La ampliación, fortalecimiento y digitalización de las redes eléctricas son claves para avanzar en los objetivos climáticos, sin embargo, son las grandes olvidadas en los discursos sobre transición energética. No solo eso, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), existe una brecha en inversión respecto a las energías renovables a pesar de que son imprescindibles en la descarbonización y en el desarrollo de una industria sostenible. En el caso de Euskadi, esta falta de inversión afecta a la competitividad de las empresas y, por consiguiente, al desarrollo económico.
“Euskadi puede convertirse en un territorio de referencia en la transición energética y la descarbonización, pero lo más importante es que las empresas de nuestro territorio puedan desarrollar proyectos y soluciones que puedan vender por todo el mundo. Esto va a hacer del nuestro un país con mucha más estructura industrial y más estructura económica. Y las redes eléctricas son un vehículo para hacerlo”, señala José Luis Elejalde, director de la Unidad de Transición Energética, Climática y Urbana de Tecnalia, que estos días participa en las jornadas internacionales sobre redes eléctricas que se celebran en el BEC.
Las redes eléctricas necesitan modernizarse para poder asumir la gran cantidad de generación renovable que se espera –se prevé que la proporción de electricidad con origen renovable se va a duplicar en los próximos cinco años– y necesitan fortalecerse para poder suministrar la energía eléctrica que necesitarán los millones de coches eléctricos o las industrias que deberán ir electrificándose –se estima que el consumo de electricidad mundial se va a duplicar en los próximos 25 años–.
La AIE estima que la inversión global debe duplicarse de aquí a 2030 y alcanzar los 550.000 millones de euros anuales. Calcula, asimismo, que habrá que agregar y reformar más de 80 millones de kilómetros de redes eléctricas en 2040, equivalente a toda la existente en el mundo. En concreto, según Eurelectric, la patronal eléctrica europea, el continente debe doblar su inversión anual de los 33.000 millones actuales hasta 67.000 millones entre 2025 a 2050.
Pero para aumentar la inversión hacen falta cambios en la regulación. “Estamos yendo mucho más despacio de lo que deberíamos ir. En Europa, por ejemplo, la aprobación de un proyecto de redes eléctricas puede tardar diez años, en China o India suele tardar entre año y medio y dos. Estamos compitiendo con países que, además de tecnología, tienen procesos más ágiles”, apunta el experto de Tecnalia.
En tres palabras
Para Iván Martén, presidente de Orkestra, hay tres palabras clave en relación a las redes eléctricas: inversión, innovación e incentivación. “Tenemos que tener marcos regulatorios que generen incentivos para invertir en esta actualización de las redes y que eliminen las barreras burocráticas y reduzcan los tiempos para obtener todos los permisos necesarios”, subrayó ayer durante su intervención en la inauguración de las jorradas. Consciente de la problemática, de que “sin redes eléctricas no hay descarbonización ni desarrollo industrial sostenible”, el Gobierno vasco lleva tiempo poniendo este tema sobre la mesa ante el Ejecutivo español. Hace unos meses, en una intervención en el Congreso, el portavoz del PNV Aitor Esteban volvió a pedir a Pedro Sánchez que se incremente la inversión en redes eléctricas.
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“Sin embargo, el Gobierno no está autorizando que se hagan las inversiones necesarias en la red”, criticó. “En Euskadi nos jugamos 34.000 empleos, por eso estamos muy preocupados. Lo que está en juego, si no toman medias ya, son pérdida de puestos de trabajo y pérdida de competitividad”, aseveró. En la misma línea, Elejalde advierte de que “si no hay un nivel de regulación que permita estas inversiones en redes eléctricas, va a ser muy complicado acometer los grandes proyectos de inversión que tenemos en Euskadi en el ámbito de la descarbonización de la industria y también en la introducción del hidrógeno”. “Si las redes no se adaptan y no tienen capacidad suficientes, no vamos a poder hacer estos proyectos y ¿qué ocurre? Que si una siderurgia no es capaz de descarbonizar su producto va a perder competitividad en el mercado internacional y, al final, decidirá irse a otro sitio donde pueda tener energía eléctrica en lugar de combustible fósil”, explica. Y asegura que en Euskadi ya se están viendo cuellos de botella en la capacidad de las líneas para abordar determinados proyectos. “Estamos empezando a ver saturación en nodos de distribución”, asegura.
El experto de Tecnalia invita a ver la situación del sector eléctrico en Euskadi, “una de las pocas cadenas de valor que están completas”, como una oportunidad. “Si somos capaces de desbloquear la regulación que permita nuevas infraestructuras, las empresas de nuestro territorio que están desarrollando nueva tecnología pueden posicionar a Euskadi como un referente”, apunta.