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La OSI Araba activa el uso seguro de la medicación en octogenarios

Son pacientes crónicos hospitalizados. El 17% de los ingresos se debe a reacciones adversas de fármacos, evitables hasta en el 70% de los casos
Cóctel de fármacos. | FOTO: DNA
Cóctel de fármacos. | FOTO: DNA

La medicación es la intervención médica más utilizada para mejorar la salud. Sin embargo, en exceso, tiene consecuencias adversas que, en ocasiones, llevan al paciente al hospital. Todo el mundo toma algún fármaco a lo largo de su vida, pero con los años se van sumando y acumulando boticas no siempre necesarias a determinada edad. Quien así lo explica es Lola Martínez, jefa de sección de Farmacia hospitalaria de la OSI Araba, partidaria de cambiar el actual modelo de prescripción convencida de la “dramática sobremedicación” existente en la sociedad actual.

Para combatir esta situación, la OSI Araba tiene en marcha un programa, fruto del trabajo de varias profesionales, que revisa los tratamientos de pacientes octogenarios ingresados en medicina interna del hospital Santiago de Vitoria. Tras el seguimiento que se les hace, en la mayoría de los casos acaban tomando menos pastillas o con dosis inferiores, y los enfermos mejoran. Esta práctica que fomenta el uso seguro de la medicación ha sido premiada por el Ministerio de Sanidad.

A pesar de los buenos resultados del proyecto que derivó en estas prácticas seguras, el modelo no se ha extrapolado a todo el sistema sanitario por falta de recursos aunque, sin duda alguna, es el camino a seguir, en opinión de Lola Martínez, más en una sociedad que en 2050 va a tener el 30% de la población octogenaria.

Lola Martínez, jefa de sección del Servicio de Farmacia de la OSI Araba. | FOTO: JORGE MUÑOZ

Lola Martínez, jefa de sección del Servicio de Farmacia de la OSI Araba. | FOTO: JORGE MUÑOZ

“Hay una dramática sobremedicación que se va acumulando a lo largo de la vida del paciente y, desgraciadamente, cuantos más años tiene, más fármacos acumula, a veces, boticas que en su momento tuvieron justificación, pero veinte años después no y, sin embargo, las siguen tomando”, apunta.

Durante un año, un equipo multidisciplinar de profesionales médicos, farmacéuticos y enfermeras de enlace de la OSI Araba tomaron como muestra a 314 personas mayores con dos o más patologías crónicas, todas polimedicadas, e ingresadas en Medicina Interna del hospital Santiago.

El 52% tomaba más de nueve fármacos al día, el 90%, más de cinco y alguno, hasta 25 pastillas. Revisaron sus tratamientos aprovechando su estancia en el hospital y cada profesional aportó su visión bajo criterios ya establecidos sobre prescripción adecuada de medicamentos en mayores.

Como resultado, se suspendieron tratamientos no justificados, se redujo la medicación en una media de dos pastillas y el ahorro anual fue de 60.000 euros en estos 314 pacientes, y la salud de los pacientes mejoró al no tener tanta carga terapéutica”, concluye Lola Martínez.

Consumir medicamentos es el acto más frecuente y repetitivo cuando uno sale de la consulta del médico. Sin embargo, llega una edad en la que tanto fármaco es contraproducente debido a los efectos adversos de la medicación. “Fragilidad, caídas, desnutrición... son situaciones que se dan cuando un paciente toma más de cinco fármacos, lo que se denomina polifarmacia, incluso de diez, en el caso de hiperpolifarmacia”, asegura Lola Martínez.

“Cada vez son más los ciudadanos sobremedicados y, en consecuencia, más las consecuencias adversas de los tratamientos. Además, se produce otro efecto negativo, como es una menor adherencia a los medicamentos que realmente son necesarios y un aumento de las interacciones, que a veces desencadenan reacciones imprevistas debido a la toma de tanta pastilla de forma conjunta, y acaba produciendo más perjuicio que beneficio”, indica la jefa de la sección de Farmacia hospitalaria de la OSI Araba.

