A punto de terminar el mandado, el balance de la política municipal con respecto a los servicios comunitarios tiene un claro ganador, Navarra Suma, que ha conseguido imponer el programa de Coworkids en Pamplona; y muchas perdedoras: las asociaciones de los barrios que durante años se encargaron de poner a disposición de miles de niños y jóvenes un programa completo de actividades en sus entornos más cercanos.
La decisión del Ayuntamiento de Pamplona de prescindir de estas asociaciones para crear su propio programa de Coworkids supuso un duro golpe para los barrios, que vieron desaparecer los convenios que habían permitido la viabilidad de los proyectos, aunque no fue el final de los equipos comunitarios como algunos pronosticaron.
Pese a las trabas administrativas, la falta de ayudas, la cancelación de los contratos y la supresión de programas en los barrios, las asociaciones han conseguido sobrevivir y mantener, con mucho esfuerzo, las actividades destinadas a la población infanto juvenil, gracias sobre todo a las subvenciones y ayudas que aporta el Gobierno de Navarra.
No han sido cuatro años fáciles. El caso del equipo comunitario del barrio del San Juan, al que el Ayuntamiento acaba de comunicar que no seguirá pagando el alquiler del local (6.900 euros anuales) donde llevan a cabo sus actividades, ha puesto al descubierto la gravedad de la situación y las dificultades que atraviesan los equipos de los barrios para seguir atendiendo a la población más joven.
Beatriz Cruz, de Buztintxureando Txuri, lamentaba esta semana las continuas trabas que ha puesto el Ayuntamiento y las dificultades que ha tenido la asociación para utilizar los locales del edificio comunitario, siempre a expensas de las necesidades de Coworkids.
“ El problema es que los actuales programas municipales no son universales, ya que solo se ofertan a familias vulnerables creando guetos" ”
Beatriz Cruz - Buztintxureando Txuri
“El problema es que los actuales programas municipales no son universales, ya que sólo se ofertan a familias vulnerables creando guetos, y solamente por el número de plazas reales que oferta el programa” explicó la portavoz.
Sin convenio con el Ayuntamiento, los ingresos del personal de la asociación dependen de las subvenciones del Gobierno foral, por lo que hasta que no se resuelvan les obliga a estar un tiempo sin cobrar y trabajando. “No es sencillo trabajar en estas condiciones. Estuvimos a punto de tirar la toalla, pero decidimos seguir porque alguien tiene que hacerse cargo de la juventud del barrio” aseguraron desde la asociación.
Descenso de participación con Coworkids
Pese a las cifras que ofrece el Ayuntamiento, que por ejemplo incluye como participantes en sus actividades a los niños y niñas que acudieron al tiovivo que se puso gratis en Navidad, la asociación de Buztintxuri ha constatado un descenso del número de menores en las actividades organizadas por Coworkids.
“En los campamentos de primavera antes había una media de 100 menores por barrio, 800 en total, y ahora son 130. En 2022 realizamos actividades con 331 usuarios. El programa Coworkids no tiene ningún arraigo comunitario, ni presencia en las redes comunitarias existentes, no existe trabajo en red alguno con las asociaciones del tejido social” explicó la integrante de la asociación de Buztintxuri.
No están mucho mejor en Ermitagaña, donde los integrantes del equipo comunitario de Hazialdea fueron obligados a desalojar el espacio que ocupan en el edificio comunitario y confinados en un local sin calefacción.
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Los colectivos usuarios del centro han querido mostrar públicamente su preocupación por la situación de deterioro del local, ubicado en la calle Bartolomé de Carranza, y pedir soluciones. “Hemos venido solicitando que se arregle dicho problema de manera efectiva y no con soluciones temporales como con calentadores, que solamente se han podido poner dos para que no saltase el automático” han señalaron los usuarios.
La situación se vio agravada a finales de enero cuando la instalación eléctrica no dio más de sí, dejando inutilizados los enchufes. “Así hemos tenido que trabajar con la juventud del barrio, con una media de 30 chavales, mientras que el local mejor equipado es utilizado por el programa municipal, relegando al resto de colectivos a los locales más viejos” comentó Sara Garralda, portavoz de Hazialdea.
Una problemática similar tienen en la Rochapea, donde la asociación Batean tuvo que abandonar el local utilizado desde hace 17 años en el centro comunitario de Carbonilla, donde 30 jóvenes realizaban sus actividades, para que fuera ocupado por el personal de Coworkids.
“ Desde que decidieron que ese espacio tenía que llevarlo Coworkids está totalmente desolado. Son actividades de consumo y horario fijo y cerrado, que nada tiene que ver con la red vecinal, no son parte de la vida comunitaria ”
Vanesa Cisneros - Batean (Rochapea)
“Batean éramos el motor y dinamizadoras de alguna forma de la red vecinal, y sobretodo de Carbonilla. Desde que decidieron que ese espacio tenía que llevarlo Coworkids, está totalmente desolado. Son actividades de consumo y horario fijo y cerrado que nada tiene que ver con la red vecinal, no son parte de la vida comunitaria” explicó Vanesa Cisneros.
“ Lo mejor que tenemos es la red de voluntarios, 40 personas, que han permitido continuar con los programas ”
Alberto Jáuregui - Umetxea (San Jorge/Sanduzelai)
En San Jorge/Sanduzelai, la asociación Umetxea ha visto cómo el Ayuntamiento de Pamplona ha rebajado los servicios de limpieza en el centro comunitario vecinal, donde el año pasado realizaron actividades 214 jóvenes. “Lo mejor que tenemos es la red de voluntarios, 40 personas, que han permitido continuar con los programas” comentó Alberto Jáuregui, quien también se refirió a las ayudas del Gobierno de Navarra como tabla de salvación para el trabajo comunitario que se lleva a cabo en el barrio.