudad siempre está muy bien.¿Su deseo para esta Navidad?
–Es para esos que no están en casa y que no lo pueden celebrar juntos. Que los que estén lejos, que los que estén trabajando, los que estén en hospitales... Vaya, los que no estén en sus casas, que vuelvan a ellas porque los que están, por ejemplo, faenando en el mar lo pasan muy mal. O los médicos que van a tener que trabajar en Nochebuena o los enfermeros, el personal de limpieza...
¿Puede aclararnos su relación con Mari Domingi?
–Buah. Es una amistad tremendamente fuerte. Vivimos al lado. A los dos nos gusta ir por el monte: yo cojo carbón, ella hace queso... Es una relación casi simbiótica.
¿Pero son amigos o novios?
–Bah. Más amigos que novios.
Por último, ¿quiere trasladar algún mensaje en especial?
–Alegría y paz a todo el mundo.