Que un equipo de Segunda División cuente entre sus filas con un gran goleador no le asegura ascender, pero sí le otorga muchas papeletas. Buena muestra de ello ha sido el Girona de Míchel Sánchez, quien, el pasado domingo, logró regresar a la máxima categoría después de derrotar al Tenerife en la final de los play off. Una eliminatoria a la que, como se ha adelantado, llegaron los catalanes gracias, en parte, a las 22 dianas del ariete uruguayo Cristhian Stuani, pichichi de plata junto al exalbiazul Borja Bastón, del Real Oviedo.
En esa misma línea espectacular, han estado también a lo largo de la temporada las actuaciones de Umar Sadiq y Shon Weissman, principales referencias ofensivas del Almería y el Real Valladolid, los dos conjuntos que consiguieron promocionar a la élite de manera directa hace varias semanas. El primero, de origen nigeriano, terminó el curso con 18 tantos en su cuenta particular y el israelí, por su parte, lo hizo con 20, números que solo pudieron igualar o superar, además de los dos atacantes mencionados previamente, Stoichkov (21), del Eibar, y Rubén Castro (20), del Cartagena.
Dicho con otras palabras, pese a que los tres equipos que han acabado ascendiendo a Primera División lo han hecho con un estilo de juego especialmente característico, todos ellos han compartido la particularidad de poseer en sus plantillas a un delantero muy determinante; es decir, alguien capaz de emerger como referencia y alcanzar o, como mínimo, acercarse a la bonita cifra de 20 goles, que suele significar entre el treinta y el cuarenta por ciento de la suma total de las escuadras punteras de la competición.
Un rol, por tanto, que es tendencia en Segunda y para el que, salvo repentino estallido de alguno de los tapados, el Alavés no tendrá a nadie a partir del próximo 30 de junio, momento en el que Joselu, máximo goleador histórico del club babazorro en la élite, pondrá fin a su periplo de tres campañas en Mendizorroza. Algo esperado, sobre todo tras consumarse el descenso, pero que no por ello es menos doloroso para la entidad, pues el ariete gallego dejará Vitoria-Gasteiz habiendo sido el albiazul más protagonista de los últimos años.
En consecuencia, a menos que Sergio Fernández cierre una nueva incorporación en los próximos días, Luis García Plaza arrancará su primera pretemporada en el Glorioso con una delantera en ciernes y de perfiles muy similares. Porque, si se deja a un lado la posible participación de varios canteranos en los entrenamientos del primer equipo, el técnico madrileño solo podrá contar con dos nueves a los que, al contrario que a Joselu, no se les puede catalogar como referencias: Miguel De la Fuente y Mamadou Sylla.
En este sentido, aunque en el club se espera que el atacante vallisoletano explote durante la próxima temporada, lo cierto es que sus números hasta ahora no han sido suficientes como para que toda la responsabilidad ofensiva de la escuadra gasteiztarra, dispuesta a pelear por el ascenso, recaiga en sus botas. El curso pasado, en Primera, Miguel marcó un único gol –frente al Espanyol y en la antepenúltima jornada– y, en su anterior experiencia en la categoría de plata, hizo cinco con el Leganés.
Algo que, lógicamente, ocurre de igual manera con Sylla, quien, tras un ejercicio para el olvido tanto en el propio Alavés como en el Rayo Vallecano, vuelve al Paseo de Cervantes para tratar de recuperar su mejor forma. Esa que, sin ir más lejos, se vio por última vez en Segunda, donde sumó nueve tantos con el Girona, pero que, incluso repitiéndose, no le debería servir al senegalés para ser el protagonista de la punta de ataque del Glorioso, cuya aspiración respecto al eje de su ataque debería ser mayor si quiere seguir la senda del Almería, el Real Valladolid y el cuadro catalán.
Ahora bien, a pesar de que la tendencia de los últimos ascendidos haya sido la de tener un delantero muy determinante, lo cual ayuda en cualquier situación, no todos los equipos punteros de LaLiga SmartBank han necesitado esto último en el pasado. Así lo demostró el propio Glorioso en la temporada 2015-16, cuando terminó campeón con Gaizka Toquero, con solo nueve goles, como su máximo anotador.