Manu García afronta desde hace unos meses su etapa más exótica en el ámbito futbolístico y también en lo personal. Quien defendió la elástica albiazul durante nueve exitosas temporadas, en las que logró dos ascensos, permanencias agónicas como la del Jaén y en las que, desde luego, dejó momentos para el recuerdo como aquellos goles en Lasesarre, el Calderón y Mendizorroza ante el Real Madrid, encontró acomodo profesional en Chipre después de poner fin a su etapa en Mendizorroza. Por primera vez en su carrera, quien fuera santo y seña del alavesismo decidió probar fortuna lejos del panorama nacional, y su apuesta por emigrar a Limassol, una de las ciudades más desarrolladas de Chipre, parece haber sido la más acertada.
Manu explica que la transición entre una y otra ciudad ha sido "grande", pero que a su vez está "muy contento". "Estuve mucho tiempo en casa y salir siempre supone un gran cambio. La gente aquí es muy acogedora y nos ayuda un montón. Estamos en una ciudad que es de las más modernas de Chipre y hay muchas cosas para hacer en el tiempo libre. Sí que es verdad que aún nos estamos adaptando porque el día a día es diferente, aunque el inglés no está suponiendo mucho problema porque el tema del idioma era un tema positivo para poder afianzarlo aquí", relata el gasteiztarra a DNA.
Sobre el cambio a nivel futbolístico, Manu García cuenta que la competición "está bien, hay mucha competitividad y bastante igualdad; el fútbol es un poco distinto, es más abierto, hay más ida y vuelta". De hecho, una de las diferencias más significativas que el histórico capitán del Glorioso ha percibido en estos primeros meses allí, reside en el progresivo de la competición chipriota. "A nivel de personal, de gente que está alrededor del futbolista, en nuestro equipo estamos al mismo nivel que está el Alavés. Sin embargo, a nivel de infraestructura los clubes son mucho más modestos y están evolucionando bastante. En Limassol está prácticamente construido un nuevo estadio para la ciudad que tiene una pinta muy buena. Se están dando pasos pero a nivel de organización, de infraestructura de los clubes, se está muy lejos de los clubes de La Liga", reconoce un futbolista gasteiztarra que ha pasado por un sinfín de estadios.
un buen inicio
Por otro lado, el Aris Limassol, recién ascendido a la Primera División chipriota, continúa entre los tres primeros en la clasificación. Respecto a sus sensaciones tras la disputa de estas primeras jornadas, Manu revele que al inicio había ciertas dudas por la dimensión del proyecto, pero también percibe que su nuevo equipo está preparado para soñar. "Éramos una incógnita. El Aris Limassol es un equipo histórico, tanto como los otros dos de la ciudad, pero ha tenido más vaivenes a lo largo del tiempo. El año pasado consiguió el ascenso con un nuevo dueño, es un proyecto muy grande y al igual que en todos los inicios siempre surgen dudas, pero hemos empezado bien. Al principio tuvimos un calendario mezclado con equipos asequibles y en el último mes hemos jugado contra los mejores de la liga con muy buenos resultados, ganamos al líder y al AEL. Aunque perdiéramos contra el APOEL, fuimos superiores. Ha sido una sensación de que estamos preparados para pelear por objetivos ambiciosos. Un buen inicio que ratifica la ilusión del club", analiza.
De hecho, allí ha coincidido con Dani Pacheco –un viejo conocido de la parroquia alavesista– y también con Facundo Roncaglia, que disputó aquella semifinal de la Copa del Rey en la que el Glorioso obtuvo el billete para Madrid. "A Facu curiosamente le cubría yo los córners (ríe). Ha venido Dani, que es un jugador con el que tuve muy buena relación y para mí es muy importante tenerlo aquí. Luego está Monnet-Paquet, que viene del Saint-Etienne y es un jugador de nivel, hay muchos futbolistas de calidad. Hemos tenido lesiones al inicio y hay ganas de conseguir regularidad porque hemos demostrado buenas sensaciones. Si logramos afianzar el equipo, tenemos una temporada muy ilusionante por delante", admite.
Una de las mayores virtudes que Manu demostró en su periplo en Vitoria fue el nivel de intensidad que contagiaba a sus compañeros en los derbis contra equipos de la zona. Sobre las rivalidades en Chipre, el capi asegura que los derbis se viven mucho y que las aficiones tienen la cercanía y facilidad para desplazarse a los estadios.
"Los dos rivales con los que compartimos ciudad son históricos, de gran masa social y los partidos se viven con intensidad. Pero más allá de los derbis cada partido trae gente del equipo visitante, la isla permite viajar. Hay otros tres equipos que representan a ciudades de la parte turca, entonces tienen muchos aficionados exiliados que a la ciudad que van, crean ambiente y las victorias se celebran más que en España. Una simple victoria los aficionados la viven con mucha intensidad. En los estadios hay menos gente que en La Liga pero el público es más caliente y lo vive mucho, se genera muy buen ambiente prácticamente en cada partido", describe el alavés.