“Lo siento por los que juegan fuera”, lamentó Ricardo López como colofón al sorteo de los cuartos de final de Copa. El exportero de Osasuna, en uno de sus clásicos despistes, olvidaba que la bola del equipo visitante era tarea de Julen Guerrero y no suya. Quizá a Ricardo lo que le pedía el cuerpo era decir un “me alegro por Osasuna” porque después de 15 partidos jugando lejos de Pamplona su mano (la que ganó tantos puntos para los rojillos ) ha propiciado que su exequipo vuelva a jugar en El Sadar. Y tendrá como rival a un Sevilla que ha perdido en sus cuatro últimas visitas a la capital navarra en este torneo y que no gana aquí en eliminatoria de esta competición desde 1959, además de pasar por el momento más crítico en la Liga desde su retorno desde Segunda división en el año 2001.
Dejando de lado el tópico de que todos los rivales son difíciles y que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, habrá que reconocer que Osasuna ha tenido suerte: juega en casa y contra un rival que atraviesa una profunda crisis deportiva que le ha empujado a ocupar puesto de descenso. Siendo sinceros, era el rival que todos deseaban. Luego, que pase lo que pase.
Por otro lado, la historia de los enfrentamientos entre ambos equipos es favorable a Osasuna en los últimos sesenta años. Los tres primeros emparejamientos los perdió en 1928, en la accidentada semifinal de 1935 y en 1959. Las cuatro últimas eliminatorias entre ambos clubes, sin embargo, se han resuelto a favor de los rojillos en 1989, 1999, 2003 y 2005. En las cuatro ediciones los encuentros en El Sadar concluyeron con victorias rojillas.
En 1989 ganó Osasuna 1-0 con gol de cabeza de Milinkovic, el primero con la camiseta roja del delantero yugoslavo que traía fama de tener un disparo poderoso, algo que solo mostró en los entrenamientos. En la vuelta se registró un 1-1. Diez años después la eliminatoria salió calcada: gol de Arpón en Pamplona y 1-1 en la vuelta. El de 2003 fue el partido de la nieve. Tras un nuevo 1-1 en Sevilla, un tanto de Iñaki Muñoz de penalti en el minuto 115 (3-2) resolvía un encuentro épico y cargado de polémica por las quejas del cuadro visitante ante las condiciones del campo. Un choque con doce tarjetas amarillas y un expulsado en el conjunto visitante.
Pero lo que estimula el ánimo del osasunismo es la eliminatoria de 2005. En cuartos de final hubo remontada: tras perder 2-1 en Sevilla, los goles de Valdo, Cuéllar e Iñaki Muñoz (3-1) otorgaron el paso a las semifinales, antesala de la única final de la historia.
Ricardo López desembarcó en Osasuna después de aquel histórico partido. Nunca pudo llegar tan lejos en Copa en su etapa en el club. En su último partido en este torneo, el Athletic le marcó dos goles en San Mamés. Ahora su mano ha podido marcar el destino de Osasuna en esta edición y quién sabe si también en su historia.