Opus Lírica se enfrenta a su octava temporada programando ópera y lo hace con una pieza barroca, Dido y Eneas, compuesta originalmente por el británico Henry Purcell en 1689, adaptando algunos de los fragmentos de La Eneida, de Virigilio. Todo suena antiguo, pero no lo es tanto. Precisamente, uno de los objetivos principales de Opus Lírica es traer viento fresco y demostrar que la ópera es algo vivo que entronca perfectamente con la modernidad. Así, en contra de un género que se relaciona con lo elitista, la asociación que dirige la soprano Ainhoa Garmendia se esfuerza año tras año, temporada tras temporada en popularizar la ópera. Para ello proponen escenografías vanguardistas, con adaptaciones que interpelan al presente. Así lo han defendido este miércoles Pablo Ramos y Carlos Crooke, los directores de escena de Dido y Eneas, que se representará el sábado y el domingo en el Victoria Eugenia. Tal es la importancia que dan al público que, según han explicado, el final de la ópera no está cerrado y quedará en manos del respetable.
“No queremos un público pasivo”, ha dicho Ramos. Todo lo contrario. Desean un público que se haga preguntas, las mismas que sus responsables cuando se enfrentaron al libreto escrito por Nathum Tate: Más allá de la leyenda, ¿de qué trata Dido y Eneas? De la “confianza”, han asegurado, al tiempo que interpelaban a los periodistas que se han personado en la rueda de prensa: “¿En qué confiáis vosotros? ¿Confiáis en vuestra pareja? ¿Y en los políticos?”. Esas son las cuestiones que giran en torno a este drama -que también tiene puntos cómicos- y sobre las que sus responsables invitan a la reflexión. Esta obra habla de la “confianza como base del amor y como base de las relaciones políticas”. Por poner un ejemplo que el lector comprenderá enseguida, en el caso de la “pérdida de confianza” entre países que ha provocado la guerra en Ucrania: “Esa falta de confianza ha hecho que te suba la hipoteca y el precio de los plátanos”
Eneas (Julen García), un héroe troyano, se enamora de Dido (Lucía Gómez), reina de Cartago. El escenario se convierte en esta propuesta en un lugar metafórico en el que cada uno de los tres personajes principales -el tercero sería el del hechicero, interpretado por Chen-Han Lin- cuenta con su propio espacio escénico. El amor entre Eneas, un viajero fácilmente manipulable -“hay muchos Eneas hoy en día, personas que les comen la oreja y se creen que pueden transcender”-, por Dido, una regente que no duda en consultar a su pueblo -“no puede vivir sin el pueblo, ni el pueblo sin ella”-, se quiebra debido a la intervención del hechicero. “Este es realmente quien urde todo, el Yago de Otelo, el que por envidia engaña a Eneas para acabar con Dido, porque el hechicero ansía el poder. A que lo que digo os suena bastante, hay mucha gente que es así”, ha asegurado Ramos, quien ha añadido que han buscado “cuestionar esa maldad” y analizar hasta qué punto es capaz de llegar una persona para lograr sus intereses.
Un centenar de personas participarán en esta producción, entre los intérpretes, el cuerpo de baile compuesto por jóvenes alumnos de la Escuela de Música y Danza de Donostia y que ha dirigido la coreógrafa Coral López-Castellanos, la orquesta dirigida por Iker Sánchez y el coro comandado por Alain Ayerdi.
Los protagonistas
El elenco de Dido y Eneas está conformado por intérpretes muy jóvenes, una propuesta que también viene a romper la idea de que la ópera se consume, sobre todo, a partir de cierta edad. En este sentido, Julen García se ha mostrado muy contento de poder tener esta experiencia profesional, la primera con Opus Lírica. “Es maravilloso poder trabajar con tan buen equipo”, ha subrayado, al tiempo que ha invitado a todo el mundo a ver la ópera, “dado que es una pequeña delicatessen”.
Lucía Gómez confiesa que el papel de Dido lo tiene muy interiorizado. No en vano, esta será la quinta vez que lo interpreta, aunque será la primera vez que lo haga de forma escenificada -en anteriores ocasiones se ha enfrentado a él en formato de concierto-.