“Las dietas equilibradas, como la mediterránea, conducen a una microbiota, rica y diversa; su buen funcionamiento es un fiel indicador del estado general de salud”, subraya el microbiólogo e investigador Miguel Gueimonde, participante en el XV Workshop El Microbioma humano y su modulación en las diferentes etapas de la vida, organizado por Sociedad Española de probióticos y prebióticos (SEMiPyP).
Quién es
Miguel Gueimonde es licenciado en Biología por la Universidad de Oviedo y doctor por la misma Universidad. Es investigador científico del CSIC adscrito al Instituto de Productos Lácteos, miembro de la Sociedad Española de probióticos y prebióticos (PyP) y profesor visitante de varias universidades europeas. Además es autor o coautor de más de 200 publicaciones en revistas científicas y ha recibido numerosas distinciones por su actividad investigadora sobre la microbiota intestinal.
¿Es más exacto hablar de microbiota o microbioma? ¿De qué hablamos cuando citamos el microbioma?
Son conceptos diferentes que, en ocasiones, se usan de modo indistinto generando cierta confusión. Para referirnos a la comunidad de microorganismos que cohabitan en un hábitat específico, como puede ser el intestino, mejor utilizar el término microbiota, microbiota intestinal en este caso. Microbioma se refiere a un concepto más amplio, integrando diferentes aspectos del ecosistema.
¿La microbiota es igual en todas etapas de la vida o varía?
Varía a lo largo de nuestra vida, viéndose afectada por numerosos factores tanto genéticos como ambientales. Algunos como el estilo de vida y la dieta son importantes determinantes de la microbiota intestinal, pero también se puede ver afectada por otros factores externos como el estrés o la ingesta de fármacos. Cambia tanto en el número de especies que la conforman como en su abundancia. La diversidad microbiana de los bebés es baja y va evolucionando y aumentando en diversidad hasta alcanzar el estado de la microbiota del adulto.
“ El trasplante de microbiota es ya una realidad en algunos ámbitos clínicos ”
¿Cambia mucho según el estado fisiológico?
Con el envejecimiento también se producen cambios que frecuentemente suponen una pérdida de diversidad. Otra de las características de este conjunto de microorganismos es la resiliencia; en condiciones normales, la microbiota intestinal es capaz de tolerar condiciones adversas, como cuando tomamos antibióticos, tenemos estrés o sufrimos una diarrea infecciosa, y recuperar el estado de equilibrio del que partía. Cuando las agresiones externas son muy repetidas o se extienden en el tiempo, esa capacidad de resiliencia se puede ver mermada, resultando en estados de disbiosis intestinal que pueden suponer un riesgo importante. Mantener una microbiota intestinal equilibrada y diversa ayuda a tener una buena salud intestinal, lo que a su vez se traduce en un buen estado de salud general.
Hace unos años un científico hablaba del microbioma como segundo cerebro humano. ¿Es correcto estudiarlo y encuadrarlo bajo este prisma funcional?
La conexión entre el intestino y el celebro es bien conocida desde hace muchos años, aunque ahora haya más interés. La comunicación entre intestino y cerebro se produce a través de tres vías: el nervio vago, la vía sistémica (mediante la liberación de hormonas, metabolitos y neurotransmisores) y el sistema inmune (por la acción de las citocinas). Desde hace tiempo sabemos que la microbiota intestinal, así como algunos probióticos, son capaces de modular la respuesta inmune a través de la regulación de la producción de citocinas. Además, algunos microorganismos intestinales son capaces de producir sustancias neuroactivas que, al pasar a la circulación, podrían interactuar con el sistema nervioso. Esto, unido a la interacción entre la microbiota y el sistema nervioso a nivel local (intestinal), da idea de la capacidad de la microbiota como un factor de gran importancia en esa interacción intestino-cerebro. Se ha visto que la modulación de la microbiota puede afectar a algunos aspectos del comportamiento o cognitivos, lo que ha dado paso a la propuesta, por algunos investigadores, del término psicobióticos para referirse a los probióticos que median este tipo de efectos.
¿Cuál es la función de las bacterias intestinales, o sería mejor preguntar por sus funciones?
La microbiota ejerce diversas funciones, muchas de las cuales pueden repercutir en el estado de salud del consumidor. Sabemos que contribuye al mantenimiento de la barrera epitelial, al producir compuestos antimicrobianos o competir por nutrientes y sitios de unión a la mucosa, dificultando el desarrollo de microrganismos patógenos. También participa de un modo muy significativo en la modulación y maduración adecuada del sistema inmunológico. Actúa como un biorreactor, permitiendo la degradación de nutrientes que nuestro organismo no utiliza, pero que las bacterias intestinales sí pueden utilizar y que llevan a la producción de diferentes metabolitos microbianos, como los ácidos grasos de cadena corta o algunas vitaminas, que son bioactivos y pueden ser aprovechados por nosotros.
El mundo de las bacterias es inmenso, ¿dónde hay más, en el intestino delgado o en el grueso?
El intestino grueso es la zona más densamente poblada. En el colon de cada uno de nosotros podemos encontrar cientos de especies (más comúnmente unas 150-300). A nivel de cepas, nuestro conocimiento es más limitado, pero sí se sabe que, con frecuencia, diferentes cepas de la misma especie coexisten en el mismo individuo, por lo que en ese caso posiblemente estemos hablando de varios miles.
Como no todas serán buenas amigas, ¿cómo podemos conocer nombre y apellido de los probióticos beneficiosos y cómo descartar los problemáticos para nuestra salud?
Este es un aspecto importante; un probiótico es un microorganismo concreto (con nombre y apellido) que cuenta con estudios en humanos que evidencian sus efectos. En biología, para describir el material con el que se trabaja se usa un sistema de clasificación jerárquica de taxones. El sistema se basa en la definición de cada especie usando nomenclatura binomial, usando un primer término que indica el género y una palabra que corresponde al nombre específico de la especie descrita. Esta nomenclatura define la especie, microbiana en nuestro caso, de la que estamos hablando y a la misma se le añade un identificador de cepa, que permite saber a qué cepa concreta de esa especie nos estamos refiriendo. Un ejemplo sería la cepa Bifidobacterium lactis CNCM I-2494 que cuenta con más de 20 estudios y que ha demostrado que llega viva al intestino.
No pensemos en suplementos alimenticios, ¿cómo conseguir en nuestra alimentación cotidiana una microbiota amplia, diversa y eficaz?
La dieta es un factor clave a la hora de determinar la composición de la microbiota y esto nos ofrece una herramienta muy útil para su modulación. Lo que se ha evidenciado en los últimos años es que una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos, incluyendo alimentos fermentados, como las leches fermentadas con bifidobacterias que presenten aval científico, conducen a una microbiota equilibrada. En definitiva, la evidencia corrobora que las dietas que ya conocíamos como saludables, como puede ser la dieta mediterránea, promueven también, o tal vez por ello, una microbiota rica y diversa.