CONCIERTOS DE NØGEN & CIUDAD JARA
Los Safemines de 2022 avanzaban sin descanso hacia su ecuador, con altas temperaturas y un fin de semana lleno de visitantes y lugareños mezclándose por las calles de Pamplona. Después de los fuegos artificiales, los conciertos de los Fueros parecieron un buen reclamo para los varios miles de personas que, una jornada más, volvieron a darse cita en la plaza. Si en las noches anteriores habíamos tenido artistas de música urbana, trap, reguetón, reggae, soul y rock, entre otros estilos, la del sábado iba a ser una noche que apostase por los sonidos más tranquilos del folk y del pop. Los grupos encargados de hacerlo fueron Nøgen y Ciudad Jara.
La primera banda, oriunda de San Sebastián aunque con nombre danés (su significado en castellano es “desnudo”), fue la encargada de romper el hielo con sus delicadas melodías folk. Abrieron con un pop explosivo, con canciones en euskera y estribillos bastante épicos y coreables. Su formación de quinteto (guitarra, bajo, batería, ukelele y voz) los sitúa a medio camino entre Coldplay y La Maravillosa Orquesta del Alcohol. Sus estructuras y melodías son abiertamente pop, algunas más sutiles y otras más contundentes, pero pop a fin de cuentas, y el sonido del ukelele barniza sus composiciones con el brillo del folk, algo en lo que tambien inciden los ritmos trotones de su batería. De todas sus caras, resultó especialmente atractiva la más contenida, como pudo ser el caso de Oxigenoa, que tampoco estuvo exenta de ese final en crescendo emocional que es uno de sus sellos más fácilmente reconocibles. En los bises hicieron un tema muy acústico con armónica dylaniana que también estuvo entre lo más reseñable de su actuación, y que, a pesar de sus aires campestres, también contó con su postrero subidón.
Tras ellos, Ciudad Jara saltó al escenario. El grupo liderado por Pablo Sánchez se encuentra en un gran momento de popularidad, a juzgar por las cifras que manejas en visualizaciones, escuchas en plataformas, entradas vendidas… Y a juzgar también por los miles de seguidores que esperaron pacientemente al inicio de su actuación. Parece que el cantante valenciano ha sabido conservar a buena parte de los fans a los que cautivó durante la década en la que formó parte de La Raíz, además de, por otro lado, haber añadido a otros nuevos. Así debe ser, porque lo que hace con Ciudad Jara poco tiene que ver con el estilo que manejaba su antigua banda. El peso de las reivindicaciones sociales y políticas ha quedado atrás para dejar paso a unas líricas más personales y a una evidente y notable apertura estilística. El trabajo que está presentando, Cinema, es un buen ejemplo de ello. Producido por Santos y Fluren, pareja omnipresente en el pop y el indie nacional, Cinema supone un paso adelante en el camino de encontrar un estilo propio por parte de su autor.
Comenzaron con puntualidad, a la 1.00 de la madrugada. Como sucedió la noche anterior con Doctor Deseo, había bastante gente en la plaza, pero esta no llegó a llenarse, algo que, muy probablemente, sí hubiese sucedido de haber comenzado a una hora más temprana. Tras una introducción instrumental, iniciaron su actuación con Si tú me pidieras, un corte marcado por su guitarra punzante y por sus conseguidos coros. Como pudimos comprobar cuando llenaron dos veces en la misma tarde la sala Tótem, Ciudad Jara cuenta con una sólida base de seguidores que recita las letras de todas y cada una de sus canciones. Eso quedó patente en temas como El último pasillo o Ultramar. Esta última contó con un breve recitado poético, y es que Pablo da mucha importancia a los textos, en los que va dibujando un mundo interior lleno de recuerdos, miedos, ilusiones...
El público acompañó a Sánchez en este recorrido vital, cantando y moviendo los brazos en los medios tiempos (En busca del fuego, Si te dicen que caí o La canción del pensador, bruñida esta última de guitarras acústicas), y botando y aplaudiendo en los cortes más animados (Bastardos de gravedad o El tren huracán, revisión del himno de su antigua banda, La Raíz). Fueron precisamente las canciones más veloces las que predominaron en el tramo final, haciendo que, al término de la actuación, miles de personas abandonasen la plaza con la sensación de haber vivido una auténtica fiesta dentro de la inmensa fiesta sanferminera.