Hay días para todas las causas y causas que merecen todos los días, como ocurre con la crisis climática. También en Bilbao, donde los más jóvenes calculan que ha llegado el momento de decir basta. Que no se puede retrasar más la acción política ni el compromiso ciudadano para frenar el calentamiento, la contaminación y el despilfarro.
Y así se lo han hecho saber a la Corporación municipal una embajada de 55 centros educativos a través de una especie de hoja de ruta con una veintena de puntos con un objetivo común: el futuro; el de ellos y ellas, pero también el de la ciudad en la que viven, estudian, se divierten y quién sabe si llegado el caso, podrían trabajar.
Las líneas rojas que hoy han traslado a la delegación del Ayuntamiento bilbaino son claras y compartidas por el alumnado de colegios, escuelas e ikastolas. Sin distinciones. La primera pasa por dar mayor protagonismo a las zonas verdes; la segunda responde a la necesidad de crear más espacios y más seguros y accesibles para poder moverse en bicicleta; y la tercera plantea que haya más recursos para separar y depositar las basuras.
Eso es lo que piden para que su ciudad se acople a los nuevos tiempos y sea más amable, atractiva y ejemplo para otros lugares y comunidades. ¿Y qué ofrecen para contribuir a esa transformación social y urbana del botxo? Pues su compromiso y su fe en el porvenir. Y además, asumir su papel en la cadena de valores para mantener engrasada la correa de transmisión: cualquier gesto, por pequeño que sea, ayuda a avanzar.
Y hoy se han visto ejemplos de esos en el Salón de Plenos del Consistorio de la villa gracias a esos cientos de niños, adolescentes y jóvenes que durante este curso han trabajado en sus aulas y fuera de ellas aspectos esenciales para que Bilbao se reinvente, una vez más. Y es que, como han resumido Eneko Agirre e Isabel Mardare en representación de todos los participantes en la Agenda Escolar 2030, "queremos mejorar nuestra ciudad y dar ejemplo con nuestras acciones".
Ahí está el estanque para anfibios construido por el CPEIPS Jesús María con los consejos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi o el huerto ecológico y de temporada cultivado en Ibarrekolanda Ikastetxea o la ruta verde e histórica de poco más de 5 kilómetros ideada por el Colegio Jesuitinas hasta el monte Banderas o las labores de reparación.
Los ejemplos han sido más, como la recuperación de espacios degradados junto a la estación de Bolueta capitaneada por alumnos de Carpintería de Fundación Peñaskal con el lema 'Aprendizaje y compromiso social' o el Club de Lectura Fácil activado en Aldamiz Ikastetxea, cuyos portavoces Xabier Aritz, Dayana y Jon J. dieron una lección a los representantes políticos: "Leemos para aprender cosas del planeta, de la ciudad y los pueblos. Y cuando comprendemos, nuestra participación es mayor".
Porque la revolución silenciosa de la que hace unos días hablaba el alcalde Juan Mari Aburto ha prosperado entre las generaciones más jóvenes, que quieren llevar un estilo de vida más 'limpio' y que sus necesidades de consumo y movilidad no tengan un impacto ecológico tan elevado para su pueblo, su ciudad y para el planeta. Y para ello, todo el mundo está llamado a colaborar; tenga la edad que tenga y rece a quien rece.
"Jende txiki askok leku txiki askotan, gauza txikia eginez mundua alda dezake", han acertado a resumir Xabier del Barrio y Elena González, de Jesuitinas.
Sobre la mesa de los partidos politicos se amontonan ya las proposiciones para que las estaciones de BilbaoBizi lleguen a los barrios más alejados del centro o para que se mejore la red ciclable o para que haya bicicletas adecuadas a personas con necesidades especiales. De momento, el Ayuntamiento ha dado una buena noticia para los vecinos de Santutxu en particular, aunque los ecos de la próxima construcción de bidegorri segregado (más seguro y cómodo) desde la Casa Consistorial hasta el populoso núcleo alto bilbaino por Zumalakarregi llegarán a todos los puntos de la villa. De este modo, Santutxu, Otxarkoaga y Txurdinaga quedarán enlazados con el centro.
Pero también se propone que haya más papeleras, que se facilite la apertura de contenedores para facilitar la separación y reciclaje o que las autoridades garanticen que las zonas de recogida de basuras no se conviertan en un vertedero. Y por si eso fuera poco, entre las ideas presentadas a la Corporación municipal no han faltado las centradas en la biodiversidad. Entre ellas, que se amplíen las zonas verdes y espacios naturales instalando nidos y comederos para aves y construyendo hoteles de insectos, o que se abran vías verdes allí donde hubo trazados ferroviarios ahora en desuso, pero también que se planten árboles de especies autóctonas en el centro de la ciudad.