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Política

La herida sin cerrar de los novios de Cádiz, asesinados por ETA en 1979

Hortensia, de oscuro y con gafas, y Aurora embarazada.
Hortensia, de oscuro y con gafas, y Aurora embarazada.

eTA trató de inocular la sensación de que nadie estaba a salvo si no compartía sus ideas. No solo los colectivos a los que había señalado como objetivos (como las fuerzas de seguridad del Estado), sino también sus familiares y personas más cercanas.

Era la noche del 6 de enero, día de Reyes, de 1979. Antonio y Hortensia se iban a casar en unos meses y habían quedado para intercambiarse los regalos propios de esa época. Eran de Cádiz. Él era un guardia civil destinado a Ordizia, y ella vivía junto a su hermana, también emparejada con un integrante del Cuerpo. Regresaban a casa en coche, tras haber bailado en una discoteca de Beasain. Se pararon en una fatídica señal de stop, esa especie de trampa mortal que también atraparía años más tarde a otras víctimas de ETA. Fueron ametrallados en ese punto, se supone que por dos atacantes, por la cantidad de proyectiles que recibieron. "Nueve mi hermano, once Hortensia", relata a este periódico Diego, hermano de Antonio.

Una escena de ensañamiento. Dos vidas truncadas con solo 24 y 20 años de edad. Ella, la primera mujer asesinada por su relación con un integrante de las fuerzas de seguridad, una estrategia más indiscriminada de violencia para extender el temor. Él, un joven que había desoído el consejo de su padre, también guardia civil, quien le planteó el traslado ante el goteo constante de muertes en la Euskadi de los años de plomo. Y el claxon del Renault 5 no paraba de sonar, sin que nadie se acercara a prestar socorro, hasta que lo hizo un joven de la Cruz Roja. Ni una sola pista sobre los autores.

el caso

Antonio Ramírez Gallardo y Hortensia González Ruiz son dos de las muchas víctimas mortales de ETA cuyo caso está sin esclarecer. Forman parte de una primera remesa de 86 casos que van a recibir hoy el reconocimiento del Gobierno vasco. El atentado lo reivindicó ETA, que lo presentó como un aviso para "todos los enemigos de Euskadi" y sus "familiares". Aunque la Audiencia Nacional reabrió este caso en 2017, se enfrenta a los mismos lastres que sufren otros casos de la época: una labor pericial más rudimentaria en 1979 sin los avances actuales, y unos agentes desbordados porque, como relata Diego, "un día asesinaban a uno, y al día siguiente a tres". La cuenta nunca terminaba.

Aurora, hermana de Hortensia, explica a este periódico cómo ese día la normalidad se quebró en su familia. "Mi madre murió en vida. No tenía ganas de salir, no quería bodas ni navidades. Éramos siete hermanos, y se preguntaba: ¿Cómo voy a poner la mesa para seis, sabiendo que me falta una? Yo tampoco celebro la Navidad. Ese año se terminó todo", relata. Para Diego, la tragedia tampoco terminó ahí. Tuvo un hijo que escogió una carrera similar, la de Mosso d'Esquadra, y estaba "obsesionado" con su tío, por la sensación de pesar en las visitas al cementerio. También se llamaba Antonio, y acabó suicidándose.

2021-12-18T06:28:02+01:00
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