Tiene tantos años como el Museo Guggenheim, pero no es tan fotografiado. Y eso que las obras que atesora en sus casi 40 metros de profundidad han sido -y son- esenciales para la regeneración de la Ría a la que se asoma el gigante de titanio. Se trata del sifón de Deusto, en funcionamiento desde 1997, y cuyas tripas -cinco pisos bajo tierra- se extienden a través de una galería subterránea de 460 metros de longitud que cruza el cauce hasta desembocar en un lateral del Museo Bellas Artes.
Tres tuberías de metro y medio de diámetro discurren por ese pasillo transportando en su interior las aguas residuales de más de 300.000 personas residentes en esa margen del botxo, pero también de Basauri, Galdakao, Etxebarri, Arrigorriaga, Zaratamo, Ugao-Miraballes y Zeberio. Y una capacidad para trasvasar hasta 600.000 metros cúbicos de aguas sucias al día de una orilla a otra hasta la depuradora de Galindo, en Sestao, a ocho kilómetros de distancia. Y todo ello con un sistema de tratamiento que elimina cualquier rastro de olor sospechoso en el entorno.
El sifón está compuesto por dos grandes pozos verticales conectados bajo la Ría por esa galería perforada -durante los trabajos se toparon con una veta de roca volcánica que provocó algún retraso por la rotura de la maquinaria empleada- que puede ser visitada por estudiantes y durante el Open House, por ejemplo. La ligerísima pendiente entre ambos extremos (de un 0,20%) es suficiente para producir ese efecto sifón que impulsa las aguas a través de las tuberías.
El edificio de control se ha ido renovando y actualizando sus dispositivos de vigilancia con los últimos avances para garantizar el funcionamiento de esta infraestructura que, hace un cuarto de siglo requirió de 7,2 millones de euros para hacerse realidad. Y en esas instalaciones, precisamente, se han reunido esta mañana autoridades, trabajadores y cargos públicos para conmemorar esta fecha tan señalada para el presente y el futuro de la villa y de los municipios que miran a la Ría del Nerbioi-Ibaizabal.
El presidente del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia (CABB), Kepa Odriozola, ha sido el primero en tomar la palabra para poner en valor esta infraestructura que ha calificado como “imprescindible” para el saneamiento, la recuperación ambiental y la calidad de vida. En una línea similar se ha expresado Eduardo Elguezabal, ex director de Explotación de este organismo y quien fuera responsable del proyecto, quien ha recordado a los numerosos profesionales de esta entidad, consultoras y constructoras que dieron vida a este proyecto.
Pieza clave dentro del Plan integral para el saneamiento del Bilbao metropolitano, ha posibilitado la recuperación de niveles normales de oxígeno en una ría muerta, al estilo del mar Menor. “Hoy en día no hay ninguna zona del estuario con problemas de oxigenación”, resumía Odriozola al tiempo que ofrecía el dato técnico: de valores cercanos o inferiores al 40% de saturación a comienzos de los años 90, a valores del 90% en la actualidad.
Esto ha permitido la regeneración de todo el ecosistema, desde la zona interior de Bilbao hasta el Abra, con más de 60 especies de peces asentadas (lenguado, cabuxino, mojarra, platija, muble, lubina, salmonete, chicharro, anguila…), además de algas y otros organismos que viven en los sedimentos y en los sustratos rocosos.
El alcalde Juan Mari Aburto, ha insistido en el despegue de la calidad de vida que Bilbao y municipios ribereños han vivido gracias a esta obra que, además, han devuelto al botxo una Ría para el ocio y el deporte. “Lo que nos ha dado el sifón de Deusto es ciertamente difícil de calcular. Tanto en términos de calidad de vida para bilbainos y bilbainas, para vizcainos y vizcainas, como en términos de recuperación medioambiental y, de impulso de la Ría como nuevo escenario tractor de eventos y actividades económicas”. Y como ejemplo, el Bilbao Triatlón, este año Campeonato de Europa, que se celebra este fin de semana.