Las tradicionales gafas y el traje mítico de Caiga quien caiga han regresado a la parrilla televisiva, en esta ocasión para vestir a Santi Millán y a todo el equipo de reporteros y presentadores. De esta nueva etapa ha querido charlar el actor y presentador con nosotros.
¿Cómo está siendo la aventura de retomar Caiga quien caiga (CQC)?
-La verdad es que estamos muy contentos, porque quieras o no a mí el Caiga me pilló de pleno, además con la bonita coincidencia de que en aquella época yo estaba trabajando en una compañía de teatro y justo ese año nos fuimos a Buenos Aires a hacer la función. Estuvimos tres meses y era el momento en que eclosionó el Caiga en Buenos Aires, y tuvimos la suerte de conocer a Mario Pergolini, que era el que conducía el programa allí, y recuerdo ver aquel programa alucinando. Era muy moderno, muy diferente, y muy gamberro. Yo me enamoré de este programa.
¿Alguna vez había pensado que esto pudiera llegar a pasar, que le pusieran sobre la mesa la oferta de presentar CQC?
-La verdad es que no se me había pasado por la cabeza nunca. Yo era muy fan del formato y cuando lo hicieron en España en la época de Wyoming, de Manel (Fuentes)..., era muy fan del formato, pero no. De reportero sí, porque cuando se hizo en España coincidió que yo estaba de reportero con Buenafuente en La cosa nostra, y teníamos cosas similares, porque hacíamos un poquito el gamberro. Me encontraba mucho con reporteros del Caiga, y ahí sí pensaba que me vería bien.
Viendo además el éxito que tuvo el programa original entiendo que tiene que imponer un poco, ¿no?
-Siempre. Hacer estas cosas siempre es un arma de doble filo, porque tú vas con una cosa que no necesita presentación, que todo el mundo tiene un referente que es superpositivo. Tú hablas del Caiga y los recuerdos que tiene la gente son muy buenos. Es complicado, pero era algo que ya sabíamos y habíamos aceptado el reto.
“ Tú hablas de ‘Caiga quien caiga’ y los recuerdos que tiene la gente son muy buenos ”
¿Ha recibido algún consejo del equipo anterior?
-Con Wyoming no he hablado. Manel y Juanra sí que me mandaron un mensaje. Pero claro, la gente muchas veces nos ve como rivales, y realmente nos conocemos todos e, igual no con todos, pero yo tengo muy buena relación con todo el mundo. Porque además tarde o temprano coincides.
“ ”
Ahora también tiene un buen equipo, tanto en la mesa como entre los reporteros. ¿Qué nos puede contar de ellos?
-Yo creo que el equipo es una de las cosas más importantes, y no solo los que estamos dando la cara -que son de lujo a nivel profesional y personal-. Yo con los reporteros no tengo tanto contacto porque ellos hacen el trabajo durante la semana y nosotros el fin de semana, pero en la mesa me han tocado dos personas que son maravilla, sobre todo porque son muy buena gente, son de remar, de trabajar..., y eso se agradece muchísimo. A mi edad es a lo que aspiro, a trabajar en un buen ambiente (risas). Yo prefiero, independientemente de lo que pase antes o después, trabajar con gente con la que me sienta cómodo, con la que tenga complicidad. Y detrás de las cámaras hay un equipo que se está dejando la piel.
“ ”
Entre los reporteros encontramos a periodistas, humoristas... ¿Quiénes cree que ponen en más aprietos a los entrevistados?
-Es complicado. Yo creo que los humoristas muchas veces, porque los políticos son gente con recursos y con un discurso fácil. A las preguntas políticas ya saben qué les pueden preguntar, por dónde van los tiros. En cambio, el humorista es impredecible y te pone en otra tesitura, que es la del sentido del humor, que en eso no todo el mundo va tan sobrado. Ahí sí que se les nota a veces más la incomodidad. Pero nosotros tenemos a Violeta (Muñoz), que es fantástica porque creo que maneja bien esa dualidad.
Es verdad que los momentos en los que surgió CQC no son los mismos que ahora. ¿Siente que ahora tenemos más necesidad de reírnos que nunca?
