Muchos no lo sabían, pero el partido se empezó a ganar en el gol del Viktoria Plzen del pasado jueves. Era el último requisito indispensable para creer que algo mágico iba a vivirse otra vez en Anoeta. La mala racha del conjunto txuri-urdin en casa en todo el año, su falta de fiabilidad este curso, la cantidad de puntos que ha dejado escapar ante rivales que sobre el papel eran inferiores, un ambiente extraordinario que invitaba a pensar que todo era posible y sí, por supuesto, un equipo con todas las letras. O lo que es lo mismo, si nos atenemos a lo comentado el jueves tras el batacazo y para ser justos, un equipo de verdad. No fue solo que los realistas jugaran mejor, generaran muchas más ocasiones y merecieran incluso ganar por más goles, es que el líder que se presentaba en Donostia con siete victorias seguidas en todas las competiciones no logró disparar entre los tres palos. O lo que es lo mismo, si Remiro se hubiese quedado entrenando en solitario dando vueltas en el miniestadio o en el velódromo, mejor para no mojarse, o patinando en el Txuri Urdin, el resultado habría sido el mismo.
Cuando nadie le espera, siempre resurge de sus cenizas y reemprende el vuelo como el Ave Fénix. La leyenda txuri-urdin se acrecienta con victorias como las de ayer, porque este club ha escrito la mayor parte de su historia compitiendo y derrotando a auténticos gigantes como el azulgrana.
Y que conste que enfrente estaba el mejor Barcelona. Solo le faltaba Lamine Yamal, pero en los primeros veinte minutos confirmó que se encuentra en un estado de forma fenomenal, puesto que ofreció la sensación de que íbamos a vivir una noche de perros. Incluso en el único error defensivo, los catalanes llegaron a ponerse por delante en el luminoso, aunque la acción fue anulada por fuera de juego.
A partir de ese momento la Real, por méritos propios y gracias a la inspiración de sus jugadores clave, cambió el rumbo del encuentro. Le cogió el truco a la zaga adelantada de los visitantes y comenzó a generar ocasiones de peligro.
Becker aprovechó su primera opción para poner por delante a los suyos en el que fue el último estímulo que necesitaban los blanquiazules para cargar su depósito de confianza y de autoestima y tener la absoluta seguridad de que no iba a volar ningún punto.
Es cierto que le faltó puntería para sentenciar el duelo, pero su trabajo defensivo en la segunda mitad fue impecable. Una exhibición de resiliencia basada en replegarse bien, sin errores y sin permitir que le dispararan a puerta. Todos necesitábamos una noche antológica como esta… Las echábamos de menos.
Sin apenas cambios Imanol no varió ni ápice su plan por recibir al flamante líder de la Liga. El técnico planteó el duelo como se espera, sin complejos, y tratando de imponer su ley. Que para algo se jugaba en Anoeta. El oriotarra recuperó milagrosamente a Aguerd, a quien había descartado para el duelo en Pilsen, y dio entrada por sorpresa a Aihen en la izquierda. El navarro está esperando a ser aita e incluso no viajó a Chequia por los nervios de los primerizos. Su entrada quizá se explica por intentar cerrar mejor su banda, porque Javi López acabó asfixiado el duelo ante el Viktoria y tuvo que ser sustituido a la hora, y porque Sergio Gómez recibió un mal golpe en la última jugada en la que no podía ni ponerse en pie aunque se lo pidiesen sus compañeros al ir perdiendo. En el centro del campo, donde también podía haber actuado el catalán, regresó Brais Méndez junto a Sucic. Y fue una pena, porque su calidad y su temple con la pelota se iba a echar mucho en falta ante la presión tan agresiva del Barça. Y arriba, en vez del badalonés, que podía haber actuado de extremo izquierdo, salió Becker, cuya velocidad podía generar muchos problemas a la adelantada zaga de los de Hansi Flick.
No fue una primera parte sencilla. El Barcelona amagó mucho y llegó en numerosas ocasiones en situaciones ventajosas a los aledaños de Remiro, pero se quedó sin disparar entre los tres palos antes del descanso por primera vez esta Liga (la última fue en enero, en Las Palmas).
