La mujer acusada de asesinar a la anciana que cuidaba en la localidad guipuzcoana de Zumaia el 21 de noviembre de 2020 ha declarado este lunes en la Audiencia de Gipuzkoa que era como una "abuela" para ella y que "sólo quería ayudarla y que no muriera".
En la segunda sesión del juicio con jurado que se desarrolla desde el pasado viernes en la Audiencia guipuzcoana, en San Sebastián, han declarado siete testigos además de la acusada. Estos han sido su hermana, dos de los tres hijos de la anciana fallecida, una amiga de la hija, la otra mujer que trabajaba como cuidadora, una enfermera y una médico.
La acusada estaba contratada por dos hijos de la fallecida desde 2017. Sus tareas eran realizar las labores domésticas y cuidar a la anciana, y ha explicado que la salud de la anciana "se fue deteriorando" en 2020 y estaba "muy delicadita". "No comía casi", ha señalado la acusada. Según ha relatado, aquel 21 de noviembre le dio de comer y cenar, aunque comió "poco", puré porque "tenía un problema en la mandíbula desde tres meses antes y no se podía poner la prótesis" dental.
La procesada ha explicado que hacia las once menos cuarto de la noche la llevó a la cama, donde la dejó acostada con las barras protectoras levantadas. "Oí unos quejidos y cuando llegué estaba del lado derecho, entre las barras de la cama y tenía un golpe en la cara, llena de sangre", ha relatado. Según ha apuntado, cogió a la anciana "con fuerza, como un bebé" y la depositó en el suelo. "Echaba mucha sangre, no me puse ni guantes, ni nada y toqué cualquier cosa", ha señalado para explicar que hubiera sangre por la casa.
Según ha indicado, comprobó que la anciana "había dejado de respirar" y llamó a la hija de la misma para avisarle de que había fallecido, tras lo cual pasó la fregona por el suelo "sin más, para quitar la sangre". "No le cambié de ropa, le quité un poco la sangre de la cara y le metí la lengua para adentro", ha señalado para añadir que "no sé si bien o mal, pero cuando le pegaba muy fuerte los síncopes lo hacía así".
A continuación, la acusada ha explicado que la hija de la fallecida llamó al '112' y se personó en la vivienda de su madre con una amiga, en cuya casa se estaba quedando a dormir en su estancia en Zumaia, ya que esa semana había venido desde Argentina porque "la médica le había dicho que la madre se estaba apagando y que iba a morir".
La cuidadora, para la cual la Fiscalía solicita una pena de 22 años de prisión por asesinato, ha asegurado que tenía "mucho cariño y aprecio" hacia la fallecida, a la que veía como su "abuela". Asimismo, ha relatado que le vino "fatal" que la mujer muriera porque "le tenía mucho cariño" y se quedaba "sin casa, sin trabajo y al mes siguiente sin papeles". "Fue un perjuicio hasta para mi salud, quedé con ansiedad y me tuvieron que dar pastillas para dormir", ha añadido.
Hijos
La hija de la anciana, que ha declarado como testigo, ha explicado que tenían "buen relación" con la acusada y que su madre estaba "muy débil y dolorida". "La enfermera me dijo que estaba terminal y por eso me quedé, aunque tenía vuelo de vuelta el día que falleció", ha afirmado. Además, ha aseverado que "siempre" va a estar "agradecida" a la procesada por cuidar de ella.
Su hermano, que vivía en República Dominicana, ha considerado que este proceso judicial "es un error" y ha censurado que se ha llevado a cabo "un juicio paralelo en la prensa" con cosas "muy macabras". "He estado tres años y medio buscando justicia", ha afirmado visiblemente emocionado. A su juicio, sin la acusada, su madre "no hubiera tenido la calidad de vida que tuvo". Además, ha indicado que su madre "era un ser terminal, cuya vida estaba acabando" y su cuidadora se encargaba "de todo" en la casa, hasta de la economía doméstica, y "nunca faltó nada". "No sé cómo estamos aquí", ha reiterado.
Asimismo, ha asegurado que la procesada pidió a los hijos de la anciana que no la sedaran porque "quería estar con ella hasta el último momento". A su juicio, "es imposible" que le hiciera "nada que le perjudicara, todo lo contrario".
La amiga de la hija de la anciana también ha aseverado que ésta última "estaba terminal". "Era una muerte anunciada", ha apuntado. También ha señalado que se "entendía fenomenal" con la acusada y que "ambas se tenían mucho cariño".
La enfermera que atendía regularmente a la anciana y le realizaba semanalmente curas también ha corroborado que solía tener "hematomas" y "heridas" y que desde primavera de 2020 que estuvo ingresada por una infección respiratoria, "estaba muy deteriorada". A ello ha añadido que la procesada les llamaba en cuanto había "alguna incidencia", se encargaba de darle la medicación y de hacerle las curas cuando ella no estaba trabajando, siempre tratándola "con cariño". "No me sorprendió su fallecimiento, porque estaba muy malita, sí me extrañó todo lo que ha pasado después", ha relatado.
Finalmente, la médico de la anciana ha indicado que "era una paciente frágil, domiciliaria" que, además, se encontraba "muy debilitada y con necesidad de cuidados". A ello ha añadido que "estaba medicada, presentaba úlceras y era una paciente con piel de papel", es decir, que "al mínimo rasguño podía sangrar". "No me sorprendió su fallecimiento, porque era previsible que falleciera en cualquier momento", ha indicado, para añadir, a continuación, que, a su juicio, la relación entre la fallecida y la acusada era "de cariño".