En la población mayor de 65 años –la que más ingresa en los servicios de medicina interna de los hospitales–, el 17% de los ingresos hospitalarios se debe a reacciones adversas a medicamentos que en el 50-70% de los casos son evitables. Y hoy en día, el 86% de los ingresados en Medicina Interna de los hospitales son personas mayores de 65 años y el 69% tiene más de 80. Además, el 70% sufre de polimedicación.

Enfermedades crónicas

Las enfermedades crónicas en personas mayores son las responsables del 92% de las muertes, del 80% de las consultas de Atención Primaria, del 60% de los ingresos hospitalarios con estancias más prologadas y del 70-75% del gasto sanitario.

Un escenario de recursos limitados hace que la prevención, control y abordaje de las enfermedades crónicas sea uno de los mayores retos para todos los sistema de salud del mundo, también para Osakidetza.

Sin embargo, el modelo falla porque “cuando un paciente ingresa en el hospital, el abordaje está orientado al tratamiento de las enfermedades agudas, no se valora el tratamiento del paciente en su conjunto sino cada patología de forma individual y, así, el enfermo va acumulando medicamentos a lo largo de su vida”, sostiene Martínez. “Si a los 50 le diagnosticaron una patología crónica, igual el tratamiento era el adecuado en aquel momento, pero no treinta años después, ya que en esa persona se han producido una serie de cambios fisiológicos que hacen que sea mucho más sensible a los efectos adversos de los medicamentos”, pone como ejemplo.

“Hay que revisar de manera periódica los tratamientos en lugar de acumular fármacos a medida que aumentan la edad y las enfermedades, ya que eso deriva en una cascada terapéutica; se tratan efectos adversos de unos medicamentos con otros pensando que es otra patología, de tal manera que se van encadenando tratamientos que, realmente, están perjudicando al paciente”, señala.

“Hay fármacos para la demencia que provocan náuseas y vómitos, entre otros efectos, incluso pueden empeorar el deterioro cognitivo y se receta un fármaco para la demencia y otro para los vómitos cuando a lo mejor lo que hay que hacer es revisar el tratamiento completo y retirarle medicación”.

De ahí la apuesta de OSI Araba por “modelos de atención adaptada, vanguardistas, modélicos y de alto valor sanitario que tengan en cuenta al paciente en todas su dimensiones: clínica, funcional, cognitiva y social”.

Detalla Lola Martínez que, aprovechando que en Santiago está la unidad de atención médica integral saMI, vieron que el escenario era adecuado para cambiar la atención al paciente crónico complejo y desarrollaron el proyecto galardonado por el Ministerio de Sanidad y basado en tres pilares fundamentales: la valoración geriátrica integral, el trabajo en equipo y la continuidad asistencial, fundamental es el trabajo en equipo, la mirada de cada profesional”, subraya la jefa de sección del Servicio de Farmacia.

Los principales daños evitables derivados de la medicación son el manejo de medicamentos de alto riesgo, la polifarmacia y las transiciones asistenciales, es decir, cuando el paciente pasa de un servicio médico a otro, del ambulatorio al hospital, de la UCI a planta, etc.

“En ese tránsito hay muchos errores de medicación, es un punto crítico en cuanto a fallos de prescripción, ya que se modifica el tratamiento sin tener a veces en cuenta lo que tomaba antes y así se producen omisiones o duplicidades”, apunta la especialista.

En cuanto a los fármacos que más a menudo se eliminan una vez revisada la medicación de los pacientes están los de carácter preventivo, caso de un calcio o una vitamina que a determinada edad ya no es necesario tomar. Y entre los medicamentos estrella, los protectores de estómago y las benzodiazepinas, psicofármacos con efectos perjudiciales en personas mayores porque producen somnolencia y otros efectos que empujan al enfermo a tener caídas y de ahí nuevas patologías.

2023-02-26T07:17:09+01:00
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