La hostelería de Gasteiz ha pasado una auténtica travesía del desierto a lo largo de la pandemia, pero en los últimos meses ha comenzado por fin a ver la luz y ahora afronta con esperanza el inminente ciclo festivo. El primero en condiciones de normalidad desde el año 2019, más de 1.000 días después.
Las reservas para comer en las jornadas grandes que se avecinan, especialmente en Santiago y tanto el 4 como el 5 de agosto –días de Celedón y La Blanca–, se han sucedido durante las semanas recientes y ya no resulta fácil encontrar una mesa libre si se busca en el Casco Viejo o el Ensanche, y menos todavía cuando el que lo hace es un grupo numeroso.
Buenas expectativas reforzadas por el guiño que el calendario ha hecho este 2022, que ha situado el fin de semana en pleno ecuador de La Blanca –los días 6 y 7–, lo que invita a pensar a los profesionales que la ciudad mantendrá el pulso tras el habitual bajón posterior al día 5. En buena medida, gracias a la llegada de personas de otras localidades.
Excepcionalidad
El sector, sin embargo, no olvida que durante muchísimo tiempo ha estado trabajando en condiciones de excepcionalidad por culpa del coronavirus –eso si ha podido hacerlo– y tampoco que la situación económica de la población no es ahora mismo la mejor por la constante subida de precios.
En algunos locales, las reservas van incluso por debajo respecto a estas alturas de 2019, especialmente para las cenas.
Con todo, las expectativas de cara a Santiago y La Blanca son generalmente positivas para los próximos días, al menos entre los profesionales consultados por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Es el caso, por ejemplo, de Txus Tejado, responsable de los restaurantes El 7 y Virgen Blanca. “Estamos a tope. Este año caen además cuatro días fuertes, así que las expectativas son buenas”, apunta este veterano hostelero.
La introducción de los vasos reutilizables en buena parte de la hostelería local y, en el caso concreto del Virgen Blanca, un inminente cambio en la carta son las dos grandes novedades que Tejado vislumbra para unos días que confía que sean “más o menos como siempre en fiestas”. “Esperamos estar llenos”, reconoce.
Pese al buen ritmo que marcan las reservas, uno de los profesionales que no quiere pasar por alto el difícil contexto reciente para el sector hostelero es Mikel Bilbao, desde el también céntrico asador Matxete.
"Estamos trabajando bien, pero las hemos pasado canutas"
“Prácticamente a tope” en los días grandes del ciclo festivo, sí, pero es que no podía ser de otra forma teniendo en cuenta de dónde se viene. “Tenemos buenas expectativas, pero el año son 365 días. Estamos trabajando bien, pero las hemos pasado canutas. Si no llenamos en La Blanca, ya cerramos el negocio. Apaga y vámonos”, apunta este hostelero.
Edurne Hidalgo, portavoz de la Asociación de Hosteleros de Vitoria y Álava (HVA-GAO) y corresponsable de El Bosque de Abastos, también vaticina unas buenas fiestas tras dos años de sequía, aunque –también como antaño– mucho más generosas con los bares y restaurantes situados en el centro y el Casco.
“La gente tiene ganas. Espero que haya mucho movimiento, pero sobre todo lo habrá en las zonas habituales, donde hay más actividades. Siempre hay una especie de línea divisoria que no se ve a simple vista”, apunta Hidalgo.
En el caso concreto de su restaurante, el comedor se encuentra ya “bastante completito” tanto para la víspera de Santiago –más incluso que para el día 25– y los primeros días de La Blanca, hasta el sábado 6. Un fin de semana en el que la profesional espera que siga habiendo “ambientillo” con la llegada de visitantes de otras localidades.
Tiempos difíciles
Carlos Dávalos, propietario del Waska!, también reconoce que La Blanca cae “estupendo” este año, y que eso a buen seguro permitirá que ese ambiente no decaiga el fin de semana.
Sin embargo, el hostelero no olvida esas apreturas económicas que muchos vecinos están pasando por el incremento de los precios.
“Las expectativas deberían ser buenas, pero ahora mismo estamos pasando otra crisis”
“Las expectativas deberían ser buenas, pero ahora mismo estamos pasando otra crisis”, subraya Dávalos, quien reconoce que en el caso de las cenas las reservan van “algo más flojillo” que en las últimas fiestas anteriores a la pandemia.