Maria Schneider falleció en 2011 a los 58 años sin olvidar el trauma que sufrió durante el rodaje de Último tango en París. Según confesó la actriz francesa, cuando tenía 19 años se tuvo que enfrentar al momento más dramático de su vida en la polémica escena de la violación anal que sufrió en el filme. El director de la película, Bernardo Bertolucci, y el actor protagonista, Marlon Brando, la planearon la misma mañana del rodaje, utilizando mantequilla como lubricante para la sodomización, sin que esto apareciera reflejado en el guion y sin que la intérprete hubiera dado su consentimiento.
Una experiencia traumática que no se hubiera producido si hubiera existido una coordinadora de intimidad en el rodaje. La bilbaina Maitane San Nicolás es una de las pocas especialistas en esta nueva figura que cada vez se demanda más en los producciones audiovisuales. De hecho, Amazon y Netflix están imponiendo este rol en sus proyectos españoles. Una figura que es habitual ya en la industria cinematográfica de Estados Unidos y en la de otros países europeos, pero que se va abriendo hueco en el Estado, aunque en Euskadi todavía no acaba de despegar.
La figura de coordinadora de intimidad –la mayoría son mujeres, aunque también hay algún hombre– surgió a raíz del movimiento #Metoo tras las denuncias de abusos sufridos por algunas actrices por parte de Harvey Weinstein en 2017. El escándalo provocó una reflexión colectiva sobre el trato que recibían las actrices en Hollywood y enseguida se entendió la necesidad de contar con estos expertos para guiar a directores y actores en el set al filmar las escenas íntimas.
Maitane San Nicolás se formó como actriz en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. También ha realizado una investigación personal a través de la psicología y el coaching personal y una especialización en Mindfulness Integral por la Escuela Internacional de Yoga.
Durante éste último año, ha seguido su formación realizando el curso de Intimacy Work for actors con Amanda Blumenthal in IPA ( Intimacy Professionals Association) y está a punto de conseguir la certificación con ellos. “Solo hay siete escuelas en todo el mundo que están acreditadas para conseguir la certificación”, explica.
Debido a su trayectoria profesional, actriz y coach, le propusieron el año pasado trabajar de coordinadora de intimidad en unas escenas de sexo, “porque la gestión emocional es muy importante en esos momentos”, señala. Y, desde entonces, no le faltan los trabajos. Ha participado en unas nueve producciones que se estrenarán este año y el próximo.
Entre las películas en las que ha trabajado, está Objetos, protagonizada por Álvaro Morte y dirigida por Jorge Dorado. Acaba de finalizar también La consagración de la primavera, del director Fernando Franco, que se estrenará en el Zinemaldia, y en los próximos meses estará en varias producciones de cine y televisión, entre las que se encuentra Cristo y Rey, creada por Daniel Écija, que revivirá, cuatro décadas después, la relación del domador de circo Ángel Cristo, con la actriz y musa del destape, Bárbara Rey.
“Muchos directores me comentan que todavía no han trabajado con una coordinadora de intimidad, incluso algunos lo ven con cierto recelo, pero es por puro desconocimiento”, asegura.
Mediadora
Pero ¿qué hace exactamente una coordinadora de intimidad? Según explica esta bilbaina, se encarga de dar seguridad a los actores y actrices cuando interpretan escenas íntimas y de violencia, a la vez de proteger su consentimiento a lo largo de todo el proceso de la producción. También ayudan al director o directora con la visión creativa y con la coreografía de ese tipo de escenas. Porque en muchas películas se queda al azar de la producción el que haya el espacio, la sensibilidad y el tiempo para poder atender estas escenas con la delicadeza necesaria.
“Empezamos leyendo el guion, nos reunimos con el director y directora, y nos comentan la idea que tienen para luego plantear las secuencias. Sabiendo lo que se va a hacer, nos reunimos con los intérpretes para conocer sus límites de consentimiento, para que esa escena se realice de una manera segura y para que se respeten en todo momento sus necesidades y sus límites. El director se tiene que sentir libre y creativo también para saber qué puede hacer. Estamos durante el rodaje, somos mediadores entre actores, directores, equipo técnico, también con el departamento de vestuario...”.
La coordinadora de intimidad se ocupa además de que no haya escenas de sexo simulado con contacto genital directo. “Al final es una profesión, un lugar de trabajo, y los actores no tienen por qué tener ese contacto sin barreras físicas”. Se “acuerda” desde el grado de desnudez hasta dónde tocar y qué tipo de escenas sexuales están dispuestos a grabar. Una vez está todo claro, llega el momento de estructurar la escena.
“Intentamos que se realicen ensayos previos; nunca se ha puesto en duda que los coordinadores de acción tengan que ensayar una escena de una pelea, pues lo mismo ocurre con el sexo. No hay que dar por hecho que todos sabemos realizar una escena íntima. Además, es importante que los actores sepan a lo que van a exponerse”, explica esta experta. “Estamos ahí acompañándoles; algunos intérpretes jóvenes tienen miedo de que si se niegan no les vuelvan a llamar, pero nosotras hacemos de mediadores para que se expresen con libertad. Se sienten cuidados, es lo que más me dicen”, confiesa esta experta que, como actriz, también le ha tocado rodar alguna escena de sexo.
Recuerda una de sexo simulado de la serie Isabel en la que hasta el último momento no supo si iba a estar desnuda o no: “Me tuvieron en batín y al final el director cambió de opinión y se hizo con vestido. Si hay una coordinadora que te lo comenta, o el día anterior se hace un ensayo, siempre vas más tranquila al rodaje. Es una profesión imprescindible porque estamos tan acostumbrados a hacerlo de esta manera que no se sabe que se puede hacer mejor”.
Pero no solo se tratan escenas de sexo y violencia, también se pone especial cuidado en los temas de identidad de género, racismo... Las coordinadoras de intimidad han llegado para quedarse.