Probablemente se trata de una marca que ningún futbolista llega a plantearse cuando comienza en el fútbol de élite. Sus objetivos son otros: debutar, jugar con la mayor asiduidad posible, hacer goles, conquistar títulos... Es decir, los deseos más comunes. De manera secundaria o personal, emergen otros retos, que en la mayoría de los casos son íntimos y que merecen una perspectiva particular y no comparable. Y después surgen de forma espontánea a causa de una inercia unas metas que se enmarcan dentro del puro análisis estadístico, pero no por ello dejan de tener valor. Habrá quien menosprecie estos registros o les dé poca importancia, y habrá quien ponga el acento en ellos como el retrato del impacto que tenga el futbolista implicado. Iñaki Williams encarna uno de estos casos. El delantero del Athletic igualará el sábado, en caso de comparecer en Mestalla, el récord que ostenta el exdefensa de la Real Sociedad Juanan Larrañaga, quien, en la década de los 80 del siglo XX, encadenó 202 partidos consecutivos de liga y, si no sucede nada extraño hasta ese día, se convertirá el 1 de octubre, con motivo del derbi ante el Alavés en San Mamés, en el nuevo líder de este ranking cuando dispute su partido 203 liguero sin parar, momento en que su nombre ocupará un lugar preferente en la historia de Primera División. Le tocará disfrutar de su minuto de gloria.
El mayor de la saga –su hermano Nico ya ha debutado como león a los 18 años de edad– ha necesitado casi cinco años y medio para llegar a los registros de Larrañaga, del que sorprende su récord cuando se trataba de un defensa, habitualmente sometido a los rigores de la cartulinas. El exrealista esquivó las sanciones e Iñaki ha regateado a las lesiones, porque no es costumbre que un delantero veloz y explosivo como él no haya sido víctima ni de la más mínima molestia que le impidiera jugar un partido de liga desde el 20 de abril de 2016, cuando se activó un contador que ni ideaba por asomo el propio protagonista. Eso sí, el hecho de encadenar jornada tras jornada sí le llevó en un momento dado, cuando alcanzaba cifras a tener en cuenta, a interiorizar la conquista de esta marca, que también parece muy complicada de repetir por otro futbolista en un futuro cercano. Sea como fuere, Williams, que debutó en el primer equipo a los 20 años y medio de edad, lo ha conseguido pese a que en el camino se detecten partidos intrascendentes para la clasificación y en los que compareció en un puñado de minutos para optar a la consecución de este reto singular.