Hace un año, el medico valenciano jubilado Carlos San Juan, de 79 años, sacudió las conciencias de toda la sociedad con su iniciativa 'Soy mayor, no idiota', por la que reivindicaba una mejor atención de las entidades financieras con las personas mayores, el colectivo que sufre en mayor medida el problema de la exclusión financiera. Este sábado ofreció en Getxo una charla dentro del 'Silver Film Festival', el certamen que busca visibilizar las inquietudes cotidianas del colectivo de más de 55 años.
Se cumple un año desde que presentó su iniciativa. ¿Qué balance hace?
Han mejorado algunos aspectos, como la atención presencial, las ayudas en los cajeros y el horario, pero en otros no se ha hecho nada. Además, se siguen cerrando sucursales. De una manera sibilina van clausurando oficinas periféricas y otras ubicadas en poblaciones no muy numerosas, pero de las que dependen gran número de mayores. Por otra parte, en las comisiones sigue sin haber transparencia. Las cartillas tienen comisiones desproporcionadas. No veo razón, con los beneficios que tiene la banca, a la imposición de estas comisiones a las libretas, que están resolviendo los problemas de muchas personas. A muchas les ofrecen una tarjeta de crédito, que tienen comisiones y no les resuelve nada. Algunas entidades quieren dar una mano de pintura para limpiar su reputación, pero otras ya han dejado claro que no son amigables.
¿En qué estado se encuentran los cambios legislativos que se plantearon entonces?
La ministra Nadia Calviño, hace un año, prometió que antes de final de año se aprobaría la ley para la creación de la Autoridad Administrativa Independiente de Defensa del Cliente Financiero, pero pasa el tiempo y no sabemos nada. Esta ley es un tema de justicia social; es un asunto apolítico. A mí lo que me preocupa es la vertiente pública de la banca. Yo defiendo a unos mayores vulnerables que no tienen la posibilidad de tener Internet ni smartphone. Hacen milagros para llegar a fin de mes, sobre todo con la inflación, y veo injusto que un Gobierno que se denomina progresista vaya aplazando esta ley. Creo que la tramitación está paralizado por la incertidumbre electoral.
¿Teme que el sector financiero dilate todo el proceso aduciendo las repercusiones del nuevo impuesto a la banca?
Sí, y mucho. La banca aducirá ese cobro, que califican de inconstitucional, y el argumento de que han hecho un gran esfuerzo para flexibilizar el tema de las hipotecas. Me da la impresión de que la clase política, no se atreve a forzar más a la banca. Algunos están intentando poner trabas a la ley sugiriendo que no cuenta con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, pero cuando yo estuve defendiendo esta misma iniciativa en el Parlamento Europeo no tuvo ninguna queja. .
¿Percibe un trato de edadismo en la relación entre entidades y clientes mayores?
Veo un edadismo flagrante. Parece que este no es un país para viejos. Esta campaña es la primera vez en que la sociedad civil, de una manera pacífica, ha llegado al centro de la política europea. En España, se tiende a pensar que los jubilados ya no producimos, sino que somos un gasto por lo que suponen las pensiones. Nos han marginado. El mayor se ha convertido en una figura invisible.
¿Qué peligros significa todo esta problemática para el colectivo?
Significa una discriminación. No hay representatividad de los mayores en ningún gobierno, ni central ni comunitarios. Escrivá solo habla de pensiones y de facilitar la digitalización, pero nunca habla de la soledad. Hay que tener compasión; a los 80 años, una persona como yo, puedes aprender una cosa pero al día siguiente puedes olvidarla.
¿Ha tenido ganas de tirar la toalla en estos meses?
Nunca he tenido la intención de desistir y no quiero hacerlo. Quiero seguir luchando de la misma manera, con empatía y sin judicialización, para que salga adelante la ley. Se trata de que las pensiones y el dinero de los mayores son un asunto de servicio público, y no puede ser manipulado a sus espaldas.