“Todo lo que hacemos no es para encontrar mejor tecnología, razonar mejor, saber más... Lo que buscamos son emociones”. Así lo afirma Manuel Martín-Loeches (Alcalá de Henares, 24 de julio de 1964), catedrático de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Psicobiología por dicha universidad.
A veces hablamos de inteligencia sin conocer los entresijos de nuestra mente. ¿Qué aspecto considera que tenemos que conocer que sea clave para entendernos?
Yo creo que es esencial, que es una de las filosofías del libro, conocer que aunque somos muy inteligentes como especie o a nivel individual, la inteligencia está al servicio de las emociones. Cuando tú miras el cerebro humano, puedes distinguir hasta cierto punto por lo menos áreas que son más emocionales y otras que son más del pensamiento o la inteligencia. Pero es verdad que hay muchas áreas del cerebro que son las dos cosas a la vez. Y luego, además, las que son más emocionales o intelectuales, están muy relacionadas en términos de una sola sinapsis. Es decir, que en cuanto afectas a una, afectas a la otra. Y viendo cómo funciona el cerebro te das cuenta de que la inteligencia está al servicio de las emociones. Todo lo que hacemos no es para encontrar mejor tecnología, razonar mejor, saber más... Lo que buscamos son emociones.
Históricamente hemos oído que el cerebro de las mujeres era más emocional, el de los hombres racional. Nada más lejos de la realidad, ¿verdad?
Exacto, es que eso no se sostiene. Sí que hay algunas diferencias en cuanto a algunas habilidades intelectuales, donde las mujeres muestran mejores datos en algunas habilidades -por ejemplo, las que tienen que ver con el lenguaje, la sintaxis y en algunas áreas del razonamiento-, y nosotros por ejemplo en algunas capacidades espaciales, y poco más. Pero en cuanto a la regulación de las emociones, quizá lo que parece que es más consistente es que las mujeres son más empáticas. Son capaces de entender las emociones de los demás con más facilidad que los hombres.
Pero, ¿qué entendemos realmente por inteligencia? ¿Y cómo podemos medirlo?
Yo me encuentro muchas veces que la gente dice que no hay una buena definición de inteligencia, que la ciencia misma no sabe lo que es la inteligencia. Y sí que lo sabe. Llevamos más de cien años estudiándola, y hay varias definiciones, pero todas circundan en torno a lo mismo. Una de las que más me gustan es la de que la inteligencia es lo que utilizas cuando no sabes lo que hay que hacer. Es decir, encontrar soluciones nuevas a problemas nuevos, o a problemas conocidos para los que la solución que aplicábamos era mejorable. Eso es la inteligencia. Es flexibilidad del comportamiento, poder hacer cosas que antes no hacías porque son mejores que lo que hacías antes. ¿Y con qué lo medimos? Después de muchos años y muchos tanteos, hay varias pruebas que miden muy bien la inteligencia, que te dan un cociente intelectual. Sí que hay herramientas para medirlo. Uno de los tests más clásicos se llama WAIS, y en niños WISC. Esa es la estándar. Mide varias aptitudes, y las mide muy bien. Ahora bien, como inteligencia solo hay una, hablamos de una sola cosa y no de inteligencias múltiples.
“ ”
Y ¿qué hay de las grandes capacidades de las que tanto estamos oyendo hablar últimamente? Cada vez más padres hablan de ello.
A mucha gente le gustaría que sus hijos fueran especiales. Todos los hijos son especiales sin distinción, pero es verdad que hay mucha gente que exagera con esto. Hay chicos y chicas, o niños y niñas, superdotados. Y es verdad que el sistema tiende más a atender a aquellos que tienen menos capacidad intelectual, para que intenten sobrellevar esto mejor. Y se ha invertido menos en superdotados. Pero es verdad que esto de la superdotación es muy relativo, porque muchas veces cuando se llega a adulto esa superdotación se ha quedado en poca cosa. Es decir, la inteligencia que se ha alcanzado es muy parecida a la de los demás. Sí que es verdad que en algunos casos la inteligencia de algunas personas es muy importante, y se podría sacar más provecho, pero yo creo que se está sobreactuando. Yo creo que, como todo, en su justa medida tendría que verse.
“ ”
Lo que está claro, y reflexiona sobre ello al principio del libro, es que no podemos hablar de nuestra inteligencia como sociedad sin compararla con otras especies y nuestros orígenes. ¿Somos realmente tan listos?
Sí, yo no tengo ninguna duda. Está claro que la inteligencia no es patrimonio exclusivo de la humanidad, y eso es importante. No somos los únicos inteligentes. Hay animales muy inteligentes. Los animales sociales son muy inteligentes, los primates son animales sociales, y es verdad que dentro de los primates vemos que los cerebros son muy grandes y son muy inteligentes, casi tanto como nosotros. Pero si nos salimos del mundo primate encontramos que muchas aves son muy inteligentes, e incluso algunos peces, los pulpos... La cuestión es que la inteligencia no es patrimonio exclusivo nuestro, pero parece que somos muy inteligentes. Somos la mayor inteligencia de este planeta, y cuando miras el cerebro puedes saber cómo es esa especie, cómo vive. Y cuando vemos el nuestro vemos que hay áreas que se dedican a la abstracción. En eso nuestro cerebro abunda en comparación con otras especies y eso es clave de la inteligencia. Ahora bien, si me preguntas si hemos sido siempre los más listos de este planeta como especie, tengo mis dudas, que genero en el libro, donde el neandertal muy probablemente durante mucho tiempo haya sido tan listo como nosotros. Lo que pasa es que por alguna mala adaptación suya, ellos perdieron la carrera en algún momento, fueron mermando biológicamente, algún problema en su capacidad de resistencia física o para extraer los escasos recursos que hubiera en su momento hizo que nosotros sobreviviéramos y ellos no. Pero seguramente eran tan inteligentes como nosotros, pero como nosotros sobrevivimos fuimos capaces de generar una cultura más compleja, más completa y eso nos ha ido haciendo cada vez más inteligentes. Por el tiempo que hemos tenido hemos sacado partido de nuestra potencial inteligencia mucho mejor que lo que hicieron los neandertales.