En Figueres nació y murió el genio Salvador Dalí, uno de los pintores más importantes del pasado siglo. Un museo recuerda su obra, un tratado de surrealismo atado a lo onírico. Entre su amplia obra, destaca un cuadro, La persistencia de la memoria, conocido popularmente como Los relojes blandos o Los relojes derretidos. Dalí reflexionó en su día sobre esa creación.
“Lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando”. También dijo que resolvió la ecuación del espacio y el tiempo. “El tiempo no se puede concebir sino el espacio”, estableció el creador.
En Figueres, en la cuna y tumba de Dalí, Ethan Vernon le homenajeó en la segunda jornada de la Volta a Catalunya que sigue liderando Brennan, segundo, a la estela de su compatriota en una llegada veloz. La Volta habla en inglés.
El esprint fue un visto o no visto para Jon Aberasturi, que a 500 metros de la gloria estaba a rueda de Vernon y un segundo después había desaparecido. Otro reloj derretido. No el de Vernon, exacto. Tenía buenos recuerdos de la carrera el inglés. En 2022 se impuso en otra etapa. Lo recordaba. La persistencia de la memoria no era solo un cuadro surrealista.
Volta a Catalunya
Segunda etapa
1. Ethan Vernon (Israel) 4h16:16
2. Matthew Brennan (Visma) m.t.
3. Kaden Groves (Alpecin) m.t.
4. Axel Laurence (Ineos) m.t.
12. Jon Aberasturi (Euskaltel-Euskadi)m.t
General
1. Matthew Brennan (Visma) 8h41:17
2. Kaden Groves (Alpecin) a 6’’
3. Tibor Del Grosso (Alpecin) a 12’’
4. Enric Mas (Movistar) a 13’’
18. Mikel Landa (Soudal) a 16’’
El sol rajó el cielo, azul, con sus rayos calurosos y estupendo, agradecidos los ciclistas después de un día atrapados por el frío y la lluvia, emboscados entre ropa de agua y abrigo. El bienestar regresó con retazos de felicidad.
Antes del episodio del amago de los abanicos, la fuga de Van der Tuuk, el rey de la montaña del Euskaltel-Euskadi, Diego Uriarte, del Kern Pharma, y Calum Johnston, del Caja Rural, distrajo una sobremesa plácida.
La calma después de la tormenta, hasta que el viento, pendenciero, el filo de navaja en un callejón oscuro, activó el cerebro límbico. Ante la amenaza, el instinto de supervivencia recomienda quedarse quieto para ser invisible, salir corriendo para alejarse del peligro o pelear contra ese enemigo.

Imagen de la llegada al esprint en Figueres.
Si el adversario es el viento, el manual del ciclismo exige espabilar, darse prisa, meter cuneta y acelerar todo lo posible para no quedarse a merced de los caprichos del viento y perderse. Quedarse quieto implica perder, ser presa y no depredador.
Pelearse contra el viento es absurdo porque es un peso pesado que parte el rostro, achata la nariz a golpes y fatiga al extremo. Correr es la única escapatoria, pero hay que hacerlo con convicción y criterio. Sin mirar atrás. Por eso, en el amanecer, los ciclistas optaron por armarse con platos contundentes por si la batalla requería artillería pesada.
De cuando en cuando, a la salida de algún pueblo, giraba la carretera y el viento de costado lanzaba ráfagas. Sonaban las alarmas interiores y se alteraba el orden. Una llamada al caos, al asalto. Red Bull, Ineos, Jayco y el Movistar danzaron en ese baile maldito, pero advertidos todos, con las orejas tiesas, se cosieron unos a otros.
Ayuso rasca tres segundos
No hubo suficiente viento para deshilacharse, pero Juan Ayuso encontró una hebra de tres segundos en una bonificación. Así se tejen las victorias en el ciclismo moderno, donde las diferencias son tan escuetas. La víspera fue Mas el que rascó tres segundos y Roglic, uno.
"El otro día me equivoqué. Así que esta vez he estado más atento y he preguntado por la radio. Sabía que no había fuga por delante. Soler me ha lanzado muy bien y he cogido esos segundos. Mejor tenerlos porque esta es una carrera que se ha decidido muchas veces por segundos”, destacó Ayuso.
Los relojes blandos siempre están presentes. Después del encuentro con el viento, se serenó el pulso del pelotón hasta que activaron la turbina de la velocidad para formalizar un esprint en una llegada con tendencia alcista pero sin los porcentajes que hunden a los velocistas. Ahí surgió La persistencia de la memoria de Ethan Vernon. La mejor.