Las curvas energéticas encuentran a Navarra con una sensible dependencia de un gas natural que no tiene. O que no explota, habida cuenta de la renuncia europea a emplear el fracking como agresivo método de explotación de un recurso que no ha dejado de encarecerse y cuya factura se aproximaba a los 300 millones de euros antes de la pandemia y que en 2022 podría rebasar los 400.
Buena parte de estos costes los asume un sector, la industria, que en 2019 fue responsable del 62% del consumo de gas de Navarra, que rozó el medio millón de toneladas equivalentes de petróleo. Aplicar el recorte previsto por la UE supondría por tanto una reducción de 35.000 toneladas. En total, el gas supone el 25% del consumo total de energía de Navarra.
Su consumó vivió dos décadas de incrementos exponenciales y en la última década ha seguido creciendo, si bien a un ritmo mucho más suave. Navarra quema en la actualidad un 19% más de gas que en 2009 (unas 72.000 toneladas nuevas), con incrementos en todos los sectores, excepto en la agricultura. En el caso de la industria, donde van a estar puestos casi todos los ojos, el aumento es del 25%.En total, las fábricas navarras consumieron en 2019 unas 309.708 toneladas equivalentes de petróleo (TEP) de gas, con lo que prácticamente duplican el consumo que de este combustible hacen los hogares, las comunidades y los servicios navarros, que en la última década han sido mucho más moderados en el incremento de su consumo: un 9% hasta las 156.000 toneladas.
La dependencia de la industria del gas se encuentra así muy lejos de corregirse, a pesar de las inversiones realizadas en los últimos años en renovables en algunas industrias. Dífícilmente sustituible a corto plazo, el gas resulta imprescindible allí donde se precisa de un gran poder calorífico. Según una reciente encuesta del Gobierno de Navarra, el gas natural supone la principal fuerte energética de la industria navarra –el 44% del total del consumo–, seguido a distancia de la electricidad con el 33,2% y en un tercer escalón los combustibles sólidos con el 14,2%. A continuación, se encuentran las energías renovables, principalmente biomasa, con el 7,4% quedando un consumo bastante residual para los productos petrolíferos.
Dependencia al 100% en automoción y agroalimentación
El uso del gas es sin embargo desigual en el conjunto de la industria navarra. Resulta hegemónico en la automoción (más de un 99% de dependencia) y en la alimentación (92%), lo que no supone precisamente buenas noticias. Ambos sectores industriales son los que más empleo aportan al conjunto de las entidades manufactureras y un recorte en su consumo tendría consecuencias directas en la actividad económicas.
Su consumo es, en cualquier caso mayoritario en prácticamente todos los subsectores de actividad: solo las cementeras y la industria de la madera tienen una dependencia de este combustible que podría considerarse poco relevante (por debajo del 15%).
“Las empresas se están descarbonizando”, explican desde la Asociación de Industria de Navarra, que elaboró el pasado invierno un estudio acerca del consumo energético. “El 87,8% de las empresas navarras tienen previsto realizar planes de descarbonización que disminuyan su consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero”, señala la encuesta, que destacaba alguna de las medidas emprendidas en los últimos meses y años por el sector productivo navarro. Entre ellas cita las inversiones en eficiencia, el aprovechamiento de calores residuales, la instalación de plantas fotovoltaicas, la compra de electricidad renovables, la sustitución de combustibles fósiles por hidrógeno verde, la electrificación de procesos y el uso de biomasa