'La Gioconda', también conocida como 'Mona Lisa', es una de las obras más misteriosas, polémicas y especiales del mundo. A raíz de su existencia, son miles las conjeturas, que, han surgido sobre la dama con mirada extraña.
Algunos piensan que se trataba de una mujer muy enferma, de ahí su pálido y amarillento tono. Otros piensan que se encontraba en cinta, al ser retratada, entre otras sospechas. Nada que extrañar, teniendo en cuenta su autor, uno de los pintores más peculiares y misteriosos de la historia.
La historia comienza, como no podía ser de otra manera, con una pintura. En concreto, esta cuelga sobre una chimenea en un piso de Londres, en la década de los 60, aunque con previo recorrido.
Un cuadro réplica de la 'Mona Lisa' de Da Vinci, similar a la que viste los pasillos del Museo Nacional del Prado; la 'Gioconda' de Isleworth. Sin ser el detalle de las cejas su primera diferencia, muchas polémicas han brotado alrededor de la pieza.
Única y verdadera, cuestión de convicción
En 1913, esta obra fue comprada por los Blaker, una familia aristocrática de Inglaterra, y fue guardada en el estudio del londinense Isleworth, antes de ser enviada a Estados Unidos. El propósito único y primordial: salvaguardar la obra durante la Primera Guerra Mundial.
En los años 60 fue adquirida por Henry Pulitzer y posteriormente heredada por su pareja. Finalmente, del 75 hasta el 2003, estuvo depositada en Suiza, terminando en 2012 en la Fundación Mona Lisa, quien quiso darla a conocer al mundo.
Sin embargo, el fallo fue directamente hasta Blaker. A esta familia de coleccionistas, les había ido muy mal en sus enormes esfuerzos de vender pinturas de la talla artistas como de Rubens, Velázquez y otros. Por ello, después de su muerte, y al caer en las manos de Pulitzer, este trató de convencer de que se trataba de la pieza única y verdadera.
Pese haber pasado durante 70 años por distintas manos, se cree que la pintura es propiedad de un consorcio nacional no identificado, debido a la falta de fuentes y pruebas.
"Cuando nos pusimos en contacto con la organización nos dijeron que no sabían quién era el propietario, pero tampoco nos creyeron. Debido a que nosotros tampoco pudimos averiguar a quién pertenecía y como nadie nos decía nada no sabíamos cómo iniciar ningún tipo de procedimiento", explican en 'BBC'.
Hoy por hoy, la pieza más deseada del mundo, se encuentra en una batalla legal, que puede que pueda retratarse en un futuro, no muy lejano.