Las consecuencias socioeconómicas que ha dejado la pandemia de la Covid-19 sitúan a 199.000 personas en situación de exclusión severa en Euskadi y profundiza las brechas de desigualdad, aunque se mantienen las tasas elevadas de integración social (56,5%).
Estos datos se han dado a conocer en la presentación del Informe sobre Exclusión y Desarrollo social en Euskadi que ha desarrollado la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) y Caritas.
Las personas en situación de exclusión social representan en torno al 16,3% de la población, lo que se traduce en unas condiciones de vida afectadas por mas problemas que la falta de dinero, como los relacionados con el empleo y los ingresos.
Desde la Fundación exponen que "preocupa" la población denominada sociedad expulsada, es decir, aquella que ocupa mayor número de problemas y que ha pasado de afectar a 20.000 personas en 2018 a más de 100.000 en 2021.
Por su parte, la crisis sanitaria ha aumentado la precariedad laboral alcanzando a 115.000 hogares que dependen de una persona que sufre inestabilidad laboral grave.
Esto también ha dejado importantes consecuencias en la vivienda, ya que 39.000 familias viven en una vivienda insegura y 52.000 en una inadecuada; y en la salud, ya que la reducción de los ingresos ha provocado que 64.000 hogares sufran falta de acceso a medicamentos.
Toda esta fractura social tiene su origen en cinco grandes brechas: ingresos, género, origen, edad y tecnológica.
Desde el inicio de la crisis de 2008 la diferencia entre la población con mas y menos ingresos ha aumentado más de un 18 %, siendo los grupos más afectados las mujeres, las familias con menores a su cargo, los jóvenes y los migrantes.
La brecha de género sigue presente, y la incidencia de la exclusión social en hogares sustentados por hombres es de un 15,5% frente a un 18,1% en los sustentados por mujeres.
Ser persona extranjera en Euskadi es otro factor de exclusión: casi 6 de cada 10 hogares encabezados por una persona de origen extranjero se encuentra en situación de exclusión, lo que significa 5 veces más que los hogares encabezados por alguien español.
Asimismo, la tasa de exclusión entre la población de menos de 30 años es 1,5 veces superior a la media, y diez veces superior a la de la población mayor de 65 años.
La brecha digital desarrollada de especial manera en estos últimos años revela que afecta a 64.000 hogares, especialmente a los conformados solo por personas de 65 años y más.
El informe ha sido desarrollado por 30 investigadores de 10 universidades que han llamado a más de 7,000 puertas en Euskadi, recogiendo la información de 1.500 personas.
Foessa y Caritas Bizkaia consideran necesario reimpulsar el modelo de estado de bienestar, impulsar la participación ciudadana, mejorar la cobertura de la RGI, implementar medidas que reduzcan la precariedad laboral y reducir las cinco brechas ya mencionadas.