Han pasado 20 años desde los atentados terroristas en el World Trade Center de Nueva York, y en el Pentágono en Washington. Ese mismo día Nick Marson y Diane Kirschke viajaban a bordo del vuelo 5 de Continental Airlines, que debía aterrizar en Houston, Texas. Lo que ambos no esperaban es que a las 4 horas de desde el despegue cuando el piloto anunció que se desviarían a Terranova (Canadá).
"Hay problemas en el espacio aéreo de Estados Unidos" dijo el capitán, pero no dio más detalles. Por un lado, Nick pensó que en realidad había algún problema con el avión pero que no querían decir la verdad. Por su parte, Diane, en el otro extremo del avión, asimiló la noticia.
Mientras que para Marson el incidente suponía un retraso en su jornada laboral, para Kirschke era una aventura ya que nunca había visitado Canadá.
Los inconvenientes en el espacio aéreo eran reales. Aquel 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos cerró todo el tráfico de aviones por lo que más de 200 vuelos fueron desviados a Canadá.
El aeropuerto elegido aquel día fue uno ubicado en la pequeña ciudad rural de Gander. Cuando el vuelo llegó a la pista, Nick observó que no eran los únicos que había sufrido un imprevisto, ya que habían decenas de aviones aparcados. Fue entonces cuando fue consciente de que algo más grave había ocurrido.
Es recién en ese momento cuando el piloto anunció que había ocurrido más de una actividad terrorista en EEUU.
"Aunque eso sonó horrible, nadie se dio cuenta de lo devastador que era hasta algún tiempo después" dijo Nick. Hay que recordar que en 2001 no existían los smartphones, por lo que nadie tenía internet en su móvil, ni tan siquiera cobertura internacional.
Por su parte, Diane estaba bastante preocupada por sus familiares. La incertidumbre se mantuvo por más de 24 horas.
Lo que ambos recuerdan con cariño es que la gente del pueblo se volcó en brindar alimentos y refugio a todas las personas que debían permanecer la noche en el aeropuerto. Eran 7.000 personas más en aquella comunidad, casi el doble de las personas que vivían en aquel lugar.
Fue el 12 de septiembre cuando se permitió a los viajeros que bajaran de los aviones. Las personas bajaron de una en una y no podían llevar equipaje. Pero una vez que salieron del avión, fueron recibidos con sonrisas.
"Simplemente nos dieron la bienvenida. No les importaba quién era, de dónde venías, cuánto dinero tenías en la cartera, qué tipo de trabajo hacías...solo necesitábamos ayuda, y ellos iban a cuidar de nosotros" recordó Diane.
Diane y Nick se encontraron por primera vez en uno de los refugios para los pasajeros de los aviones. Fue entonces cuando recién pudieron ver las terribles imágenes que dieron las vuelta al mundo, y entendieron la magnitud de lo ocurrido.
Ambos se conocieron en la fila para recoger mantas, que utilizaron para pasar la noche en aquel recinto. Los dos empezaron a charlar y se dieron cuenta que habían viajado en el mismo avión a Texas. Esta coincidencia fue para ellos algo a lo que aferrarse.
"Charlamos y tratamos de pasar el tiempo, disfrutando de la compañía del otro", recordó Nick. Por su parte, Diana pensaba que el hombre era un caballero y le parecía interesante.
La despedida
A los cinco días de haber aterrizado, recibieron la llamada de que se volvía a abrir el espacio aéreo de EEUU. En buses escolares todos los pasajeros fueron trasladados a el aeropuerto.
"Estaba un poco alterada porque dejábamos a esta gente maravillosa y había llegado a conocerlos a ellos y a sus hijos, y habían sido tan amables con nosotros y sabía que no volvería a verlos. Y probablemente tampoco iba a volver a ver a Nick. Así que se me saltaron las lágrimas" confesó Diane.
Por esa razón, la mujer no se lo pensó dos veces y besó a Nick. Los dos se sentaron uno al lado del otro en el vuelo y estuvieron besándose durante todo el viaje.
Durante los días siguientes, Diane llevó a Nick a comer a sus restaurantes favoritos y antes de que él tuviera que volver a Londres, se intercambiaron los correos electrónicos y números de teléfono.
Un nuevo comienzo
Nick volvió una vez más a Texas para comprobar de que lo que sentía por Diane era amor de verdad. Una vez que se aseguró que estaba enamorado, y estando en Inglaterra, le pidió matrimonio. La pareja se casó justo un año después de conocerse, en septiembre de 2002 en Houston. Ella adoptó el nombre de él, y se convirtieron en Diane y Nick Marson.
Después de dos décadas desde que se conocieron y 19 años de casados, la pareja asegura que han llevado bastante bien que su historia haya resonado a nivel mundial.
Diane quiere recordar a las personas la importancia de aprovechar cada día y de sacarle el máximo partido. Y agrega "porque quién sabe cuántos días tiene cada uno".