El partido entre el Valencia y el Athletic, al menos para muchos aficionados locales, será más recordado por tratarse de una manifestación en contra de la gestión de Peter Lim y el resto de las personas de confianza del magnate singapurense, que desoye al pueblo que le aclamó a su llegada, cuando compró el club hace nueve años, y ahora le repudia, hastiado de su gestión, que por el propio encuentro en sí. Que el Valencia afrontara el choque ante el Athletic inmerso en puestos de descenso tras la victoria del Cádiz ante el Girona del viernes, pareció quedar en un segundo plano.
El ambiente enrarecido, fuera de lo que se entiende por normal, pues las protestas contra los dirigentes valencianistas son habituales en los últimos años, pero no hasta el punto de las vividas ayer, provocó un extraño inicio de encuentro al que los locales se amoldaron mucho mejor que los rojiblancos. En el caos, el Valencia se encontró más cómodo y al Athletic le tocó remar contracorriente una vez más. El pan nuestro de cada día cuando actúa lejos de San Mamés. Al menos, anoche supo sufrir. Tiró de paciencia el equipo, que fue masticando la victoria de a poquitos, no sin sufrimiento, dicho sea de paso, pues fue Unai Simón la figura indiscutible del partido. Un encuentro que deja al Athletic sexto, inmerso de lleno en la pelea europea, a la espera, claro está, de que la jornada toque a su fin.
Apoyado quizá por los números, que son irrefutables cuando Iker Muniain y Oihan Sancet actúan juntos de inicio en el centro del campo –siete victorias, dos empates y dos derrotas tras el triunfo de ayer en Mestalla–, o porque Ernesto Valverde quiso que su equipo volviera a jugar como lo hizo por momentos el viernes de la semana pasada ante el Cádiz, o quizá por alguna cuestión que solo ven los técnicos, tan suyos en ocasiones, Txingurri volvió a apostar por los dos navarros de inicio. Claro que lo visto en los primeros 45 minutos del encuentro le gustó más bien poco al técnico, y no solo a él. Tal fue su disconformidad, que se vio obligado a trastocar su plan inicial en el descanso. Algo que no es muy habitual en él.
Y lo cierto es que acertó de lleno. Nunca es tarde para rectificar. Leyó a la perfección las carencias de su equipo, muy superado en el centro del campo, incapaz de generar fútbol por dentro. Sentó a Berenguer, desplazó a Muniain a banda izquierda, pero dándole libertad para caer al centro, y la entrada de Zarraga solventó en buena medida muchos de los males del equipo. El cambio le dio más consistencia al Athletic, que fue creyéndose capaz de ganar un partido al que perfectamente pudo llegar perdiendo al descanso. La paciencia como virtud.
También fuera
Muchas dosis de ella han tenido en estos últimos meses los aficionados del Athletic, especialmente aquellos que acostumbran a acompañar al equipo en sus desplazamientos. Y es que, Copa al margen, el Athletic llegó a Mestalla sin saber lo que era ganar lejos de San Mamés en cinco largos meses, una pésima racha a la que pusieron fin anoche ante el Valencia, en el mismo escenario en el que hace apenas dos semanas lograron el billete a las semifinales de Copa.