“ERC no deserta de sus responsabilidades ni abandona a los catalanes”. La negociación de los Presupuestos catalanes pondrá a prueba la resistencia de Pere Aragonès, quien, sin elevar el tono, tampoco pierde ocasión en lanzar recados a Junts para que avale las Cuentas que trabajó como conseller Joan Giró. Los republicanos quieren emplear esta baza como elemento de presión mientras se debaten en cómo pergeñar una política de alianzas que no provoque fisuras en su militancia. Por de pronto, Oriol Junqueras prefirió ayer mismo esquivar su oposición a una aproximación al PSC, que tampoco se moja pese a suscribir Salvador Illa que no tiene intención de ejercer como salvavidas del Govern de Esquerra, partido que también ha dejado traslucir su bicefalia. De reojo, el sector posconvergente afín a Laura Borràs cruza los dedos para que se cumpla su vaticinio: que Aragonès, al engancharse a su discurso de ensanchar las mayorías y “gobernar para todos”, simplemente está colocando los cimientos de un nuevo tripartito. De ahí que el president, buscando no acabar atrapado en este callejón, señala, como hizo ayer domingo, a JxCat: “ERC ha tenido que asumir las responsabilidades más importantes del país y las seguiremos asumiendo. Nosotros no abandonamos a la ciudadanía, no desertamos de nuestras responsabilidades, las ejercemos incluso asumiendo todas las derivadas y todas las consecuencias”.
El resultado final, bien mediante pacto o aplicando una prórroga, se conocerá pocos meses antes de acudir a las urnas, donde no pocos alcaldes de Junts se juegan la reelección y la cuantía presupuestada para sus municipios en esas Cuentas, que era mayor incluso que para las localidades bajo mando republicano, mientras que Esquerra tratará de que no se le asocie con los socialistas, a quien quieren arrebatar poder metropolitano. JxCat también sabe que le toca instaurar un papel opositor rocoso para hacerse notar y seducir tanto a quienes apostaron por la salida del Ejecutivo como al amplio grupo de militantes que no lo hicieron y recelan de un paso que puede conducirles a una travesía en el desierto. Lo cierto es que cada votación en la Cámara catalana puede terminar siendo una réplica de lo que ocurre en el Congreso, en la misma medicina que ERC ha dado más de una vez al Gobierno de Sánchez. Con la CUP dando por amortizado a Aragonès y Junts reclamándole una cuestión de confianza, cada medida económica, en un otoño que se presume caliente, obligará a una ardua seducción donde solo los comunes figuran como escudo, como ocurrió con las anteriores Cuentas.
La partida de Aragonès con Moncloa se dirime con otras derivadas. Desde Madrid, con la mirada puesta en el ciclo electoral, la mesa de diálogo puede quedar hibernada para los objetivos últimos que dice perseguir el Govern y que llevaron al president a sacarse la vía canadiense para tratar, con tiempo, de consensuar un referéndum acordado, sin ningún Estado Mayor que supervise esta estrategia, personalizada en el Jefe de la Generalitat. Pero, a corto plazo, la prioridad pasa por dar carpetazo a los procesos judiciales abiertos al Ejecutivo catalán: por ejemplo, el juicio recién celebrado al que fuera presidente del Parlament, Roger Torrent, y su mesa, o las causas todavía abiertas por el 1-O, como las de Josep Maria Jové y Lluís Salvadó. En la denominada desjudicialización, el horizonte también está la reforma del delito de sedición del Código Penal, y que el Gobierno español hizo dormitar en un cajón. No en vano, es lo que mantiene en el exilio a la secretaria general de ERC, Marta Rovira. Al menos, Aragonès podrá enviar la próxima vez a ese foro negociador a una delegación al completo y formada solo por consellers de su gabinete. Paralelamente, los republicanos jugarán la carta del ámbito sectorial, con el déficit inversor del Estado en Catalunya, tras los escasos avances de las reuniones de la Comisión Bilateral: entre ellos, el traspaso de Rodalies –que generó igualmente desencuentros con Junts–, la transferencia de la gestión del aeropuerto de El Prat o las competencias en Salvamento Marítimo.
Las cuentas de JXCat
“Para hacer eso queremos fortalecer aún más el partido y asumir todos los liderazgos que hagan falta. Y en el próximo ciclo político, estamos dispuestos a asumir todos los liderazgos institucionales, políticos y sociales que sean necesarios para sacar el país adelante”, sostiene Aragonès, que volvió a ahondar en que “sería muy poco comprensible que JxCat se inhibiera de dar apoyo a las Cuentas que ellos han elaborado”. Aunque en el caso de que no se pudieran finalmente aprobar, el Govern garantizaría “todos los recursos” para servicios públicos y políticas sociales. Desde JxCat recalcan que no son los Presupuestos que ellos hubiera hecho en solitario y que Aragonès está condenado a someterse a una cuestión de confianza en el Parlament, toda vez que solamente dispone de los 33 apoyos que le pueden dar los escaños de su propio partido.