Y eso que Aramburu, el último mohicano txuri-urdin, ya había fabricado una oportunidad clarísima, pero Pedri le quitó con la punta de la bota el remate a Sucic. El Barcelona no tardó en confirmar la fama que le precede. Con sus dos centrales rompiendo líneas con sus pases y desnudando la presión local. A los dos minutos, a Lewandowski le anularon un gol por una uña pendiente de cortar del dedo gordo del pie. Es lo que tiene ponerse en manos de la tecnología, como sucede entre otros deportes. Un día te toca a ti y al siguiente le toca al otro. Que seguro que pasará. Por cierto, el tanto llegó por un muy mal despeje de Zubeldia.
Poco después, Cubarsí remató fuera con la testa tras un servicio de cabeza del pitado y brillante Iñigo Martínez.
La siguiente aparición de Kubo, siempre eléctrico y con ganas de poner patas arriba la Liga, acabó en un servicio que remató Sucic con tan mala suerte que rebotó en el tacón de Brais. El japonés, que cambió el duelo por completo, firmó una gran jugada en dos tiempos que detuvo de forma poco académica Peña. Pasada la media hora, Sucic peinó una pelota a la espalda de la zaga y Becker, como siempre al primer toque, depositó la pelota en la red al ajustarla al palo largo. Fue más un pase que un disparo.
El único sobresalto visitante en inferioridad en el marcador llegó en un rebote que cazó Fermín pero que no superó el mar de piernas que tenía delante y el balón acabó en córner. La gran pena de la primera parte se produjo en el descuento, cuando Kubo proyectó a Becker y su centro medido y con música lo remató fuera Oyarzabal con todo a su favor aunque con su pierna mala.
A los pocos segundos de la reanudación, Becker se quedó solo y con compañía, pero se precipitó al intentar una lejana vaselina que se le quedó muy corta. Es más, podía haber forzado la jugada para buscar a su compañero o incluso forzar una posible expulsión. Y cuidado, porque contra los gigantes no es buen negocio perdonar tanto…
Cubarsí desperdició la mejor opción visitante a centro de Pedri, pero la Real estaba desatada y todos sus ataques eran continuas demostraciones de fe. Oyarzabal se fabricó una buena opción, pero su disparo lo salvó Peña para su desesperación, y Aramburu puso un centro perfecto al que Becker no llegó en parte porque Koundé le frenó con un leve agarrón. La verdad es que dio la sensación de que podía y tenía que haber anotado. Brais, tras controlar en el área, se topó con un Iñigo inconmensurable que cuajó un partido excelso. Aguerd sacó a relucir su zurda de seda para servir un balón perfecto a Barrenetxea, quien, en plena carrera, no logró concretar su disparo; y Kubo, en una jugada ensayada y completamente solo, se topó de nuevo con el de Ondarroa. Las dos últimas ocasiones las tuvo Óskarsson, pero en la primera no encontró portería en la culminación de una jugada coral que puso patas arriba a la grada y en la segunda la pelota acabó en saque de esquina.
La Real aguantó muy bien gracias a los cuatro cambios a la vez que hizo Imanol. Un plan que seguro que había ideado con el Excel de los minutos con el que mide los esfuerzos de cada uno de sus pupilos, pero la realidad es que ayer acertó en previsión de lo que se le podía venir encima. El Barcelona no paró de intentarlo, aunque no encontró ni el más mínimo resquicio de una muralla levantada y sostenida por la Real y su gente. La que más vibra con sus gestas y la que más sufre cuando no salen las cosas. Pocas cosas más bonitas en el fútbol que un equipo como el txuri-urdin haya escrito tantas páginas legendarias a base de sangre, sudor y lágrimas para tumbar a colosos mundiales.
El nuevo libro de Aperribay ya tiene su primer capítulo con una gesta difícil de olvidar. El libro de Imanol, el que lleva ya seis años de aventuras al más alto nivel, volvió a hacer feliz a su parroquia con una noche tan bonita como meritoria, en la que volvió a confirmar que siempre merece la pena creer en su obra. Ahora que sabemos que el proyecto de este curso también sabe tocar el cielo, que se preparen, porque el nivel de exigencia va a estar acorde a su actuación la noche en la que tumbó al flamante líder de la Liga. Esto es solo la primera piedra. Todos queremos más. Mucho más...