El exjugador del Real Valladolid, FC Barcelona y Celta de Vigo y exentrenador del Barcelona B, Real Sociedad, Celta o Girona, Eusebio Sacristán, sostiene que "es la mentalidad la que permite cumplir objetivos" y la que le está ayudando a recuperarse, tras el accidente sufrido el 30 de diciembre de 2020 y que cambió su vida de manera radical. "No estaba preparado para hablar con nadie después del accidente que tuve. He estado muy dolido, fastidiado durante mucho tiempo, pensaba que mi vida iba a ser un desastre...".
Eusebio Sacristán sufrió una caída, en vísperas de Nochevieja, que le produjo un traumatismo craneoencefálico por el que estuvo en coma inducido durante tres semanas, en el Hospital Clínico de Valladolid y, posteriormente, se trasladó a Barcelona a una clínica especializada en daños cerebrales para iniciar su proceso de recuperación.
Este miércoles ha participado en "Los desayunos de la APDV", organizados por la Asociación de la Prensa Deportiva de Valladolid, en los que ha estado arropado por periodistas y autoridades como el alcalde de la ciudad, Óscar Puente, representantes de diferentes clubes, y por su familia -su hija Seema y su hermana "Tere", un pilar fundamental en la evolución del exjugador.
Si hay una palabra que puede definir la intervención de "Use" ha sido "generosidad", porque ha contado, sin tapujos y con la emoción a flor de piel, el proceso que ha vivido desde que sufrió el accidente hasta la fecha y que aún no ha terminado, ya que sigue su tratamiento con optometristas, terapeutas y logopedas.
"No me sentía preparado para hablar con nadie después del accidente, y ha sido un duro proceso, ya que al principio no era capaz de comunicarme y eso me ha hecho estar muy triste y sentirme muy mal, porque no sabía como iba a ser mi vida, si iba a poder volver a tener una conversación normal, pero han pasado 25 meses y las cosas han ido cambiando", ha explicado.
Según ha reconocido, durante este tiempo, ha pensado en "qué era lo importante" y todo pasaba por recuperarse bien, "tener una conversación normal con los demás", lo que ha ido logrando de la mano de sus amigos y su familia "porque quedar con ellos ayuda a ser más positivo y optimista".
En este sentido, ha insistido en que, al igual que le sucedió de niño, cuando tuvo claro que quería ser futbolista y se preparó para ello, "lo importante era tener esa mentalidad fuerte, buscar el objetivo y luchar por él".
Así, ha recordado que, para lograr su meta de ser jugador profesional, se vino desde su pueblo, La Seca, a vivir a Valladolid, con 11 años y, con 15, Ramón Martínez -adjunto al director general del Real Madrid y, por ese entonces, director deportivo del Real Valladolid- le vio jugar en Pedrajas y le fichó para el club blanquivioleta.
"El primer año no jugué ningún partido, y sufrí y lloré mucho, pero seguía manteniendo firme la mentalidad, y con 19 años subí al primer equipo, donde me volvió a pasar lo mismo, pero volví a echar mano de ese deseo de llegar a ser un gran profesional y conseguir títulos y, cuando estaba en el Atlético de Madrid, vino el Barcelona a por mí, con Johan Cruyff como entrenador", ha relatado.
Inició entonces su mejor etapa como jugador, logrando multitud de títulos con el club azulgrana, en el que comenzó su trayectoria como técnico de la mano de Rijkaard, para conseguir, como su segundo, otro título europeo, y ahora mantiene ese camino, esa lucha por "estar bien de nuevo y tener capacidad para relacionarme con total normalidad con los demás", ha dicho.
En su opinión "cuando pasan cosas en la vida, es por algo" y, aunque es cierto que, durante mucho tiempo, se ha preguntado por qué había tenido ese accidente, ha entendido que debía aprender de ese momento, de recuperar cosas en su vida y, de manera paulatina, va superando retos y cumpliendo metas.
Siempre humilde, presumiendo de sus orígenes, Eusebio Sacristán ha cosechado el cariño de todos los que ha ido encontrando a su paso y, aunque no llega a ser consciente de la magnitud de ese afecto que provoca, sabe que han sido muchos los que se han preocupado por su estado, y que le han demostrado su amistad.
Entre ellos se encuentran Juan Carlos Rodríguez, "el galgo", excompañero en Real Valladolid y Barcelona, y Pedro Pablo Crespo, alma mater de la Fundación Eusebio Sacristán en la que colabora activamente Juan Carlos, que se creó con el fin de "ayudar a que los niños de Valladolid pudieran jugar al fútbol".
"Se está haciendo un trabajo increíble", ha añadido Eusebio Sacristán, quien ha confesado que cuando entrenaba al Girona, con el que descendió a Segunda "fue el miedo a bajar, precisamente, el que hizo imposible mantener la categoría, porque eso se transmitió a los jugadores, y se perdieron los últimos nueve partidos".
Por eso admira a técnicos como José Rojo "Pacheta", con el que ha podido hablar, y al que le ha preguntado qué hacía para que sus jugadores estuvieran alegres, "porque para un entrenador lo importante no es solo la forma de jugar, sino que los 25 jugadores se sientan bien y unidos, porque es lo que hace que las cosas salgan bien".
Si bien al principio de su proceso de recuperación no se sentía capaz de ver fútbol, ahora sigue, "con orgullo" a los equipos con los que siente un vínculo afectivo, "porque están todos en Primera, el Real Valladolid, el Barça, la Real Sociedad, el Girona y el Celta, con lo que todos los fines de semana hay partidos interesantes".
Está dando pasos, tratando de no volver a ese abismo de tristeza y negatividad en el que se instaló tras lo sucedido, "buscando la felicidad", apoyado en su gente, en todos los que han estado y están a su lado, sus hijos, Alejandro, Paula y Seema, y con otro gran motivo para no rendirse, como son sus nietos, Iago y Abril.