Mañana comienza el juicio por la muerte de Santi Coca, fallecido en 2019 tras recibir una paliza a las afueras de la discoteca GU en Donostia. Desde entonces han pasado cuatro años en los que la familia no lo ha tenido fácil. El primero de los escollos tuvo que ver con la autopsia de Santi "el médico forense que llevaba el caso falleció y quienes siguieron con ello dijeron que la causa de muerte fue natural, como si estando en casa hubiera pasado lo mismo" nos contaba Fátima, la madre de Santi, en Gipuzkoako Kale Nagusia de Onda Vasca.
La familia tuvo, entonces, que pagar una segunda autopsia para que se certificara que lo que causó la muerte del menor fueron los golpes. Aunque la pesadilla de la familia no acabó entonces; en marzo de 2023 tenía que haberse celebrado el juicio contra los seis acusados pero uno de ellos se fugó mientras se encontraba en libertad provisional. "Todo eso ha sido otra negligencia ya que el Juzgado de Irun tampoco hizo nada después de que este individuo no fuera a firmar". Fátima nos contaba que esa misma persona ha estado amenazando a su familia todo este tiempo "tengo puesta una orden de alejamiento, voy con el teléfono de la Ertzaintza en el bolsillo y he tenido que mudarme a otra ciudad por culpa de las amenazas, estas personas nunca sabes cómo van a actuar".
De hecho, esa persona no estará presente en el juicio y la madre de Santi teme que el resto de acusados lo señalen a él con tal de reducir su pena. "Tan solo se sentarán cinco en el banquillo aunque eran unos diez quienes atacaron a Santi, Iker, su hermano, y otros amigo estuvieron allí cuando sucedió y los vieron". Iker Coca, el hermano de Santi, será el primer familiar en testificar, lo hará el lunes junto con otros testigos allí presentes, el turno de Fátima será el martes el día en que Santi Coca hubiera cumplido 22 años. Al tratarse de un macro juicio con más de 50 personas implicadas se espera que la sentencia salga el 5 de diciembre.
"Estamos en vilo, desgastados, solo queremos cerrar esta etapa y que este juicio sirva para hacer justicia social, que sea ejemplarizante porque, tristemente, este tipo de bandas actúan cada dos por tres". Fátima recordaba el caso de Lukas Agirre y exigía también mayor rigor policial para que estas personas no anden entrando y saliendo de la cárcel.