La frenética persecución que protagonizaron Tadej Pogacar y Primoz Roglic –el joven prodigio rastreaba a su compatriota– fue un emocionante thriller por carreteras vascas. El mejor reclamo posible para la Itzulia. El encarnizado vis a vis entre los eslovenos en la etapa de cierre de la carrera que coronó a Roglic en el santuario de Arrate, destacó como uno de los grandes acontecimientos del pasado curso. Un pasaje propio del Tour en un sábado de abril. El pleito formidable entre ambos, dos campeones de cuerpo entero dispuestos a defender al extremo, con orgullo, su estatus, provocó una de los instantes más epidérmicos en la reciente historia de la cita vasca.
No solo por la fascinación generada por una lucha conmovedora, sino también por la altura de los competidores. El duelo, tremendo, con ambos ciclistas discutiendo por cada palmo de asfalto, ensalzó la Itzulia hasta fijarla en el memorándum de la historia de la prueba y en la memoria colectiva de los aficionados. Un no lugar inolvidable para el recuerdo. El deseo innegociable de ambos por el triunfo sacudió el entramado de una carrera que Roglic, dos veces campeón (2018 y 2021), y Pogacar aman. Primoz Roglic defenderá el título, pero Pogacar no le combatirá. En principio, el bicampeón del Tour no tiene prevista en su agenda la carrera vasca.
La Itzulia se desperezará en Hondarribia con una contrarreloj individual exigua, de media docena de kilómetros, tal y como avanzó este periódico en exclusiva. La carrera seguirá el esquema de las más recientes ediciones. Desde la organización decidieron establecer el examen contra el reloj como pértiga para impulsar una carrera que tenía tendencia al bloqueo cuando la crono se disputaba a modo de cierre. Ese cambio ha concedido más vuelo a la carrera. Es más atractiva y emocionante bajo cualquier análisis. En la presente edición, la Itzulia enganchará con Nafarroa en la segunda jornada, noticia adelantada por este medio, con una etapa que vinculará Leitza con Viana. La ronda vasca regresa a suelo foral después de su incursión en Gorraiz, final de etapa en 2019.
Para el tercer día de competición está previsto enlazar Laudio con Amurrio en una jornada de 180 kilómetros que tendrá como escenario el valle de Aiara, donde aguarda un terreno de lija, con dureza, y donde se espera alguna trampa en el recorrido en una circuito final al que se deberán dar dos vueltas antes de encarar la meta en el centro de Amurrio. Sin salir de Araba, la cuarta etapa tendrá como punto de partida Gasteiz, un clásico de la Itzulia. El pelotón se adentrará entonces hacia Bizkaia, donde el final embocará en el Txorierri con el alto de El Vivero como cita ineludible para concluir la jornada en Zamudio, una de las cabeceras de la comarca.
BIZKAIA Y HOMENAJE A ORBEA
La quinta etapa será enteramente vizcaina y discurrirá en buena medida por Urdaibai, con sus hipnóticos paisajes y su terreno exigente y quebrado, siempre complicado. Girará después la carrera hacia el interior para descollar en un final con repecho en Mallabia, en las proximidades de la sede de la factoría de Orbea, el principal fabricante vasco de bicicletas. La Itzulia honrará de ese modo a la compañía que nació en Eibar en 1840 de la mano de los hermanos Juan Manuel, Mateo y Casimiro con una meta. El mejor ciclismo frente a un nido en el que nacen y se miman las bicis.
La Itzulia, consciente del poder de convocatoria de Arrate, rematará la carrera en uno de los santuarios del ciclismo vasco. Hacia ese altar se encaminará la peregrinación del pelotón el sábado 9 de abril, cuando se extinga la prueba. Antes de encarar la ascensión final hacia la cima de Arrate, en la que se coronará al campeón de 2022, el trazado planteado por la organización tiene previsto un primer paso por la vertiente de Azitain (Krabelin). Fue en ese lugar, en Krabelin, cuando pereció la esperanza de Brandon McNulty, el líder del que cuidaba Pogacar hasta que el esloveno tuvo que abandonarle. Allí brotó el intenso y majestuoso pulso entre Roglic y Pogacar. La exaltación de la Itzulia, que toma temperatura.