El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, pero hay una cosa que no puede cambiar... no puede cambiar de pasión”, decían en una escena hipnótica de la magnífica El secreto de sus ojos. La pasión por el Euskaltel-Euskadi es capaz de minimizar más de 10.000 kilómetros. La distancia que separa Euskadi, bañada por el Cantábrico, de Japón, una gran isla en el Pacífico que conversa con el rumor de las olas del Mar del Japón.
Un hilo naranja que nació décadas atrás une ambos mundos, tan alejados y dispares, acaso insulares, que en ocasiones parecen pertenecer a planetas distintos. En la Japan Cup, carrera de cierre del curso para el equipo vasco, el Euskaltel-Euskadi fue recibido con honores, cariño y fervor por parte de los aficionados japoneses.
Varios de ellos recogieron la herencia del equipo primigenio, el de la marea naranja que inundó durante años el Tour a través de los Pirineos. El murmullo de aquel oleaje tiene eco y aún reverbera en la otra parte del mundo. La huella naranja perdura. Es profunda. Alcanza hasta Japón.
“Ha sido sorprendente cómo nos han recibido. Había muchos aficionados del Euskaltel que lo vivían con muchísima pasión. Nos han animado mucho. Ha sido muy bonito. Varios de ellos llevaban puesto el maillot del equipo y nos pedían fotos y que les firmásemos los maillots”, expone Peio Goikoetxea desde Japón a este periódico.
GOTZON MARTÍN, DÉCIMO
El ciclista de Ermua, uno de los integrantes del conjunto naranja, recalca el entusiasmo de los aficionados nipones, que les han tratado como estrellas en su periplo por el país del sol naciente. El naranja mezcla genial con la energía del sol. “Parece que les estás haciendo un favor, cuando son ellos los que te lo hacen con la manera de tratarte. Allí te sientes como una estrella y estamos muy agradecidos”, expresa Goikoetxea, que subraya el gentío que se congregó para festejar la Japan Cup, en la que Gotzon Martín fue el mejor del Euskaltel-Euskadi. El de Orozko obtuvo la décima plaza de una carrera que conquistó Neilson Powless este domingo.
Varios peldaños por encima de lo competitivo, en el tuétano de la expedición naranja ha quedado impreso el cariño de los aficionados y la identificación de los japoneses con el equipo, algo que no esperaban. “Ha sido espectacular. La gente estaba llenando el circuito. Hemos flipado. Nos ha impresionado la cantidad de gente que hemos visto con el maillot naranja durante el recorrido teniendo en cuenta que estamos en Japón. Éramos el equipo al que más han animado los aficionados durante el recorrido”, dice Jorge Azanza, director del Euskaltel-Euskadi, que ha disfrutado con una experiencia “única e inolvidable”.
JAPONESES DEL EUSKALTEL-EUSKADI
“Es superbonito todo lo que hemos vivido. El amor por el equipo viene de la época anterior, del Tour de Francia y de aquella marea naranja. Lo que más me ha impresionado es que todo aquello pervive y nos lo han demostrado. Es una sensación muy chula. Hemos sentido el calor de la gente”, describe el director navarro. De hecho, antes de la salida de la Japan Cup, una decena de aficionados japoneses se reunieron con el equipo para desearles suerte y retratarse con sus componentes.
“Lo llamativo de la situación es que se trataban de aficionados llegados desde distintos puntos de Japón. No pertenecían a ninguna peña o club de fans del equipo. Eso le da más valor. La verdad es que en ese aspecto es todo un poco alucinante. Ellos han venido expresamente a disfrutar de la carrera y a animarnos. Para nosotros es todo un orgullo porque era motivamente. Te toca la fibra que personas de un país tan lejano, con una cultura tan distinta, muestre ese cariño por el equipo. Es emocionante”, descubre Azanza.
GRATAMENTE SORPRENDIDOS
El director altsasuarra enfatiza esa conexión mágica capaz de atravesar el tiempo y el espacio. El legado de una idea. “En casa estás acostumbrado a que la afición te anime y esté contigo porque sabemos lo que significa este equipo, pero en un país como Japón es algo sorprendente. No piensas que pueda llegar hasta aquí el amor por el equipo”, relata el técnico navarro.
Antes incluso de las carreras, en el hotel donde se alojó el Euskaltel-Euskadi, recibieron la visita de varios aficionados, entre ellos los representantes de la Euskal Etxea de Tokio. “En el hotel, los aficionado venían a pedirnos autógrafos y sacarse fotos con nosotros vestidos de los colores del equipo. La verdad es que para nosotros ha sido una pasada la experiencia en todos los sentidos. Tenemos ganas de repetir una aventura así”, cierra Azanza, reconfortado por el pasión de la marea del sol naciente.