Begoña Pérez, conocida por sus más de 1,7 millones de seguidores como @la_ordenatriz, ofrece en redes sociales todo tipo de consejos que convertirán la odisea de quitar manchas y ordenar la casa en una aventura de lo más divertida. Eso sí, sin obsesiones.
¿De dónde nace esa pasión por la limpieza, por el orden, siempre conscientes de nuestras limitaciones y capacidades?
-Sí, siempre conscientes. Es muy importante saber de dónde venimos y adónde vamos. En 2017 fallece mi padre y me pongo muy triste y me pilla de sorpresa. En esos dos años de duelo se me desordena todo, la mente, desordenamos la casa... Y ahí es donde me di cuenta de que influye mucho el orden exterior en el orden interior, y viceversa. Entonces, volví a leer por segunda vez el libro de Marie Kondo, y dije: “Esta mujer me va a ayudar a mí a ordenar, y voy a aprender para luego enseñar”. Así me hice organizadora profesional, y en 2019 abrí la cuenta de Instagram. En 2020 llegó la pandemia y de repente pasamos de estar 18 horas fuera de casa a estar 24 dentro. Y te das cuenta de que ese cuadro no está bien colgado, que ese óxido no sale... Y me puse a poner soluciones. Una de ellas fue que se agotó el tinte para mujeres, y en una de estas me teñí. Una peluquera me había dicho que la laca quita el tinte de la ropa, y probé ese truco y salió perfecto. Ese momento también nos enseño a vivir el agradecimiento, y vivir el presente. Y vivir el presente es ser consciente de que las cosas se manchan, se desordenan, se ensucian... Pero, lejos de ponerme nerviosa, es decir: “Bueno, gracias a Dios tengo que poner dos veces al día el lavavajillas”. Las manchas son una cosa que es mala, pero...
También son recuerdos.
-Sí. Por ejemplo: “Mira qué bien me lo pasé”. Y oye, qué gozada si puedo recuperar la ropa de bebé de cuando era pequeña. Muchas mujeres me dicen: “Contigo me siento empoderada”, porque en lo que nos ha parecido un horror, que era de maruja y que no tenía ningún valor, hemos visto que está el valor del cariño, del amor, de yo te cuido porque tú me estás cuidando.
Más de un millón y medio de personas se han sumado a su aventura. ¿Vamos a tener que reeditar el dicho y empezar a decir que la casa es el reflejo del alma?
-Sí, es así. Y que el armario es el reflejo del alma también lo constato. Cuando falleció mi padre, no había rincón en mi casa desordenado. Ojo, que mi casa no está impoluta. Esto también lo quiero reivindicar desde el perfil de @la_ordenatriz. La usamos, la manchamos, hay mucha suciedad. Lo bueno es que sé cómo limpiarlo y ordenarlo, y cuando nos ponemos, nos ponemos todos. No terminamos en un plis, eso es verdad.
En estos tiempos que corren, entiendo que el consejo cuando nos sentimos arrastrados por la rutina es parar, reflexionar y crear un plan.
-Y agradecer, y pensar qué puede ser lo más eficaz. Que a lo mejor ese día no es para ordenar, pero a lo mejor ese día tampoco es para regañar a nadie, ni a nosotros. Porque a veces somos los peores. Con esta cuenta he aprendido a quererme.
Ahora nos presenta un libro con soluciones de la A a la Z. ¿Hay alguna mancha que se le resista hasta a la Ordenatriz?
-Seguro que hay muchas (risas). Pero te voy a hablar de una que seguro que todo el mundo ha sufrido de cerca o de lejos, que es la lejía. La lejía decolora y no hay nada que hacer, más que teñir, y a veces ni eso. Pero vamos a seguir investigando.
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En su caso lleva asimismo la ecología a otro nivel. No solo nos invita a reutilizar las prendas y a salvarlas, sino que usa productos naturales. ¿Cómo se llega a encontrar todas estas fórmulas?
-Yo creo que a las conclusiones a las que yo he llegado llegaría todo el mundo, seguro. En el punto de pararse a pensar.
Hay un poco de química en todo esto.
-Sí, hay que tener un poco de mente química. Pero no solo estoy yo pensando. Muchas veces me viene algún seguidor y me dice: “¿Sabes que esto se quita con no sé qué?”. Efectivamente, no soy química pero me estoy dando cuenta de que @la_ordenatriz se gesta desde que nace, porque tenía un abuelo al que le chiflaba la química y me enseñó. Yo la odiaba, y él me pasó el amor por la química.
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Siempre se nos ha dicho que en casa no puede faltar ni el vinagre de limpieza ni el bicarbonato. ¿Qué ingredientes son imprescindibles para usted?
-Jabón, agua, percarbonato, bicarbonato, vinagre y alcohol. El alcohol quita muchas cosas, desde el olor. Hay muchas cosas normales, y ojo. Tenemos un I+D en España respecto a la limpieza maravilloso.
Estoy segura de que su comunidad le plantea muchas dudas respecto a todo este mundo. ¿Cuál es la más extendida?
-La más general suele ser la grasa. Lo que pasa es que no siempre saben que es grasa. El barro, por ejemplo, lo vamos a sacar como grasa. Lo mismo con un maquillaje, marisco...
Además de preguntar, también se apoyan. ¿Cómo se consigue crear una comunidad tan bonita?
-Yo creo que primero mostrándome como soy, sin trampa ni cartón. Yo creo que la gente ve mi debilidad -que me equivoco, que soy humana-, y que lo hago todo con mucho cariño. También es muy importante la no crítica, el no juicio. Yo no sé por qué alguien ha llegado a esa especie de Diógenes, no sé por qué ha llegado ese moho a ese baño. Hay tantos problemas por detrás que me cuentan, que para mí son mucho más importantes, por supuesto, que la mancha. Yo creo que la gente lo sabe, no se siente juzgada.
Son muchas las personas que ya en la calle comparten sus consejos. ¿Qué siente cuando ve que estos tips se han vuelto tan populares?
-Lo que es maravilloso es el cariño de la gente. Hay gente que me dice: “Caro, es que eres famosa”, pero yo no me considero famosa.
¿No cree que vaya a hacer historia?
-Me gustaría aportar un poquito de paz, pero tanto como hacer historia me parece un poco fuerte (risas).
Personal
Muchos la conocen como @la_ordenatriz. Así se llama al fin y al cabo la cuenta de Instagram en la que más de 1,7 millones de personas la siguen y replican los consejos que ofrece para quitar manchas, ordenar la casa... Ahora, en su nuevo libro, Los trucos de La Ordenatriz: Soluciones de la A a la Z para los pequeños dramas domésticos, nos ofrece la fórmula secreta para acabar con esas manchas que nos traen de cabeza: de bolígrafo, de chocolate, de maquillaje, de cera, de sangre... No hay mancha que se le resista.