-Yo creo que siempre, el reírse nunca ha estado de más. La risa siempre será una buena compañera, es algo como que desengrasa, que le quita esa solemnidad a las cosas. El humor, sobre todo a la hora de analizar según qué temas, está bien. Además, normalmente, cuando te puedes reír de algo quiere decir que ya no hace tanto daño.
Además del humor, que es una de sus señas de identidad, otra de sus señas son su traje y sus gafas. Las gafas en el póquer se usan a veces para que nadie vea nuestro siguiente movimiento. ¿Qué utilidad les dan en CQC?
-Las gafas dan ese punto canalla, esa imagen del tío con traje y gafas negras de decir: “A mí no me vas a deslumbrar con tus historias”. Es un poco mirarse la vida desde otro sitio, no dejarse llevar por la corriente.
Se las pueden regalar a quienes consideren dignos. ¿Tiene en mente a alguien?
-La verdad es que de presupuesto vamos justos y no se le pueden ir dando a cualquiera. Hay que hacer méritos. Incluso estamos montando un dispositivo para ir a buscárselas al emérito, porque yo creo que ahora mismo no es digno de tener las gafas del Caiga.
¿Qué méritos tiene que hacer alguien para ser digno?
-Mira, yo creo que uno de los méritos básicos es tener sentido del humor y saberse reír de sí mismo. Esa es una de las claves. Y después, si has hecho algo en provecho de la gran mayoría te damos las gafas y otro par graduado.
Donde es verdad que a veces parece que cuesta que calen ciertos chistes es en redes. ¿Cómo se están portando con ustedes?
-Bien, la verdad es que en redes te encuentras de todo, y me parece bien. La gente hace como vomitar, y X se ha convertido en eso, en un sitio donde la gente va a vomitar, pero yo creo que lo hacen de una forma que no hay una implicación personal. No tienen la sensación de que hay una persona al otro lado que lo puede recibir de una forma traumática, así que les doy la importancia que tienen. Intento escuchar las críticas de la gente que tengo alrededor, que además me conoce. Gente que no me conoce de nada y no sabe nada de lo que hacemos tampoco tiene muchos argumentos para debatir y construir una crítica.
Hablando de la gente que le conoce, en el estreno de CQC uno de los mensajes que llegaron a los medios fue el de Carmen Machi, que puso en valor su generosidad. ¿Cómo recibió aquellas bonitas palabras?
-Bueno, no fue un acto de solidaridad, fue un acto de amistad. Ella necesitaba puntualmente dinero, yo lo tenía y se lo dejé sabiendo que iba a cobrar al poco y me lo iba a devolver. Lo que me hizo gracia fue que lo recordara, porque igual hace veintipico años de eso. Yo la quiero mucho, compartimos muchas cosas metidos en el plató de 7 vidas. Nos convertimos en una pequeña familia.
Se ha convertido en una familia también en Got Talent, El Pueblo, ahora CQC. ¿Qué deseo le pide ahora al futuro?
-Que hiciéramos un ejercicio de empatía con los demás. No hace falta irse muy lejos. Si cada uno hace un ejercicio de empatía con el que tiene al lado, haríamos una cadena imparable que nos produciría muchos beneficios.
Personal
Muchos lo conocieron allá por el año 1999 con 7 vidas, aquella serie en la que se dio a conocer junto a Carmen Machi, Amparo Baró o Blanca Portillo. Después, participó en otras producciones como Frágiles, estuvo con Buenafuente... Entre sus proyectos más recientes se encuentran varias películas en las que podemos escuchar su voz -Sing, Paul...-, Got Talent, Adivina qué hago esta noche, El pueblo o Machos alfa.
Su nuevo proyecto le ha puesto al frente del regreso de Caiga quien caiga, en cuyos orígenes vimos a estrellas como El Gran Wyoming, Pablo Carbonell, Arturo Valls o Manel Fuentes. En esta nueva etapa del legendario programa encontramos, junto a Millán, a Lorena Castell y Pablo González. En el equipo de reporteros, por su parte, están Carles Tamayo, Dani Fez, Violeta Muñoz, Paula Púa, Ana Francisco, Luis Fabra e Irene Junquera.