Feliz. Muy, muy feliz. "Mi alegría es inmensa", asegura Mikel Ustaran a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA horas después de su experiencia en la Maratón de Nueva York. Este incombustible gasteiztarra de 81 años ha podido cumplir el objetivo marcado cuando se embarcó en el reto de disputar esta mítica prueba 22 años después de su última participación y encima sin haber podido entrenar durante los últimos tres meses por culpa de una inoportuna lesión en el tendón de Aquiles.
El veterano deportista alavés acudió a la Gran Manzana con el reto de cubrir los 42,195 kilómetros de la más mítica de las maratones para poder dedicárselo a Sole, su mujer fallecida hace tres años y compañera de sus múltiples aventuras durante más de 60 años "en todos los aspectos de la vida, incluidos los deportivos, incluidos los maratonianos ".
Consciente de que no iba a ser sencillo, al menos quería disfrutar del ambiente de la carrera y volver a vivir una experiencia que ya conocía tras haber participado con anterioridad en cinco ocasiones, las ediciones de 1982, 1983, 1989, 1994 y 2000. Lo dicho, habían pasado 22 años desde su última presencia en la urbe neoyorquina y Ustaran afrontó la cita con los nervios y la ilusión de un debutante. "Un maratón mítico, impresionante, con un ambientazo terrible, con 55.000 participantes de más de cien países y que está considerado como el más importante del mundo", señala horas después de esta última participación aún con las emociones a flor de piel.
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Todo esto, Ustaran ya lo sabía. Lo conocía de primera mano. Sin embargo, en esta ocasión había una motivación extra. Por eso, no iba a ser una maratón más. Había algo que la hacía especial y quería volver a disfrutar de esa experiencia para poder cumplir el reto que se había marcado. Iba por Sole. "Hace más de tres años se me fue a las estrellas y quería rendirle este homenaje", señala a este periódico desde su hotel de Nueva York antes de emprender el viaje de vuelta con la satisfacción del deber cumplido.
Ustaran no olvida lo vivido en estas últimas horas. La emoción sigue aún a flor de piel tras lo vivido en los días previos y durante la carrera. El gasteiztarra rememora una última participación en la maratón de Nueva York que no olvidará. Y eso que fue una carrera con una exigencia tremenda. Muy, muy dura y encima la afrontaba lesionado. "Ha sido un día muy caluroso para Nueva York. Más de veinte grados para correr un maratón".
Sin embargo, Mikel tenía gasolina extra para poder con todas las dificultades que se le pusieran por delante. Además, tal y como ha reconocido, la ciudad de Nueva York te lleva en volandas. "El ambiente que hay en la calle, el público, la animación, las orquestas... todo te anima y te empuja para seguir y seguir a pesar de todo", rememora Ustaran.
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Y es que él no estaba físicamente al 100% y su tendón de Aquiles podía decir basta en cualquier momento. Era consciente de que su cuerpo no estaba en plenitud de condiciones, pero había que estar ahí por Sole y si durante la carrera tocaba parar y volver en taxi, pues se hacía. El objetivo era intentarlo y Mikel Ustaran así lo hizo.
Con cabeza fría. La veteranía es un grado y él, a sus 81 años de experiencia en maratones, anda sobrado. Conociendo a la perfección su cuerpo, decidió arrancar la prueba con cautela. "Salí con muchas reservas porque he estado con una lesión en el tendón de Aquiles, todavía el último lunes tuve la última sesión de rehabilitación y salí andando primero rápidamente para luego pasar a correr".
Disfrutando como un enano a sus 81 años, como reconoce. "He tenido la satisfacción de poderme encontrar en varios kilómetros con mi hijo Edorta que vive en Inglaterra y vino desde allí a verme y con mi amiga Luci, que me acompañó en el viaje. Me han esperado en diversos puntos, nos hemos visto nos hemos abrazado, hemos sacado fotografías y me lo he pasado muy bien".
Disfrutando. Feliz. Inmensamente feliz corriendo por Sole en Nueva York como tributo a su compañera de aventuras durante más de seis décadas. Y sin hacer locuras. Ustaran no quería arriesgar a sufrir una lesión de gravedad. "He continuado corriendo lo que he considerado prudente y cuando he llegado a la media maratón he parado, me he sacado una fotografía en el cartel que así lo anunciaba y ahí he considerado que era el momento de dejar la carrera para evitar una lesión mayor". No completó los 42,195 kilómetros, pero el objetivo sí estaba cumplido. Sin ninguna duda.
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Mikel Ustaran lo tenía claro y así lo relata antes de emprender el viaje de vuelta a Gasteiz. "Mi alegría es inmensa. Como si lo hubiese terminado. Me lo he pasado muy bien. Me he divertido muchísimo. He disfrutado y he podido dedicar este homenaje a mi mujer corriendo esta media maratón".
Mikel Ustaran no cabe en sí de gozo en este momento. Desborda felicidad. Por eso quería compartirla con todos sus seres queridos y así lo transmite en su último mensaje antes de emprender el camino de vuelta hacia la capital alavesa. "Quiero compartir con todos vosotros mi alegría. Un abrazo muy fuerte a todos y hasta pronto en Euskadi. Agur".