Muchos consideran al fútbol el pan y circo de otro tiempo, una especie de anestesia social que encaja en la supuesta estrategia oscura de no se qué poderes fácticos, cada uno encontrará sus ogros según conveniencia. Otros ciudadanos, verdaderamente en apuros, seguramente encontrarían razones mas que evidentes para activarse y movilizarse por otras causas, mucho menos triviales que el deporte rey.
El fútbol también es altavoz
Pero las grandes reivindicaciones, las legítimas proclamas, son perfectamente compatibles con un gran acontecimiento deportivo, que ya de paso también podría ser soporte y altavoz para lanzar esas consignas que son mas relevantes que un par de partidos para el devenir de nuestras vidas.
Esta semana, durante un rato al menos, los aficionados de la Real y el Athletic tendrán su ventana de evasión, su propia vía de escape para soñar con una final copera con label, un título en disputa que de mediar la fortuna enfrentaría nuevamente a estos dos equipos, enemigos íntimos.
Final vasca con público
La última vez que se vieron en una igual, fue en pandemia, y sin público en la grada. Ganó la Real, sin poder ofrecer el trofeo a los suyos, perdió el Athletic, que no pudo encontrar el abrazo reconstituyente de su gente. De acompañar los resultados viviremos un partido inolvidable y unos previos ejemplares para la historia. Nadie duda que en ese supuesto serán decenas de miles de aficionados vascos peregrinando a Sevilla para aupar a sus jugadores en pos de la victoria. Ha llegado la hora de la verdad, una ocasión única para mostrar el factor diferencial vasco, dentro y fuera del terreno de juego.