Desde Donostia hasta Pau. 255 kilómetros. La cifra la tiene grabada en el disco duro de la memoria Javier Murguialday, que bebió champán en Pau. Se ganó cada burbuja de la bebida de los campeones el ciclista alavés, que conquistó la segunda jornada del Tour de 1992, el que arrancó en Donostia en honor a Miguel Indurain, (el navarro fue el primer amarillo) que un año antes celebró el primero de los cinco Tours en los que se coronó.
Murguialday quería dejar su impronta en la carrera francesa, una prueba en la que se sentía cómodo. Su éxito llegó después de 6 horas y 40 minutos sobre la bici, un calvario. “Antes muchas de las etapas del Tour sobrepasaban los 200 kilómetros. La mitad de las etapas estaban por encima. Cuando te tocaba una etapa de 170 kilómetros te salía una sonrisa”, describe Murguialday. Para celebrar la victoria en Pau, el alavés tuvo que masticar 255 kilómetros con la lluvia como acompañante. Nada le frenó.
EL CICLISTA ALAVÉS ENCONTRÓ SU MEJOR VICTORIA CON UNA FUGA QUE SUMÓ MÁS DE 240 KILÓMETROS
“Recuerdo que llovía y me sumé a la escapada casi desde la salida. A los 15 kilómetros ya estaba en la fuga tras Aritxulegi y Agiña. Conmigo se unió Virenque. No me dio ni un relevo al principio porque se había escapado un compañero suyo del R.M.O”. Avanzó la escapada y el trío se entendió. En las rampas del Marie Blanque, Murguialday se quedó adelante con un jovencísimo Virenque.
“Iba tranquilo con él, porque yo era rapidillo y sabía que en el esprint le ganaría. Estaba más fuerte que él”, rememora Murguialday. Por detrás no había opción de que les cogieran. El pelotón rodaba a más de 5 minutos. Además, Virenque sería el líder del día por las bonificaciones.
UN JOVENCÍSIMO RICHARD VIRENQUE FUE SEGUNDO EN LA ETAPA Y SE HIZO CON EL LIDERATO DEL TOUR
Murguialday se fue al suelo en el prólogo y perdió mucho tiempo. “No salí cabreado, pero estaba fastidiado. Tenía ganas de hacer un buen Tour”. Con ese deseo en el horizonte, Murguialday cogió la mochila de la aventura y la llenó de ilusión. No hay nada como vencer en el Tour. No existe mayor aliciente para un ciclista.
“El Tour es siempre el Tour. Tiene muchísima repercusión. Ganar es muy difícil porque todo el mundo que va lo hace en su mejor forma. Al Tour acuden los mejores y todos quieren la victoria”, expresa Murguialday sobre la visibilidad y el reconocimiento que otorga la Grande Boucle. “Para mí, la victoria de etapa en el Tour fue la recompensa de todo lo que había hecho. El premio a una carrera deportiva y digamos que te sitúa en la historia”.